La influencia secreta de 'Perfect Blue' en los autores más radicales del cine contemporáneo

'Perfect Blue'

Este anime es la influencia secreta de la que han bebido los autores más radicales del cine contemporáneo

Satoshi Kon debutó en el largo con un filme impactante que repercutió en la obra de Aronofsky, Lynch o Nolan.
Perfect Blue
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Cinemanía
Perfect Blue

Hace 25 años llegaba por sorpresa Perfect Blue. Un anime en aparante clave de psychothriller, ópera prima de Satoshi Kon, que cautivaría a las audiencias de todo el mundo, influenciando a autores como Darren Aronofsky y David Lynch en el proceso.

Cuando Perfect Blue fue proyectada por primera vez el 5 de agosto de 1997, en el Fantasia Festival de Montreal (su estreno en Japón tendría lugar el 28 de febrero de 1998) nadie podía esperar el impacto tan profundo y progresivo que tendría en la cultura contemporánea. En ese momento, Satoshi Kon era un absoluto desconocido para la industria, artífice del OVA JoJo’s Bizarre Adventure y del guion del segmento Rosa magnética de la cinta antológica Memories de Katsuhiro Otomo.

Pero ambos trabajos llamaron la atención de Masao Maruyama, productor de la compañía Madhouse, ofreciéndole la adaptación de una novela japonesa perteneciente al género del psychothriller, titulada Perfect Blue: Complete Metamorphosis, escrita por Yoshikazu Takeuchi. Una adaptación que en principio iba a ser un largometraje en imagen real pero que por problemas presupuestarios acabaría siendo desarrollada como un OVA, o serie de animación televisiva.

Eso acabaría cambiando en las etapas finales del proyecto, cuando la productora decidió reconvertir la producción en un largometraje de animación para salas de cine. Una producción en la que Satoshi Kon decidiría no basarse en el guion escrito por Sadayuki Murai ni en la novela original, que ni siquiera leyó.

El motivo, que Satoshi Kon no quería realizar un slasher al uso sino adentrarla en el terreno de la identidad y el subconsciente. Algo con lo que el autor de la novela original no tuvo ningún problema, a excepción de tres puntos que eran inamovibles para su adaptación: que la protagonista fuera una estrella idol, que tuviera un fan acosador y que fuera una película de terror.

Entre Bergman y Argento

A partir de ahí, Satoshi Kon entregaría un trabajo que iría mucho más allá de un género que el propio director consideraba sobreexplotado y que no funcionaba muy bien en un medio como la animación. Influenciado tanto por la obra de Ingmar Bergman (en especial, Persona) y los experimentos entre el sueño y la vigilia de los thrillers de Brian De Palma (como Vestida para matar o En nombre de Caín), Satoshi Kon convertiría un relato de estrella pop adolescente apabullada por su personaje público en un ensayo acerca de las personalidades fragmentadas, el peso de la fama y los media. Además de, sobre todo, una denuncia de la explotación y degradación de la figura femenina en la cultura japonesa de los años 90.

Perfect Blue
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Perfect Blue arranca con una secuencia que determinará la estructura y la temática de la obra. Una ficción (un OVA de una versión apócrifa de los Power Rangers) dentro de otra ficción: el relato sobre Mima Kirigoe, la cantante principal de un grupo J-Pop que decide abandonar su carrera musical y convertirse en actriz de la industria japonesa. Un cambio que provocará que su agente, su familia y sus fans no lo reciban con los brazos abiertos. Conflicto que la frágil psique de Mima, fruto de una personalidad parecida a un cascarón vacío, provocará que los límites entre realidad y ficción comiencen a fusionarse y entremezclarse.

Esa fractura de una personalidad construida en base a lo que los demás ven y esperas que quieran de ti es la clave de la cinta. Kon llena los fotogramas de espejos y reflejos que inquieren a una protagonista incapaz de desarrollar una personalidad, fruto de una industria y unos aficionados que solo buscan reflejar sus miedos, inseguridades y perversiones en la aparentemente frágil e inocente Mima.

La fractura tiene su punto de ruptura en el rodaje de una secuencia de violación –en el interior del serial que está realizando, un psychothriller nada menos, repleto de todos los tópicos que Kon quería evitar en Perfect Blue– y donde lo que aparenta ser mera simulación, acaba desbordando a la protagonista del relato.

A partir de ahí, y pronosticando el hackeo y pishing de la personalidad en la era de las redes sociales, Mima comienza a fracturarse motivada por una web personal donde alguien está aparentemente haciéndose pasar por ella y cometiendo crímenes en nombre de la Mima real. 

Ese juego del “yo”, más la multiplicidad de rostros y personalidades que una estrella del audiovisual debe recrear para mantenerse en el sector, más la explotación del mismo, le sirve a Kon para construir una estructura narrativa basada en el concepto de muñecas rusas, donde, tanto protagonista como espectadores, comienzan a dudar de que es real y que no en el via crucis en el que se convierte la vida de Mima.

Perfect Blue
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Puesta en escena y estructura narrativa revolucionarias

Todo ello apoyado por una puesta en escena que demuestra la habilidad de un cineasta que está ejecutando su ópera prima. Cuenta con una paleta cromática que incide en los colores primarios desde sus primeros acordes (el rojo, verde y azul), cuya intensidad emocional y formal va dominando progresivamente los fotogramas de la cinta para expresar visualmente en tumulto emocional de la misma. Sin olvidar la dirección artística, sobre todo representada en el apartamento que habita Mima, que va degradándose hasta un estado cercano a las naturalezas muertas en paralelo a la fuga psicogénica de su protagonista.

Una fuga psicogénica que da lugar a los aciertos formales y estilísticos más interesantes de la cinta. Kon salta de lo real a lo imaginado, del delirio a la ficción y de este a la vida cotidiana sin cortes de montaje aparentes. Todo a partir de un uso fascinante de los movimientos de cámara (esos travellings 360º que evocan en el espectador el tumulto emocional de su protagonista) o encandenados con sensación de déjà vu perpetuo (la representación metafórica y mortal de los focos y las luces del estrellato que vemos por primera vez en la salida de Mima al escenario y que luego será replicado tanto en el casi atropello de la misma y el casi accidente fatal de su doppelgänger en el clímax final).

Doppelgänger que acerca y hunde a la cinta en un homenaje y evolución en clave freudiana del giallo de Dario Argento. Porque si Perfect Blue en su interior se mira en los preceptos de la psique de Persona de Bergman, las formas asociadas a la misma hacen uso de la paleta cromática característica del giallo, sobre todo en su acto final y momento que la película revela sus verdaderas y ambiguas cartas.

'Perfect Blue' y su influencia en el cine contemporáneo

Esas formas arriesgadas e inéditas hasta el momento en el anime fueron lo que convirtieron a Satoshi Kon en una de las figuras más importantes de la cinematografía mundial de la primera década de los 2000. A partir de ahí, el director llevaría aún más allá su idea del cine como lugar entre el sueño y la vigilia con la heredera espiritual de Perfect Blue, pero alejada de sus componentes más escabrosos, que fue Millennium Actress.

Unos componentes escabrosos y surreales que explotarían en quizá su obra más arriesgada, Paranoia Agent, una OVA de trece capítulos tan hermética y fascinante como el mejor David Lynch. Sin olvidar su último trabajo (antes de que lamentablemente falleciera prematuramente el 24 de agosto de 2010 víctima de un cáncer de páncreas a la edad de 46 años), la onírica Paprika.

Pero su legado perdura en la retina de los cinéfilos y los fotogramas de un cine contemporáneo que se ha impregnado de los símbolos y el estilo de Kon. El más representativo, el de Darren Aronofsky, que ya homenajeó la secuencia del grito bajo la bañera de Mima en Perfect Blue bajo las formas de Jennifer Connelly en Réquiem por un sueño.

Comparación entre 'Perfect Blue' y 'Réquiem por un sueño'
Comparación entre 'Perfect Blue' y 'Réquiem por un sueño'
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Años después realizó un remake apócrifo de Perfect Blue en su mejor trabajo: Cisne negro. Largometraje donde, más allá de la traslación del universo de las idol al más elitista mundo de la danza, es difícil no ver cómo la odisea en baja resolución de video digital de Natalie Portman remite narrativa y visualmente al universo de Perfect Blue. 

Comparación entre 'Perfect Blue' y 'Cisne negro'
Comparación entre 'Perfect Blue' y 'Cisne negro'
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Sin olvidar también otro cineasta tan importante en el siglo XXI como Christopher Nolan. Destaca la herencia del cortometraje Rosa magnética y sus juegos con la percepción dilatada del tiempo en Interstellar; o el concepto de viajeros oníricos de Paprika en Origen. 

Pero lo más significativo es el viaje de ida y vuelta que existe entre Satoshi Kon y David Lynch. Si el primero se dejó influenciar por las fugas psicogénicas de personajes de Lynch en Cabeza borradora, Twin Peaks: Fuego camina conmigo y Carretera perdida, el cineasta de Missoula absorbería ideas y estructuras narrativas de su discípulo nipón. 

Tanto en Mulholland Drive como, sobre todo, en Inland Empire, en cuyo acto final el personaje múltiple de Laura Dern (al igual que el de Mima en Perfect Blue) cae en el precipicio de una identidad fracturada en mil pedazos (actriz, para más señas) y viaja entre múltiples realidades e identidades a través del ¡corten! cinematográfico.

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