JUAN DE BORBÓN, EL HOMBRE QUE NO PUDO REINAR

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Juan de Borbón y Battemberg, nació el 20 de junio de 1913 en el Palacio de la Granja de San Ildefonso. Fue el tercer varón y quinto hijo del Rey Alfonso XIII y de Doña Victoria Eugenia de Battemberg y bautizado el día 24 de junio de 1913, con los nombres de Juan Carlos Teresa Silverio Alfonso de Borbón y Battenberg. Fue nombrado caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro el 16 de mayo de 1927 por su padre.

Tras realizar sus primeros estudios en Madrid, ingresó en la Escuela Naval Militar pero tuvo que interrumpir su formación de guardia marina (que continuó en la Royal Navy) al tener que partir hacia el exilio al imponerse en España la II República tras las elecciones de 1931. Es referido como «príncipe de Asturias» desde 1933 hasta la muerte de su padre en 1941.

Juan de Borbón contrajo matrimonio con la princesa María de las Mercedes de Borbón y Orleans, princesa de las dos Sicilias, el 12 de octubre de 1935, en el exilio, en la basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires de Roma, estableciendo su residencia en la ciudad portuguesa de Estoril. El matrimonio Borbón y Borbón tuvo cuatro hijos: la Infanta y duquesa de Badajoz, María del Pilar; el actual rey emérito de España, don Juan Carlos I; la Infanta y Duquesa de Soria, Margarita y el Infante Alfonso de Borbón y Borbón, fallecido en accidente en 1956.

Al comienzo de la guerra civil española, con el apoyo de su padre Alfonso XIII, pretendió unirse al bando sublevado contra el Gobierno de la II República. El 1 de agosto de 1936 cruzó la frontera española con la intención de establecer contacto con la junta de gobierno Nacional de Burgos, pero fue interceptado en el parador de Aranda de Duero y el general Fidel Dávila, que transmitía órdenes del general Emilio Mola, le instó a volver al exilio, algo que hizo de inmediato. El 2 de agosto se encontraba de regreso en el sur de Francia y a su paso por la capital navarra, y durante su estancia en la misma, vistió el mono azul de Falange Española y la boina roja de los carlistas.

Juan apoyó al régimen franquista en sus primeros años, lo que era coherente con sus convicciones políticas, y con su alineamiento con el bando sublevado durante la guerra civil.​ Cuando ésta terminó le envió un telegrama al general Franco felicitándole por su victoria, que acababa con el grito falangista «Arriba España».​ Franco le contestó haciendo referencia a los dos intentos de Juan de Borbón para luchar en el bando sublevado: «me es grato recordar que entre esa juventud admirable habéis intentado formar, solicitando reiteradamente un puesto de soldado».

Como tercer hijo varón de Alfonso XIII, no estaba destinado a heredar la corona, sin embargo, asumió los derechos dinásticos como heredero de su padre (exiliado desde 1931). Tras la abdicación de su padre, las renuncias de sus hermanos mayores, el príncipe titular Alfonso, que renunció a los derechos dinásticos para poder casarse con una persona que no pertenecía a la realeza, y el infante Jaime, afectado de sordera a los cuatro años de edad, tuvo preferencia sobre sus hermanas mayores (Beatriz y María Cristina) por ser mujeres. Así, al renunciar su padre a la jefatura de la casa real en enero de 1941, poco antes de su muerte, Juan de Borbón se convirtió en legítimo heredero del trono de España, siendo jefe de la casa real española entre 1941 y 1977.

A finales de 1942 Juan de Borbón manifestó por primera vez públicamente su aspiración a ocupar el trono de España y comenzó el distanciamiento con el régimen franquista. El 11 de noviembre de 1942, el periódico suizo Le Journal de Génève publicó unas declaraciones suyas, que serían conocidas como el Manifiesto de Ginebra, en las que, decía: «Mi suprema ambición es la de ser el rey de una España en la cual todos los españoles, definitivamente reconciliados, podrán vivir en común». Se presentaba allí un hombre que anhelaba ser el rey de todos los españoles y no sólo de un bando, y que consideraba su misión principal conseguir la reconciliación de la nación, eliminando las causas que la mantenían dividida. Después de un tiempo sin haber hecho ninguna declaración,​ Juan de Borbón hizo público el 19 de marzo de 1945 el Manifiesto de Lausana en el que rompió con el franquismo.

En marzo de 1947, el general Franco promulgó la Ley de Sucesión en la Jefatura del Estado, en la que se otorgaba de modo vitalicio la «Jefatura del Estado» al «Caudillo de España y de la Cruzada, Generalísimo de los Ejércitos», y cuyo artículo 6.º confería a Franco el derecho a designar sucesor «a título de Rey o de Regente» «en cualquier momento» y con plena capacidad de revocación de su decisión.

​ Así pues, la Monarquía no sería restaurada sino instaurada en la persona de la realeza que el general Franco decidiera. El contenido de la Ley de Sucesión fue conocido por Juan de Borbón antes de que se promulgase gracias a la entrevista que mantuvo con el enviado de Franco, Luis Carrero Blanco.​ Al no hacerse mención a ningún derecho dinástico de sucesión, la respuesta de Juan de Borbón no se hizo esperar en forma de una nueva declaración —el Manifiesto de Estoril del 7 de abril de 1947— en la que rechazó la Ley y defendió los derechos hereditarios de sucesión al trono, que recaían en su persona. Este manifiesto fue silenciado por la prensa y la radio españolas, aunque sí lo difundió la BBC. No se hizo público en España, donde la prensa lanzó una campaña contra «el pretendiente».

La rehabilitación internacional del régimen franquista y la aprobación en referéndum de la Ley de Sucesión en julio de 1947 debilitó hasta tal punto a la opción monárquica, que Juan de Borbón cambió de estrategia respecto a Franco y el 25 de agosto de 1948 se entrevistó con el Generalísimo en su yate Azor anclado en el golfo de Vizcaya acudiendo a dicha entrevista a bordo del balandro Saltillo. Como resultado de la misma se acordó que el hijo de Juan de Borbón, Juan Carlos de Borbón, se educaría en España bajo la tutela del general Franco. El 7 de noviembre el príncipe, de 10 años de edad, llegaba a España.​

Juan de Borbón proseguiría el acercamiento al franquismo durante la década de los años 1950, entrevistándose en secreto con el general Franco en una finca extremeña propiedad del conde de Ruiseñada a finales de 1954.​ En el contexto de este pulso político, la familia sufrió un duro golpe: la muerte trágica en 1956 de su hijo menor, el infante Alfonso, de catorce años, mientras manipulaba un revólver con su hermano mayor Juan Carlos, de dieciocho. La confusión de versiones de los primeros días sobre las circunstancias del suceso alentó al hermano mayor de Juan y tío de Juan Carlos Jaime de Borbón y Battenberg a reclamar sus derechos sucesorios, a los que había renunciado en 1933 presionado por su padre Alfonso XIII, y exigir la apertura de una investigación oficial.

El 12 de julio de 1969, Franco comunicó a Juan Carlos su decisión de nombrarle sucesor. También hizo llegar a Juan de Borbón una sucinta carta en la que le informaba de sus intenciones; el texto rezaba así:​ “Mi querido Infante: en cumplimiento del artículo sexto de la ley de Sucesión, tomo la decisión de proponer a las Cortes mi sucesor en la jefatura del Estado en favor de vuestro hijo don Juan Carlos. Quiero comunicaros y expresaros mis sentimientos por la desilusión que pueda causaros y mi confianza de que sabréis aceptarlo con la grandeza de ánimo heredada de vuestro augusto padre, don Alfonso XIII”.

La designación de Juan Carlos como sucesor en la jefatura del Estado, alteró notablemente las relaciones hasta entonces mantenidas entre Juan de Borbón y Franco, así como supuso un distanciamiento sólo temporal en las relaciones entre padre e hijo, que pasaron a mantener posiciones políticas no coincidentes y a veces contrarias.​ En las horas siguientes exigió a su hijo la devolución de la placa de príncipe de Asturias con la Cruz de la Victoria.​ La relación entre ambos, pese a la adoración que Don Juan Carlos sentía por su padre, nunca fue fácil, ya que la prioridad absoluta para el conde de Barcelona, a costa de su propio sacrificio y el de su familia, fue la Corona.

Por recuperarla, pasó casi toda su vida en el exilio y privó del calor familiar a su primogénito, Juan Carlos, al que con 10 años envió a España para educarse con Franco. El momento más devastador entre padre e hijo tuvo lugar en julio de 1969, cuando el dictador propuso a Juan Carlos como sucesor a título de Rey: el entonces príncipe se vio en la encrucijada de aceptar, despojando al padre de esa Corona por la que sacrificó su vida en el exilio o negarse y que recayera en otro candidato.

Juan de Borbón, se sentía traicionado y se negaba a ceder los derechos dinásticos que le había entregado su padre, Alfonso XIII. El joven príncipe, en ceremonia solemne, juró ante las Cortes los Principios del Movimiento Nacional y las Leyes Fundamentales, el andamiaje jurídico del franquismo.

Tras la muerte del caudillo franquista y la subida al trono de don Juan Carlos, Príncipe de España, Don Juan de Borbón dio su brazo a torcer y renunció a sus derechos a la Corona Española en favor de su hijo, que ya había sido proclamado rey por las Cortes franquistas el 22 de noviembre de 1975.

Lo hizo con un emotivo discurso pronunciado en el Palacio de La Zarzuela el 14 de mayo de 1977 en una sencilla y breve ceremonia celebrada en el ámbito familiar, y en la que exclamó: «Majestad, todo por España», cuadrándose ante su hijo.

Dejó constar de manera oficial su renuncia a reinar en España como Juan III en favor de su hijo y de su patria, una nueva España que empezaba a reconstruir una democracia, y manteniendo para sí mismo la denominación de conde de Barcelona, intitulación de soberanía reservada a los monarcas españoles, uso que sería ratificado mediante Real Decreto de 6 de noviembre de 1987.

Ante la insistencia de Don Juan Carlos, decidió poner fin a su exilio en Estoril para afincarse en España. Don Juan y su esposa, Doña María, se instalaron en Villa Giralda, un chalet de la urbanización Puerta de Hierro. La relación con su hijo, el Rey Juan Carlos, que les colmó de atenciones, se normalizó totalmente, y los condes de Barcelona fueron fijos en todos los eventos familiares. Incluso celebraron por todo lo alto el 12 de octubre de 1985 sus bodas de oro matrimoniales en el palacio de El Pardo con la asistencia de la familia real en pleno, y todos sus hijos y nietos.

En 1978 el Rey Don Juan Carlos le nombró Almirante Honorario de la Armada. El 4 de diciembre de 1988 recibió el título honorífico, por parte del Gobierno, de Capitán General de la Armada. Don Juan vivió sus últimos años con el orgullo de ver a su hijo hacer lo que él siempre propugnó.

En 1990 se le diagnosticó en el Memorial Hospital de Nueva York un cáncer de laringe, del que no llegó a restablecerse y que le llevó a la muerte el 1 de abril de 1993 a los 79 años de edad, en la Clínica Universitaria de Navarra de Pamplona.  A pesar de no haber sido rey efectivo, fue enterrado con honores de rey de España en el Panteón de Reyes del Monasterio de El Escorial. Allí, en un sarcófago de mármol, figura una lápida con la inscripción inscripción latina: Ioannes III, comes Barcinonae («Juan III, conde de Barcelona»), siendo el único de ellos que fue Rey después de muerto.

Así pues, Juan de Borbón es el hombre al que, sin estar en principio destinado a heredar la corona de España, muchas circunstancias de su vida le llevaban a ser rey, y por otra parte, vivió otras por las que no pudo gobernar y cumplir su ambición de ser rey para todos los españoles.

Jaime Mascaró

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