MIGUEL LÓPEZ DE LEGAZPI, CONQUISTADOR DE FILIPINAS

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Miguel López de Legazpi conocido como «el Adelantado» y «el Viejo», fue un almirante español del siglo XVI, primer gobernador de la Capitanía General de las Filipinas y fundador de las ciudades de Cebú en 1565 y Manila en 1571.

Fue el segundo hijo de Juan Martínez López de Legazpi y Elvira de Gurruchategui, una familia proveniente de la pequeña nobleza guipuzcoana. Su casa natal, «Jauregi Haundia», mucho más conocida como la Casa-Torre Legazpi o Legazpi Dorretxea en euskera, en donde nació Miguel López de Legazpi, entre los años 1502 y 1510, se halla en la localidad guipuzcoana de Zumárraga, donde se levanta un monumento a Miguel López.

Su padre fue soldado a las órdenes del Gran Capitán, en Italia y posteriormente, intervino como capitán de las tropas guipuzcoanas de la Corona de Castilla, combatiendo contra el ejército francés, cuando la nación vecina intentó ocupar Guipúzcoa. Miguel realizó estudios de letrado y eso le valió para ocupar el cargo de concejal en el Ayuntamiento de Zumárraga en 1526, y al año siguiente el de escribano en la Alcaldía Mayor de Areria, que ocupó a la muerte de su padre y en la que fue confirmado por el rey el 12 de abril de 1527, pero, al no tener derecho a la herencia, decidió trasladarse a Nueva España y hay que relacionar su decisión de trasladarse al Nuevo Mundo con el nombramiento del padre Juan de Zumárraga como obispo de Nueva España en diciembre de 1527 y protector de indios.

En el año 1545 se trasladó a México, donde vivió durante veinte años, ocupando diversos cargos en la administración del virreinato de Nueva España; fue Escribano Mayor en 1551 y Alcalde Mayor de la ciudad de México en 1559. Antes había trabajado en la Casa de la Moneda en puestos de responsabilidad. Allí se casó con Isabel Garcés, hermana del obispo de Tlaxcala Julián Garcés, y de dicha unión nacieron nueve hijos (cuatro varones y cinco mujeres). En sus treinta y seis años de estancia en Nueva España reunió una importante fortuna, siendo su casa en la capital azteca, una de las principales y a ella acudían muchos recién llegados de España para solicitar ayuda y consejo.

Las expediciones anteriores no habían logrado realizar la ruta de vuelta por el Gran Golfo, que era como se llamaba entonces al Pacífico hasta México y por ello, Felipe II determinó que había que explorar la ruta desde México a las islas Molucas y encargó la expedición de dos naves a Luis de Velasco, segundo virrey de Nueva España, y al fraile agustino Andrés de Urdaneta, que era familiar de López de Legazpi, que ya había viajado por esos mares.

Aunque Las Filipinas habían sido descubiertas en el primer viaje alrededor del mundo que realizaron Magallanes y Elcano, y caían dentro de la demarcación portuguesa según el Tratado de Tordesillas de 1494, Felipe II quería rescatar a los supervivientes de la expedición anterior de Ruy López de Villalobos, que fue quien bautizó al archipiélago con el nombre de Filipinas en honor al, entonces príncipe, Felipe, el próximo rey Felipe II.

López de Legazpi, ya viudo, fue puesto al mando de la expedición que preparó Velasco en 1564, a propuesta de Urdaneta, siendo nombrado por el rey «Almirante, General y Gobernador de todas las tierras que conquistase», aun cuando no era marino. La expedición la componían cinco embarcaciones y Urdaneta participaba en ella como piloto. Legazpi vendió todos los bienes, a excepción de la casa de México, para hacer frente a la expedición, que sufrió retrasos debido a la atracción que la Florida empezó a tener entre los colonos mexicanos. Enroló en la expedición a su nieto Felipe de Salcedo, así como a Martín de Goiti en calidad de capitán de artillería.

Con cinco naves y unos 350 hombres, la expedición que encabezaba López de Legazpi partió del puerto de Barra de Navidad, Jalisco, el 21 de noviembre de 1564 después de que el 19 de noviembre se bendijeran la bandera y los estandartes. Atravesó el Pacífico en 93 días y pasó por el archipiélago de las Marianas. El 22 de enero desembarcaron en la isla de Guam, conocida por isla de los Ladrones, que identifican por el tipo de velamen de sus embarcaciones y canoas que ven.

Legazpi ordenó: “que ninguna persona de la Armada fuese osado de saltar a tierra sin su licencia y los que en ella saltasen no hicieran fuerza, agravio ni daño alguno a los naturales ni de ellos tomasen cosa ninguna, así en sus bastimentas como de otras cosas, y que no les tocasen en sus sementeras, ni labranzas, ni cortasen palma ni otro árbol alguno, y que no diesen ni contratasen con los naturales cosa ninguna de ningún género que fuese, sino fuese por mano de los Oficiales de Su Majestad, que tenían cargo de ello, so graves penas, y a los Capitanes que lo consintieran, so pena de suspensión de sus oficios”.

Compraron alimentos a los nativos y tomó posesión de la isla para la Corona española. El 5 de febrero salieron rumbo hacia las llamadas Islas de Poniente, las Filipinas. El día 15 tocaron tierra en la isla de Samar, en donde el alférez mayor, Andrés de Ibarra, tomó posesión de la misma previo acuerdo con el dirigente local. El 20 del mismo mes se hacen de nuevo a la mar y llegan a Leyte, en donde Legazpi levantó el acta de rigor de toma de posesión, aún con la hostilidad de sus habitantes. El 5 de marzo llegaron al puerto de Carvallán.

La escasez de alimentos impulsó la búsqueda de nuevas bases, para lo que se fueron extendiendo los dominios españoles sobre las diferentes islas, llegando a dominar gran parte del archipiélago, a excepción de Mindanao y las islas de Sulú. Esta expansión se realizó con relativa facilidad, al estar los diferentes pueblos que ocupaban las islas, enfrentados los unos a los otros, y al establecer Legazpi relaciones amistosas con algunos de ellos, por ejemplo, con los nativos de Bohol mediante la firma de un «pacto de sangre» con el jefe Sikatuna. Los abusos que en el pasado habían cometido los navegantes portugueses en algunos puntos del archipiélago motivaron que algunos pueblos opusieran a Legazpi una fuerte resistencia.

Decidieron establecer un campamento para pasar el invierno en la isla de Cebú, que estaba muy habitada y tenía mucha provisión de alimentos, a la que llegaron de nuevo el 27 de abril, pero sus ansias de paz toparon con los recelos del gobernador local, el Rajah Tupas, que era hijo del que años antes había liquidado a 30 hombres de la expedición de Magallanes en un banquete trampa. Legazpi intentó negociar un acuerdo de paz, pero Tupas mandó a una fuerza de 2500 hombres contra las naves de los españoles y después de la batalla, Legazpi volvió a intentar acordar su establecimiento pacífico y de nuevo fue rechazado.

Las tropas españolas desembarcaron en tres bateles al mando de Goiti y Juan de la Isla, y los navíos dispararon sus cañones contra el poblado, destruyendo algunas casas y haciendo huir a los habitantes. Los españoles, que tenían una necesidad imperiosa de abastecimiento, registraron la población sin encontrar nada que pudiera servirles.

En el registro, se encontró en una choza la imagen del Niño Jesús (que actualmente está en la iglesia que posteriormente construyeron los Agustinos en Cebú) y que debía de proceder de alguna expedición anterior. Legazpi mandó iniciar los trabajos del fuerte, que comenzaron con el trazado del mismo el 8 de mayo. Ante estos hechos, el rey Tupas acompañado por Tamuñán se presentó a Legazpi, que los recibió en su barco La Capitana, para acordar la paz. Allí fundó los primeros asentamientos españoles: la Villa del Santísimo Nombre de Jesús y la Villa de San Miguel, hoy Ciudad de Cebú, que se convertiría en la capital de las Filipinas y en base de la conquista de las mismas.

Legazpi envió a su nieto Felipe de Salcedo de vuelta a México, llevando de cosmógrafo a Urdaneta, que informó del descubrimiento de la ruta de navegación por el norte del Pacífico hacia el este y se opuso a su conquista al caer dentro de los dominios asignados a los portugueses. Estos mandaron una escuadra a la conquista de la recién fundada Villa de San Miguel, pero fue rechazada en dos ocasiones, en 1568 y 1569. Como respuesta a la expulsión española de las Molucas, Felipe II decidió mantener el control sobre las Filipinas y para ello, nombró a Legazpi gobernador y capitán general de Filipinas y envió tropas de refuerzo.

En Cebú, Legazpi tuvo que hacer frente a un levantamiento de algunos de los gentilhombres, que acabaron derrotados y en la horca. En 1566 llegó el galeón San Gerónimo desde México, con lo que quedó definitivamente confirmada la ruta. En 1567, 2.100 españoles, los soldados y los trabajadores llegaron a Cebú por órdenes del rey. Fundaron una ciudad y construyeron el puerto de Fortaleza de San Pedro, que se convirtió en su puesto avanzado para el comercio con México y la protección contra rebeliones nativas hostiles y los ataques de los portugueses, que fueron definitivamente rechazados. Las nuevas posesiones fueron organizadas bajo el nombre de islas Filipinas.

Legazpi destacó como administrador de los nuevos dominios, en donde introdujo las encomiendas, tal como se hacía en América, y activó el comercio con los países vecinos, en especial con China, para lo que aprovechó la colonia de comerciantes chinos establecidos en Luzón desde antes de su llegada. La cuestión religiosa quedó en manos de los Agustinos dirigidos por fray Andrés de Urdaneta. La conquista siguió por las islas restantes, Panay, Masbate, Mindoro y, finalmente, Luzón, donde encontró la gran resistencia de los tagalos.

La prosperidad del asentamiento de Maynilad, que era un enclave musulmán, situado al sur de la isla de Luzón, dedicado al comercio, atrajo la atención de Legazpi en cuanto este tuvo noticias de su existencia en 1568. Para su conquista mandó a dos de sus hombres, Martín de Goiti y Juan de Salcedo, en expedición al mando de unos 300 soldados, que llegaron a la bahía de Manila el 8 de mayo de 1570, después de haber librado varias batallas por el norte de la isla contra piratas chinos. Los españoles quedaron sorprendidos por el tamaño del puerto y fueron recibidos amistosamente, acampando por algún tiempo en las proximidades del enclave. Al poco tiempo se desataron incidentes entre los nativos y los españoles y se produjeron dos batallas, siendo derrotados los nativos en la segunda de ellas, con lo que el control de la zona pasó a manos españolas después de los correspondientes protocolos y ceremonias de paz, que duraron tres días. Fue el Rajah Matanda quien entregó Maynilad a López de Legazpi, con lo que se completó el control sobre la isla de Luzón, a la que Legazpi llamó Nuevo reino de Castilla.

López de Legazpi estableció en 1571 la capital de las islas, Manila, comenzando en ese momento la labor de colonización de Filipinas, apoyando por un lado la evangelización y por otro la creación de una ruta comercial para llevar las materias primas a España. La edificación de la ciudad, dividida en dos zonas, se debió a la real orden que Felipe II emitió desde el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial el 3 de julio de 1573, y en la que se planificaba la zona de intramuros al estilo español de la época, con carácter defensivo según planos de Herrera, arquitecto de El Escorial, y dejando extramuros para las aldeas indígenas que más tarde darían lugar a nuevos pueblos y acabarían, con el tiempo, integrando la urbe de Manila.

Cuatro años después de su fundación, Manila sufrió un ataque a manos del pirata chino Lima-Hong. El gobernador Guido de Lavezares y el maestre de campo Juan de Salcedo, al mando de 500 españoles, expulsaron a la flota mercenaria chino-japonesa.

Después de proclamar a Manila capital del archipiélago de las Filipinas y de los dominios españoles del Lejano Oriente, López de Legazpi trasladó allí su residencia. Permaneció en Manila hasta su muerte acaecida el 20 de agosto de 1572 en la Capitanía General de las Filipinas como consecuencia de un ataque cerebrovascular y en una situación económica precaria, sin saber que el rey Felipe II había firmado una Real Cédula por la que le nombraba Gobernador vitalicio y Capitán General de Filipinas y le destinaba una paga de 2.000 ducados. Fue enterrado en la iglesia de San Agustín, Intramuros, en Manila.

Jaime Mascaró

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