Alfonso XIII, el Africano

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Alfonso XIII, llamado «el Africano», fue rey de España desde su nacimiento hasta la proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril de 1931.

La inesperada muerte de su padre el rey Alfonso XII, acaecida el 25 de noviembre de 1885, provocó una crisis que llevó al Gobierno presidido por Práxedes Mateo Sagasta a paralizar el proceso de sucesión a la Corona a la espera de que la viuda Alfonso XII, María Cristina de Habsburgo, diese a luz, pues estaba embarazada en aquel momento. Cuando en Madrid, el 17 de mayo de 1886 la reina regente dio a luz un varón en el Palacio Real, Alfonso XIII, éste fue reconocido de inmediato como rey, siendo un caso único en la historia.

Cinco días después de su nacimiento, el 22 de mayo, en la capilla del mismo palacio, fue bautizado por el  cardenal Payá, capellán mayor y arzobispo de Compostela. Le fueron impuestos los nombres de Alfonso León Fernando María Santiago Isidro Pascual Antón, siendo sus padrinos el papa León XIII​ (representado por el nuncio, cardenal Rampolla) y la infanta Isabel su tía paterna.

 La Reina viuda, su madre, ejerció la regencia durante su minoría de edad, con pulcritud intachable, entre 1885 y 1902. Al final de la Regencia y poco antes de comenzar su reinado propiamente dicho, España, tras la intervención de los Estados Unidos en 1898 en la guerra colonial, perdió sus últimas posesiones ultramarinas en Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam en una derrota militar conocida como el desastre del 98.

Desde joven, Alfonso fue educado en la doctrina católica y liberal para ser rey y soldado. En el contexto del alejamiento entre la España oficial y la España real, los intentos de regenerar España tras el desastre de 1898 y la Constitución de 1876, el rey intervenía en asuntos políticos. Además, tuvo que afrontar diversos problemas como las guerras de Marruecos, el movimiento obrero y el nacionalismo vasco y catalán.

Su educación estuvo marcada por la orientación militar: militares, fundamentalmente, integraron su Cuarto de Estudios, formado en 1896, y en él tuvo lugar destacado su profesor de Derecho Constitucional y Administrativo, el ilustre jurista Vicente Santamaría de Paredes, y se encargó de su formación religiosa el jesuita Fernández Montaña.

En 1902, al cumplir los dieciséis años, Alfonso XIII fue declarado mayor de edad y asumió las funciones constitucionales de jefe de Estado.

En 1904, durante un primer gobierno de Antonio Maura, éste llevó al Rey a Barcelona, viaje que constituyó un gran éxito personal del Rey y de la Monarquía, pero no contribuyó a que don Alfonso captase el sentido integrador de la naciente Lliga Regionalista: el acendrado españolismo del Rey estuvo siempre matizado por un castellanismo a ultranza.

Desde 1905 se iniciaron sus viajes por Europa (su visita a París quedó marcada por el primer atentado sufrido por don Alfonso, junto con el presidente Émile Loubet, y del que ambos salieron ilesos).

La rivalidad entre los posibles herederos de Cánovas y de Sagasta sólo quedó resuelta entre 1905 y 1907 con la designación de Antonio Maura, como jefe del Partido conservador, y la de Segismundo Moret, como jefe del Liberal. De aquí la fugacidad de los primeros gobiernos designados por el joven monarca, lo que daría pie al maligno apelativo de “crisis orientales” (en alusión al Palacio de Oriente), que acusaban injustamente a don Alfonso de manipulador de las distintas facciones políticas, para prevalecer sobre ellas.

Se casó el 31 de mayo de 1906 con la princesa británica Victoria Eugenia de Battenberg (1887-1969), hija del príncipe Enrique de Battenberg y la princesa Beatriz del Reino Unido.​ Victoria Eugenia era sobrina del rey Eduardo VII y nieta de la reina Victoria I del Reino Unido. Cuando Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia regresaban al Palacio Real, después de la boda, sufrieron un atentado mediante una bomba escondida en un ramo de flores, lanzada por el anarquista Mateo Morral a su carroza, frente al número 88​ de la calle Mayor de Madrid, del que, como consecuencia del mismo, fallecieron 11 personas y 14resultaron heridas, y sin embargo, ellos salieron ilesos.

La pareja real tuvo siete hijos nacidos dentro del matrimonio: En 1907 nació Alfonso, príncipe de Asturias, en 1908 Jaime, en 1909 nació Beatriz, en el año 1910 nació muerto Fernando, en 1911 María Cristina y en 1913 Juan, pretendiente al trono desde la muerte de su padre, y finalmente Gonzalo en 1914. El rey tuvo también cinco hijos extramatrimoniales, entre ellos y con la actriz española Carmen Ruiz Moragas, a María Teresa y su hermano Leandro que fue autorizado por la justicia española a usar el apellido Borbón el 21 de mayo de 2003 como «Leandro Alfonso de Borbón Ruiz».

En 1911 el monarca se implicó en el conflicto de la Guerra de Melilla, y a su vuelta, el presidente del Senado Eugenio Montero Ríos le otorgó el sobrenombre de «el Africano». También se le conoce como redentor de cautivos. Al principio de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), una lavandera francesa le escribió pidiéndole ayuda para localizar a su esposo, desaparecido en combate. El Rey consiguió encontrarlo y el episodio provocó un aluvión de solicitudes de personas interesadas en conocer el paradero de sus seres queridos. La creación de la oficina procautivos en las dependencias del Palacio Real consiguió llevar a cabo una extraordinaria labor humanitaria.

Entre mayo y julio de 1918, Alfonso XIII enfermó de un brote de la gripe que acabó siendo la mayor pandemia del siglo XX. La prensa española, debido a la neutralidad de España en la guerra, no estuvo sujeta a la censura como la prensa de los países beligerantes e informó con mayor libertad sobre la enfermedad. Ello dio lugar a la impresión de que la gripe afectaba más a España que a otros países y a que esta pandemia fuese conocida, erróneamente, como la «gripe española».

Alfonso XIII habría llegado a meditar sobre la posibilidad de una dictadura a lo largo de 1923 y en agosto  sondeó a Antonio Maura su opinión sobre una dictadura real, a lo que el político mallorquín le respondió que en ese caso, como mal menor, sería preferible una dictadura militar.​ En este contexto de crisis política y social, el capitán general de Cataluña Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923, que fue respaldado por Alfonso XIII al encargarle la formación de un gobierno.

En 1930 tras el fracaso de la experiencia primorriverista, el rey intentó restaurar el orden constitucional, pero los partidos republicanos, socialistas y el nacionalismo se unieron contra la Monarquía. El 29 de enero de 1930 Alfonso XIII apartó a Miguel Primo de Rivera del gobierno y nombró presidente del consejo de ministros al general Dámaso Berenguer con la intención de retornar al régimen constitucional.

En febrero de 1931 el almirante Juan Bautista Aznar fue designado presidente del consejo por Alfonso XIII. Su gobierno convocó elecciones municipales el 12 de abril de 1931. Al conocerse en los comicios la victoria en las ciudades de las candidaturas republicanas, el 14 de abril se proclamó la Segunda República. El rey abandonó voluntariamente el país ese mismo día, con el fin de evitar una guerra civil. El rey al abandonar España pronunció sus más famosas palabras: “… espero que no habré de volver, pues ello sólo significaría que el pueblo español no es próspero ni feliz”.

Al poco tiempo se separó de su esposa, Victoria. Los últimos años de su vida los pasó en Roma. Tras la muerte de Alfonso Carlos de Borbón, duque de San Jaime, pretendiente carlista bajo el nombre de Alfonso Carlos I, en 1936 recibió los posibles derechos del carlismo y del legitimismo francés con el nombre de Alfonso XIII de España y Alfonso I de Francia y Navarra.

El 15 de enero de 1941 renunció a la jefatura de la Casa Real en favor de su hijo Juan (sus dos hijos mayores se habían apartado de la sucesión). Vivió en el exilio diez años hasta su muerte, acaecida el 28 de febrero de 1941 en el Gran Hotel de Roma a causa de una angina de pecho pronunciando “Dios mío, España”. Estuvo enterrado inicialmente en la iglesia de Santa María de Montserrat de los Españoles de la capital italiana hasta que, el 19 de enero de 1980, sus restos fueron trasladados al Panteón de los Reyes del Monasterio de El Escorial por orden de su nieto, el rey Juan Carlos I. Alfonso XIII fue un hombre sabedor de la importancia de la educación y la investigación. En lo que respecta a la educación, donó 320 hectáreas de su propiedad en Moncloa para que se construyera la Ciudad Universitaria de Madrid.

Jaime Mascaró

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