Cultura

Cuotas de género

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“Go woke, get broke”, que en una traducción muy literal al español es: sé progre, vuélvete pobre”

 

 

 

Ricardo Sandoval / @LuisRSandoval5
luizandcar18@gmail.com

El presente texto, como los anteriores que he realizado, procede a criticar e intentar explicar los motivos de mi pensamiento, malamente llamado como “conservador, hombre blanco, criado por el heteropatriarcado opresor, machista”; y un sinfín de adjetivos que me ponen (por el hecho de ser un hombre), los grupos denominados como woke.

Cabe recordar que, como lo he mencionado mucho, los ensayos sirven como ejercicio literario, así como una crítica, con bases, que deje pensando al lector y que saque sus propias conclusiones, para así ir nutriendo el debate. Otra aclaración es que, los debates no se ganan ni se pierden, ni se vuelven una zona de guerra, donde el que saca una flauta para no escuchar las opiniones de la oposición es considerado como un héroe.

Como bien lo dice el dicho “go woke, get broke”, que en una traducción muy literal al español es: sé progre, vuélvete pobre. Muchas compañías, como Disney, Budweisser, Sony, hasta el Absolut, nos llenan de publicidad arcoíris, de, supuestos valores de inclusión, de la no discriminación, la unión y el amor entre todos los seres humanos, de aceptarse como lo que uno es: un helicóptero apache.

Si bien, en las cuotas de género se busca la igualdad y la inclusión de las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres, se pasa por alto un detalle fino pero muy importante: la capacidad que tienen las mujeres para crear algo.

Es cierto que el mundo fue creado, en la gran mayoría de las ocasiones, por hombres, forjado por sus manos y mantenido. Los hombres, como género, son los que realizan los trabajos más peligrosos que ninguna mujer se atrevería a hacer: mantener las tuberías con los desechos fecales andando, subirse a torres de electricidad, ir a pozos petroleros a mitad del mar y un larguísimo etcétera.

Solo que esta vez no vengo a ensalzar los logros de los hombres, porque a lo largo de la historia humana hubo, hay y habrá mujeres sobresalientes. Marie Curie, fue física y química, pionera en la radioactividad, profesora en la prestigiosa universidad de París, no porque haya sido mujer, sino por sus logros, avances y estudios en su materia.

Maya Angelou, a quien muchas personas la llaman erróneamente como poetiza, ya que dicha palabra la menosprecia, la hace ver menos de lo que en realidad fue: una gran poeta. Maya fue una activista por los derechos civiles de los negros, allá en Estados Unidos, además de ser la autora del libro Sé por qué canta el pájaro enjaulado.

La reina Cleopatra, que, aunque “sus abuelas se lo hayan dicho”, NO fue una persona negra. Tenía rasgos helénicos, nacida en la dinastía greco macedonio, descendiente también de persas. Además de que fue la ultima reina de la dinastía Ptolomeica, antes de que Egipto se convirtiera en una más de las provincias romanas. Cleopatra, la original, fue diplomática, comandante naval y lingüista. Además de eso, fue la primera quien, no hablando egipcio, lo aprendió para así comunicarse mejor con su pueblo.

Por su parte, Edith Cowan, mujer de origen australiano, quien tiene el honor de estar en su billete de 50 dólares, además de que una universidad de ese lejano país lleve su nombre, fue la primera mujer en estar dentro del parlamento, abogando por los derechos de las mujeres, como lo era que estudiaran abogacía, además de velar por los inmigrantes, la verdadera educación sexual en las escuelas (y no lo que se quiere ver actualmente, con personas trans o queers tratando de “convencer” y “educar” a niños).

Lo más irónico del asunto, es que si Edith viviera para presenciar lo que ocurre en España, donde las mujeres tienen muchísimos más derechos que los hombres, se vuelve a morir. Brevemente, si alguien me dice un derecho que las mujeres no tengan, que nosotros los hombres sí, aplico un Nahuel Guzmán y me retiro. Hablando del país ibérico, las pruebas para que las mujeres entren al cuerpo de bomberos no son iguales a la de los hombres.

Una mujer que estaba muy adelantada a su época fue Ada Lovelace, quien, nacida 1815, fue la pionera en programación computacional. Obviamente, en sus tiempos no había las herramientas, ni los chips que tenemos ahora, pero sus notas sobre lo que ella llamó <<Máquina Analítica de Babbage>>, fue lo que produjo los ordenadores y el software que tenemos en este siglo XXI.

Pudiera seguir hablando sobre mujeres majestuosas e inteligentes que estaban adelantadas a su tiempo, que con mérito propio y sin decir la excusa de “la opresión del machismo”, lograron muchas cosas.

Actualmente, la meritocracia es el pan de cada día. Se deben de regir las empresas por cumplir y llenar ciertos estándares que, irónicamente, excluyen al resto de la sociedad. Al únicamente enfocarse en una minoría, ruidosa sí, pero minoría, al fin y al cabo, las empresas dejan de lado su principal razón para existir: el capital.

Ese circulo vicioso, donde las empresas generan dinero para pagarle a los trabajadores un estilo de vida que avanza muy rápido, es caótico y que, muchas veces, no es suficiente.

Como lo acabo de mencionar, la meritocracia deja de lado la capacidad de las personas para salir adelante. Se echan a la hamaca esperando que papá gobierno les solucione todas las cosas malas de la sociedad, no haciendo nada ellos por ayudar.

Hace unos diez años, más o menos, si se veía a una mujer que subía a un avión a pilotearlo, era considerado asombroso, no porque fuera mujer, sino porque tenia la capacidad y se le daba la confianza de llevar a buen destino un avión lleno de pasajeros. Lo mismo con una persona afrodescendiente, china, etc. No nos interesaba si la mujer piloto era lesbiana o trans porque era respetada por su capacidad. Ahora, si se ve a una mujer en dicha situación, el colectivo, la gente lo ve como llenar un espacio, más si es de una minoría: negra, lesbiana y trans ya le dan más puntos a su favor.

La sociedad se está cansando de estas cuotas de género, cuyo único propósito es la de que ganen unos pocos algo de dinero, así como dividir a una sociedad, de por sí contradictoria e individualista.

Por consiguiente, tenemos una sociedad infantilizada, berrinchuda, quejumbrosa que trata de hacer su única voluntad, con tal de “romper los estándares del pasado”. Estoy de acuerdo en que debe de haber un equilibrio, pero lo que busco, como los de estas minorías es algo imposible de alcanzar: se llama utopía.

El mundo perfecto que buscan los woke, que ya destrozaron la biología con sus supuestos 37 géneros, el cine y los programas de televisión/streaming, van por los videojuegos, no aceptando las criticas y tachando de intolerantes a aquellos que no piensen igual a ellos.

Las cuotas de género, en lugar de darle más visión a las mujeres, lo que ha hecho es dejar fuera a los hombres, creando un desequilibrio que se busca erradicar, como lo es el considerar que existe una brecha salarial. Un trabajo de modelaje es mejor remunerado a las mujeres que a los hombres, pero las mismas feministas lo detestan porque creen que, las modelos no son lo suficientemente empoderadas, pero si quieren una igualdad en el fútbol, por decir otro ejemplo.

Pero el problema no es si existe o no la brecha salarial, porque ahí difieren y mucho el trabajo y el puesto asignado de acuerdo con la capacidad de la persona en cuestión, cosa que, como he mencionado a lo largo de este artículo, ha quedado en el pasado.

Ahora, lo importante es que las mujeres empoderadas prefieren encontrarse a un oso mientras caminan por el bosque a estar con un hombre extraño que puede aumentar las posibilidades de sobrevivir. Yo, por mi parte, también preferiría enfrentarme al oso que a una feminista empoderada actual.

#InPerfecto