'The Substance', la película más bestia de Cannes 2024: un baño de sangre, ultragore y terror corporal feminista con Demi Moore

'The Substance', la película más bestia de Cannes 2024: un baño de sangre, ultragore y terror corporal feminista con Demi Moore

La francesa Coralie Fargeat se postula como directora más salvaje del festival con una propuesta transgresora, sin freno de mano y con excelentes interpretaciones de sus protagonistas Demi Moore y Margaret Qualley.
Imagen de la película 'The Substance'
Imagen de la película 'The Substance'
Cinemanía
Imagen de la película 'The Substance'

Si en Revenge (2017) la directora Coralie Fargeat abordó las películas rape and revenge con una óptica renovada, con The Substance, su segundo largo y una bomba de nitroglicerina detonada en la competición del Festival de Cannes, se lanza de lleno al terror corporal sin freno.

Demi Moore y Margaret Qualley protagonizan este guion de la propia Fargeat. Moore es una actriz-presentadora de un programa de fitness que, al cumplir 50 años, empieza a verse apartada de los focos del deseo. Entonces, recurre a una extraña sustancia que, al inyectarse, saca de tu cuerpo una versión más joven y atractiva, encarnada por Qualley. Hasta aquí el planteamiento, porque en la crítica a continuación entramos en SPOILERS.

Crítica de 'The Substance'

Valoración:

En la que quizás sea la película más extrema que se ha visto en la competición del Festival de Cannes, la directora Coralie Fargeat demuestra lo intenso y satisfactorio que puede ser el cine de género cuando no tiene remilgos ni pie alguno en el pedal del freno; en The Substance, más bien pone los dos pies (y algún montón de ladrillos) encima del acelerador.

Con sus aportaciones a subgéneros de presunto derribo como las películas rape and revenge (en la estupenda Revenge, 2017) o, en este caso, el terror corporal más gore y explícito, la francesa se ha convertido en una especialista en denunciar la mirada masculina que rige el audiovisual y la percepción del cuerpo de la mujer, pero adueñándose con descaro de sus códigos para llevarla a un nuevo terreno.

The Substance es una fábula desquiciada que no oculta (las exhibe con orgullo) sus cartas de denuncia del sistema patriarcal que valora a las mujeres en base a su atractivo físico, siempre en declive por el paso del tiempo y dictado por cánones normativos muy disciplinarios. Todo ello converge en la protagonista interpretada por Demi Moore en uno de esos papeles que se aúpan en la trayectoria previa de la intérprete y sirven para redefinir carreras.

Elisabeth Sparkle es una actriz de éxito venida a menos, pero felizmente reciclada en presentadora de un programa de fitness en televisión. Al cumplir 50 años, su jefe (Dennis Quaid, tan pasadísimo de rosca como requería el tono del filme) no tiene ningún reparo en decirle que la van a sustituir por alguien más joven y sexy; a Moore, icono sexual del cine de los 90 que en noviembre cumplirá 62 años, le deben de sonar mucho ese tipo de conversaciones.

La actriz recurre a una misteriosa sustancia que promete sacar a la luz su lado más atractivo. Distribuida por correo con un impecable servicio de atención al cliente 24h y un diseño de packaging e instrucciones minimalistas dignas de Apple o IKEA, el proceso de aplicación con agujas, tubos y viales entrando y saliendo del cuerpo es una delicia del fetichismo médico que Fargeat filma con todo lujo de planos detalle y efectos de sonido de ASMR enfermizo.

Margaret Qualley en 'The Substance'
Margaret Qualley en 'The Substance'
Cinemanía

El gusto por la narración visual que demuestra la cineasta es impecable, emulando a referentes como Brian De Palma en la construcción de una gramática de planos y ángulos destinados a sacar la mayor expresividad posible de cada momento; durante largos periodos de tiempo (con un metraje de 2 horas y 20 minutos que pasa como una centella), sin diálogos apenas y poniendo todo el valor en la imagen.

Una imagen que es puro festival del exceso y la desmesura. Y una celebración de los efectos especiales plásticos en hermanamiento con su pulido digital: el efecto de la sustancia sobre la protagonista implica el surgimiento dentro de su cuerpo de una versión más atractiva de sí misma, encarnada por Margaret Qualley, que emerge y repta saliendo de la columna vertebral en un derroche de fluidos corporales, carne y vísceras que ni siquiera es la secuencia más gore de The Substance.

La entrega tanto de Demi Moore como Margaret Qualley a la propuesta de Fargeat es total. Una exposición convencida de sus cuerpos, ya sea desnudos, ultrasexualizados (el conteo de planos traseros de Qualley rivaliza con la galería del móvil de Abdellatif Kechiche después de un día en la playa) o sometidos a durísimas deformaciones violentas. 

Porque en The Substance la nueva carne de David Cronenberg se hermana con las deformaciones plasticosas de Frank Henenlotter, las pesadillas corporales de Junji Ito, la crueldad despiadada de Julien Maury & Alexandre Bustillo (hay una paliza que duele a cada golpe y borbotón de sangre) y el videoclip para Call on Me de Eric Prydz. 

Yendo más lejos que Marina de Van en Dans ma peau y siendo más extrema que Julia Ducournau en Titane, Fargeat contraataca cualquier acusación de afectación con un tercio final y su clímax ensangrentado a chorrazo limpio que saca de la sala a los críticos culturales y cede asiento a los fanáticos del terror purulento. Ahí es donde se certifica que no es solamente una cineasta con cosas que decir y ganas de impactar, sino que además se le da condenadamente bien hacerlo.

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Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

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