La ciudad en el siglo XXI: Cúpulas y metropolitanos [Jorge Morín]

Antonio Fernández Alba en su estudio de Hilarión Eslava

El 7 de mayo fallecía en Madrid el arquitecto salmantino Antonio Fernández Alba a los 94 años. En estos días han sido numerosos los obituarios sobre sus méritos: Académico de la RAE y de la Academia de San Fernando, Premio Nacional de Arquitectura en 1963 y Nacional de Restauración en 1981, etc. Los cargos que ejerció, aunque sin duda, el de docente fue el más significativo, Catedrático de Elementos de Composición de la ETSAM. Su obra, mayoritariamente enfocada a la edificación institucional y a la restauración, como la del Hospital San Carlos, sede del MNCSRS, la Plaza Mayor de Salamanca, el observatorio de Madrid. Por último, sobre su obra escrita, también abundante y compleja, muy alejada de la simplicidad imperante hoy en día.

En Toledo ciudad no contamos con ningún ejemplo de su obra. De los prototipos para los laboratorios EXCO para el Instituto de Calidad de la Edificación que se construyeron en diferentes ciudades del país -Málaga, Jaén…-, podemos ver el prototipo de su planta y alzado del año 1973. En el 2003 se presentó al concurso para la restauración del Claustro de la Catedral, no siendo el proyecto ganador. En la provincia se conservan dos proyectos, uno de 1974 para un Centro Escolar en Puente del Arzobispo y otro de 1975 para una residencia de ancianos en Torrijos. En 2003 se construyó el Archivo Nacional de Datos geofísicos del Observatorio de Toledo, en la Carretera de Ávila.

Arriba: Laboratorio prefabricado para EXCO. MOPU. Alzado volumétrico. Abajo: AN de DGO de Toledo.

En la Región es, sin duda el complejo residencial de los trabajadores de la central nuclear José Cabrera en Albalate de Zorita -Guadalajara-, su obra más representativa y que, como gran parte de la arquitectura contemporánea, corre riesgo de desparecer. Un proyecto de 1965, construyéndose un año después la Residencia y el poblado.

Central nuclear de Zorita (Guadalajara/ residencia de Técnicos 1963 / Poblado de la central).

En la mecánica habitual de nuestro país, seguido de los obituarios, vendrán los homenajes. Esperemos de sus compañeros de la RAE que continúen con su labor; de sus alumnos que apliquen sus enseñanzas; de las Instituciones Públicas que garanticen la conservación de su obra, ya que el legado documental está depositado en la Real Academia de San Fernando en una donación de 2013. Sin embargo, en una opinión personal, el legado más significativo de AFA son sus ensayos, su obra literaria, que es extensa y variada, donde se plantean muchos problemas de la sociedad postmoderna que estamos viviendo.

En relación con su obra construida, una de las más visualizadas, aunque no asociadas a AFA, es el templete de Cercanías de la Puerta del Sol, popularmente conocida como la “ballena”, sustituido por un pabellón circular. En su inauguración en 2009, decía AFA, que las cúpulas representaban la Villa que fue y la metrópolis que es Madrid. No cabe duda que desde la construcción de la cúpula del Panteón en Roma es una mecánica asociada a las grandes urbes; lo será después con la de Santa Sofía en Constantinopla y lo que significaron en Florencia y Roma, la construcción de sus nuevas basílicas en el Renacimiento…y así hasta ahora.

Templete de Cercanías de la Puerta del Sol

En Toledo, la visión de esa urbs llena de cúpulas, y lo que lleva implícito en su construcción, lo vemos explicitado en el cuadro del Greco, Vista y plano de Toledo, donde son visibles esas arquitecturas. En primer plano, en lo que el arquitecto JR González de la Cal definió como “el primer ensanche higienista de la ciudad”, el Hospital Tavera, girado, y su imponente cúpula funeraria que define no solo el nuevo espacio sino la entrada a la vetus urbs.

El Greco, Vista y plano de Toledo. Abajo, detalle del Hospital Tavera.

Los ensanches modernos de Toledo, el construido en la Avenida Reconquista y el de Santa María de Benquerencia han renunciado a la presencia de la cúpula. Ese elemento indisoluble de la urbs. Se han convertido en espacios “periféricos” de la vieja ciudad que mantiene los elementos urbanos que la definen, pero pierde el elemento esencial de una ciudad, que son los ciudadanos. En la actualidad viven en el casco de Toledo menos de 10.000 personas, el 11% de la población censada. Los nuevos espacios han recurrido a una mecánica habitual en el mundo clásico, que es el de la ciudad duplice. Se construye una nueva en las cercanías y la vieja urbe va languideciendo hasta su muerte, así lo hicieron repetidamente los romanos en Hispania. La ciudad vieja se ha convertido en un escenario muerto recorrido de día por miles de turistas que recorren sus calles ajenos al significado de la vida ciudadana.

Arriba: Avd de la Reconquista. Abajo: Barrio de Sant María de Benquerencia.

Es ahí, donde el legado escrito de Antonio Fernández Alba está en plena vigencia. A inicios de los años 90 iba a verle al estudio de Hilarión Eslava. Yo empezaba mi mundo arqueológico y aquellas conversaciones, en las que escuchaba más que participaba, iban incentivando tener una visión crítica de la sociedad y de la ciudad. Entre los muchos libros suyos, me marco profundamente la lectura de La metrópoli vacía, publicada en 1990. Con un subtítulo demoledor: Aurora y crepúsculo de la arquitectura en la ciudad moderna. Y dedicada a los “ciudadanos inteligentes y a los que sufren y soportan el exilio urbano”.

Hace 35 años Fernández Alba abordaba la crisis de las metrópolis de hoy, el juego de fuerzas entre un modelo de ocupación capitalista del territorio urbano, envejecido y obsoleto, y la tentativa de recuperar el mismo desde perspectivas diferentes. En la tensión de esta estrategia hemos asistido a la génesis de la metrópoli contemporánea, a una expropiación de la ciudad por la metrópoli, alienando el comportamiento de sus habitantes/ciudadanos y enajenando los lugares de su residencia.

Este análisis clarividente de los cambios de la ciudad se ha materializado en la actualidad. En Occidente, desde el s. V a.C., ligado a la vida urbana han estado las bases y el desarrollo de modelos democráticos, de ciudadanos libres. La pérdida de la ciudad supone la desaparición de ese modus vivendi. El metropolitano, nuevo habitante de esos espacios sufre los cambios, las pérdidas y cuando alza la vista las cúpulas están lejanas en una urbs ya muerta. Lo vivimos en Toledo y en muchas otras ciudades de nuestro país, donde los ciudadanos son expulsados de la urbs a espacios periféricos residenciales, convirtiéndose en metropolitanos.

En palabras de Fernández Alba: “…la necesidad de recuperar el legado vitrubiano como norma y su continuidad con el pensamiento clásico, el deseo de restituir la acción testimonial y su naturaleza ética…y, por último, reivindicar la razón para desarrollar la ciudad y edificar la arquitectura como construcción mental que haga explícito el sentido del lugar como formalización del espacio, desmitificando tantas escenificaciones arquitectónicas como técnica de alojamiento” (AFA, La metrópoli vacía, 1990, 11).

Dr. Arqueólogo Jorge Morín de Pablos

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