"Quería exponer con Rembrandt" | Cultura | EL PAÍS
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"Quería exponer con Rembrandt"

Entrevista con Víctor Ruiz Roizo, el pintor madrileño que consiguió colgar su cuadro en el Museo del Prado

No fue un montaje periodístico ni un compló interno. Como responsable de colgar un cuadro en el Museo del Prado y de introducir otro en el Centro de Arte Reina Sofía se confiesa el pintor Víctor Ruiz Roizo, madrileño de 39 años, que acude a una cita con este periódico después de un día de incontables llamadas desde diferentes teléfonos. Su relato es coherente y sólo se reserva algún detalle como el día y la hora en que realizó sus donaciones: "No quisiera que nadie fuera sancionado por mis acciones. Trabajé en un banco y allí, a pesar de todas las medidas de seguridad, también puede haber atracos".

Víctor Ruiz Roizo muestra su perplejidad ante el vendaval desatado por su ocurrencia: desconocía totalmente lo que de avispero tienen el Prado y el Reina Sofía. "No quiero decir, como me han aconsejado algunos, que trataba de llamar la atención sobre la falta de vigilancia en los museos". Tampoco se trataba de una performance o una provocación surrealista. Todo es más sencillo: "Quería dar la nota, darme a conocer, aunque tal como van las cosas no estoy seguro de que haya sido un acierto. El caso es que te acercas al mundo del arte y lo primero que te piden es un currículo. Yo no tengo facilidad para las relaciones públicas y apenas he expuesto,. Así que pensé que sería bueno exponer con Rembrandt y toda esa banda".Dos semanas le llevó poner en práctica esa idea. "Fue cuestión de lógica. Lo primero, buscar salas donde hubiera un espacio libre, cosa no tan fácil. A mí me hubiera gustado colgar un cuadro mío junto a los de Goya, mi pintor favorito, pero era arriesgar demasiado. Tomé las medidas y estudié el estilo de las obras que estaban al lado. Lo más pesado fue localizar marcos similares: llevaba muestras de marcos y hacía comparaciones discretas. La ejecución de los cuadros fue sencilla: son pinturas al agua, no óleos como se ha dicho; tampoco han acertado con que si yo era un pintor de academia o que estaba influenciado, por el cómic".

La ejecución, según Ruiz Roizo, "fue una experiencia complicada: esperar a que cada sala se quedara vacía, echar un poco de superglue y colocarlo en la pared confiando en que no quedara descuadrado. En total, poco más de 15 segundos". "Luego", afirma, "me mezclé con los turistas japoneses y volví a ver cómo encajaban. El del Reina Sofía despertaba algunas risitas pero nadie se sorprendió. Lástima que, por lo visto, se cayera poco. después..."

Luego Víctor volvió a su estudio de Ciempozuelos. Al pasar cuatro días sin que hubiera repercusiones, pensó que todo había sido en vano: "Tal vez era algo que ocurría con frecuencia y nadie lo daba importancia". A mediados de la pasada semana la noticia de que el cuadro de un desconocido había permanecido cuatro días en la sala 59 del Museo del Prado saltó a todos los periódicos y emisoras. "Fueron unas cuantas horas de miedo, aguardando a que en cualquier momento la policía llamara a mi puerta. Después de todo, firmaba como V. R. Roizo y, mi segundo apellido, alemán de origen, es bastante raro. Pero yo no intenté engañar a nadie: en la cartulina de cada cuadro puse nombre, título y el siglo en que vivimos".

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