Una historia de pérdidas, dificultades y lágrimas que no registró “La familia Ingalls” - Infobae

Una historia de pérdidas, dificultades y lágrimas que no registró “La familia Ingalls”

Laura Ingalls Wilder publicó su primer libro a los 65 años, y aunque retrató allí parte de sus experiencias, quedó oculta gran parte de los hechos trágicos que marcaron su vida

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Laura Ingalls Wilder publicó su primer libro a los 65 años.
Laura Ingalls Wilder publicó su primer libro a los 65 años.

La pequeña de La familia Ingalls, la serie de televisión de los años 70 que se robó la atención de Estados Unidos y América Latina, mostró solo una parte de la vida de la escritora Laura Ingalls Wilder.

Autora de la serie de libros La pequeña casa en la pradera y pionera en la narración que pasa a las pantallas, fue consagrada como una de las escritoras más importantes de las letras estadounidenses. Sin embargo, poco se sabe de los lamentables sucesos que atravesaron su vida, muy diferente a la imagen dulce y encantadora que presenta su obra.

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Una infancia entristecida

Poco tiempo llevaba en la tierra Laura Ingalls Wilder cuando empezó a experimentar las primeras pérdidas de su vida, los primeros dolores. Nació en febrero de 1867 en Wisconsin, Estados Unidos, y siendo la segunda de cuatro hermanos, tuvo que presenciar la muerte de su hermano menor, Freddie, y también la pérdida de la visión de Mary, su hermana mayor, debido a una enfermedad.

La familia se desarrollaba en un entorno con muchas dificultades económicas. A lo largo de su vida fueron varios los acontecimientos que marcarían el carácter resiliente de Laura Ingalls: la pérdida total de sus cosechas, incendios y graves problemas económicos, situaciones que agudizaron la precariedad en la que vivían. Por esta razón, Ingalls tomó la decisión de empezar a trabajar en un intento por sostener a los suyos.

Los sucesos infortunados y el traslado frecuente de la familia buscando mejores condiciones de vida impidieron que Laura pudiera llevar una vida académica consistente, por lo que su escolarización fue esporádica y, por ello, gran parte de su formación se desarrolló como autodidacta.

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Sobre la vida adulta

El 25 de agosto de 1885, con 18 años, Laura contrajo matrimonio con Almanzo James Wilder. Adquirieron una finca para construir su familia y empezaron a ampliarla. El nacimiento de los hijos supuso para la pareja una de las mayores alegrías de su vida, pero fue corta. El niño murió durante la infancia y poco tiempo después también falleció su esposo de difteria, una enfermedad infecciosa que primero lo dejó paralítico.

Más tarde, los bienes también se harían cenizas, su casa y su granja fueron consumidas por el fuego. A esto le siguieron años de sequía que también afectaron su terreno y que volvieron a crear un escenario lleno de dificultad.

Arrinconada por las dolorosas pérdidas, Laura Ingalls vivió uno de los momentos más tristes de su vida, un dolor inmenso que luego la empujó poco a poco a una soledad en la que encontró las puertas abiertas para iniciar su camino en la escritura.

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La escritura, un tratamiento para el dolor

Laura empezó a escribir artículos para revistas como Missouri Ruralist. Sin embargo, se cree que la escritura de sus memorias fue una idea alentada por su hija. De esta manera, en 1932 inició la creación de la serie de novelas autobiográficas que más tarde se reunirán en La casa de la pradera.

La casa de la pradera (NOGUER Y CARALT)
La casa de la pradera (NOGUER Y CARALT)

El ejercicio creativo se convirtió para Laura en un tratamiento para el dolor y las tragedias que había experimentado a lo largo de su vida. Fue la sanación para su corazón después de tantos años. Sus escritos reflejaron su capacidad para superar los obstáculos, transmitir un mensaje de resiliencia y compartir sus experiencias al mundo.

Con todo lo que enfrentó, la figura de Laura Ingalls va más allá de su papel en la famosa serie basada en su obra literaria, La familia Ingalls (1974), la cual relataba con un estilo romántico la vida del medio oeste de Estados Unidos atravesada por una visión idealizada de la vida de los colonos en el siglo XIX, aunque la realidad fuera distinta.

A sus 65 años publicando su primer libro, Laura no solo encontró el tratamiento para tanto dolor reunido, sino que además inspiró a muchos en estas y otras situaciones complejas. Fue fundamental también para su hija, Rose Wilder Lane, quien más tarde también ingresaría al mundo de las letras y se consolidaría como una de las fundadoras del movimiento libertario estadounidense.

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