CRÓNICA: Cristian de Moret. C.C. Delicias, Zaragoza, 23/3/24. Por Beatriz L. - Aragón Musical
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Cristian de Moret. C.C. Delicias, Zaragoza, 23/3/24. Foto, Luis Lorente
Cristian de Moret. C.C. Delicias, Zaragoza, 23/3/24. Foto, Luis Lorente

CRÓNICA: Cristian de Moret. C.C. Delicias, Zaragoza, 23/3/24. Por Beatriz L.

Acudir a un concierto, a lo loco, sin haber escuchado antes al grupo… es mantener algo así como una fe inquebrantable, y también una manera -pies en tierra- de frenar la expectativa.

Muchas veces funciona. Ayer se dio el caso, en la convocatoria que inició el Ciclo De La Raíz, en el acogedor Centro Cívico Delicias de Zaragoza.

Cristian de Moret llegó por fin -y por suerte- a estas tierras por primera vez, presentando su propuesta sonora que se concreta hasta el momento en dos discos. El primero, Supernova, fue elegido como uno de los mejores discos del año 2021 por El País. El segundo, Caballo Rojo, continúa por la misma senda de fuerza, con la solidez que da mezclar el oficio con las ganas.

Desgranó un recital presentando una a una sus apuestas, que giran en torno a un flamenco que se sigue desplegando como una especie de fractal infinito. Cantó por tangos, alegrías de Cádiz -de las que destacó su origen en la jota-, guajira, soleá, tientos, granaína y tarantos, bulerías y fandangos de Huelva. Pero desarrolló su estilo propio canción a canción, cante a cante, en una suerte de recorrido fronterizo cabalgando sobre músicas de raíz americana, en el que se acaba difuminando la línea que separa lo uno de lo otro, hasta llegar a un territorio de abierta vanguardia.

Cristian canta con gracia, es un buen instrumentista y se subió al escenario bien acompañado de Pablo Prada al bajo (de seis cuerdas) y Javier Tovar a la batería, que amplificaron la descarga de otros estilos sobre el flamenco, ese veneno que no tiene cura. Para nuestra alegría.

En un momento en el que el recital parecía bajar el tono, nos soltó una revisión de La leyenda del tiempo de Camarón que pone en directo la piel de gallina, para que no cayésemos en el despiste. En otro instante de magia, puso a La Tarara de Lorca a pasear sobre un Hotel California de los Eagles, que se iba adivinando poco a poco, entre la delicadeza y el guitarreo.

Mencionó a importantes, como Morente. A esta parroquiana le recordó un poco al universo Kiko Veneno, con una vuelta de tuerca más, en esa línea excitante y actual en la que se encuentran otras como Rosario La Tremendita o incluso -en otra ruta de exploración- Rocío Márquez con Bronquio.

Terminó el concierto “echando furia al asunto” con una canción con el mismo título (Furia) que dedicó a las víctimas de todas las masacres. Menos mal que tenemos flores raras como esta entre tanto hormigón. Un placer.

Beatriz L. / Fotos, Luis Lorente (Ver todas)

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