Ese día, incomprensiblemente, salió el sol en París. Era 15 de diciembre de 1990. Hace justo ahora 30 años. Jean-Paul Goude –uno de los mejores artistas de Francia y creador de la imagen de Grace Jones– la esperaba impaciente en el set de rodaje. Ella tenía apenas 18 años, puro charme y mucha osadía.

La vistió con un mono de terciopelo, decenas de plumas negras a modo de cola y la subió a un columpio a 20 metros de altura, para lo que tuvo que practicar con trapecistas durante algo más de 15 días. Encerrada en una jaula de pájaro del tamaño del Panteón de Agripa, voló... Y voló muy, muy lejos. Aquel fue, posiblemente, el spot televisivo y la campaña más importante (y conocida) de Coco de Chanel. Desde ese momento, la diastema más bella de Francia no solo empapeló con su rostro el Tout-Paris, también el mundo entero. Europa, Estados Unidos, Asia... ¿Quién era Vanessa Paradis?

Por entonces, en Francia, ya era toda una revelación del pop tras colocarse en 1987 no 1 durante 14 semanas con Joe le Taxi, la canción que la encumbró para siempre. La cuestión es que solo tenía 14 años y ya había grabado dos discos y había rodado alguna película. Todo comenzó cuando Paradis, enamorada de las comedias musicales del Hollywood clásico, como Cantando bajo la lluvia, oyó la voz de Barbra Streisand en Funny Girl y comenzó a apreciar el arte de Bob Fosse o Marilyn Monroe.

Su primera aparición pública fue en el por entonces famosísimo espacio televisivo francés L’école des fans, donde los más pequeños interpretaban el repertorio de los más grandes. Era 1980, ella todavía no había cumplido los 8 años, y todo fue muy curioso; Vanessa no era el prototipo de niña que hasta entonces funcionaba: tenía un cuerpo muy delgado, una enorme diastema, una amplia frente y el pelo desaliñado.

Pero justo todo eso, más el poder camaleónico de una chica del extrarradio, fue lo que hizo que descubrieran el encanto de la diversidad... y la diferencia. Ella nos enseñó que todo es posible con esfuerzo. ¿Por qué no? Para más inri, ella misma desconfiaba de su voz aguda y, sin embargo, y aunque a lo largo de los años fuera entonando más grave, "con los cigarrillos y la vida", ha sido su valor más seguro.

Hoy, volvemos a París... y volvemos a Chanel. Paradis se reencuentra con L’esprit de Chanel bajo la colección de Alta Costura por Virginie Viard. Han pasado tres décadas desde aquel spot y, ahora, las costuras en la piel de Vanessa también son otras. Pero el allure, de ambos, permanece intacto. Se sigue emocionando cuando mira los vídeos de esa niña que comenzó a cantar muy pequeña en los platós de televisión.

"No siempre será fácil, pero va a ser maravilloso, le diría hoy –cuenta–. Muy pocos tenemos la oportunidad de elegir en la vida, y yo me considero una afortunada. Pero ser famoso a los 14 años es muy peculiar. Yo era feliz cantando, adoraba el mundo del espectáculo, aunque en plena adolescencia no estás segura de saber cómo será tu vida y a la vez vives en un mundo de adultos, eres juzgada por mucha gente... Era algo bastante chocante, pero no me arrepiento de nada".

Paradis creció en la banlieue parisina, Villiers-sur-Marne, como hija única... hasta los 11 años, cuando nació su hermana Alisson, también actriz. "No éramos ni ricos ni pobres, pero fueron unos padres maravillosos que me enseñaron a amar la vida, la gente. He tenido una infancia feliz en la que no he echado nada en falta. Pero la adolescencia fue diferente y pasó muy rápido". Dejó los estudios en primaria, porque no solo era difícil aquello de llevar la escuela intermitentemente, sino también era muy difícil tratar la calle. Ser conocida tan, tan joven "hasta tener indigestión de estar expuesta".

A los 16 años se marchó de casa de sus padres a París para seguir con su trabajo. Cine, música, modelaje... Todo iba rápido. Muy rápido. "Es algo que yo quería hacer, jamás me obligaron a nada, el baile, la música y todas estas cosas las tenía en mis sueños, pero nunca me he dicho a mí misma si de mayor quería ser cantante. No tuve realmente el tiempo de pensarlo, tuve la suerte y la oportunidad de cantar Joe le Taxi, tener éxito y todo llegó. He trabajado mucho pensando que quizá, un día, todo se acabará. Y aquí sigo".

Sigue aquí después de nueve álbumes, un sinfín de singles, casi una veintena de películas y un premio César bajo el brazo. Asegura amar el cine tanto como la música. A veces
se revuelve cuando le hacen la misma pregunta: "¿te consideras cantante o actriz?", y siempre responde igual, 'cantante'. "Porque adoro meterme en la piel de otra persona, por eso adoro el cine, pero la música es mi mundo, es algo mío, mi creación. Quizá sea porque he empezado con la música por lo que me siento más cantante que actriz, pero es mi identidad".

Vanessa Paradis, la voz (y el rostro) con más ‘charme’ de Francia
vanessa paradis

Su gran vuelco musical sucedió cuando en 1991, poco después de emitirse aquel mítico spot, Vanessa hizo las maletas y se marchó a vivir a Nueva York. No hablaba casi nada dei nglés, pero su sello discográfico le pidió hacer un álbum en ese idioma. Y el elegido para componer aquel disco fue... Lenny Kravitz, con quien mantuvo una relación sentimental durante casi cinco años.

"Fui yo quien quise trabajar con él, había hecho algunas canciones para otras personas, pero era la primera vez que hacía un álbum entero para alguien. Fue una gran etapa de mi vida, era increíble toda esa mezcla. Una nueva vida para mí, en el Nueva York de los años 90, ¡imagínate! Allí aprendí también un idioma nuevo y una nueva manera de hacer música, porque era muy diferente dela música que hacía antes, pero realmente era la que yo quería hacer. ¿Si Lenny influyó en mí? Lenny me hizo conocer l’art nouveau en la arquitectura, en el diseño, en la moda... Lenny estaba muy en la moda de los años 60 y 70, era muy fuerte vestirse de esa manera tan alegre y colorida. Por supuesto que hubo muchas influencias alrededor de este álbum".

Eso y la libertad que encontró en la Gran Manzana y que tanto ansiaba en Europa. "Tenía 20 años y podía pasear sin ser reconocida. Pero si me haces elegir entre París o Nueva York, te digo París. Aunque no sea la ciudad donde he nacido, vivo aquí desde los 16 años, es mi corazón y, para mí, la ciudad más bella del mundo y donde me siento mejor".

Y la ciudad de la moda, algo que tantas alegrías le ha dado desde que en 1990 Jacques Helleu, el por entonces director artístico de los perfumes de Chanel, decidió ir a por una joven cantante de pop "aunque no tuviera el típico perfil". Eligió a Paradis, que de la noche a la mañana se vio inmersa en el mundo de la moda. "Es curioso que antes hablásemos de aquella campaña, porque para mí fue como en Desayuno con diamantes. Creo que fue la primera vez que me hacían la manicura, había alguien que me peinaba y maquillaba, la ropa preparada... Además, Goude era un genio de la imagen. Unos dos años antes, en 1989, dirigió el desfile del bicentenario de la Revolución en los Campos Elíseos, y yo estaba allí, frente a él. Era muy impresionante. Me costaba centrarme en lo que me decía porque no paraba de mirarle, era tan guapo. A partir de ahí, he tenido la suerte de poder lucir la Alta Costura de Chanel y de descubrir la maison. Apreciar el minucioso trabajo de todas esas artistas de la costura que trabajan en los talleres, mujeres apasionadas y grandes maestras".

Si algo hubo de especial Chez Paradis ese también fue Karl Lagerfeld, "era una de las personas más inteligentes, brillantes y graciosas que he conocido. Divertidísimo. Cuando tenía la suerte de sentarme a su lado en una cena y que había mucha gente, no paraba de decirme cosas al oído, cotilleos y gossips sobre cada uno que estaba presente en la cena. Él sabía todo, sobre todo y sobre todos. Tenía un gran corazón y se preocupó mucho por mí durante todos estos años".

Esos años hacen referencia a todo lo que le sucedió en su vida, cuando en 1998 conoció en el Hotel Costes de París a un Johnny Depp catapultado a la fama. Él confesó que, impresionado por la belleza de Paradis, fue amor a primera vista. Ella tenía 26 años; él, 37. La pareja nunca se casó y al año de relación, nació su primera hija a la que llamaron Lily-Rose Melody. En Francia, Vanessa era todo un símbolo, consiguió abrir las puertas de la música gala en el mercado americano, había rodado con los grandes maestros del cine como Brisseau, Becker o Leconte, y ese charme tan distintivo había encandilado a Johnny Depp.

Tras el nacimiento de Lily-Rose y de su hermano Jack, la familia Paradis Depp dividía su tiempo entre Hollywood y el hogar familiar, una opulenta mansión, en Plan-de-la-Tour, en el sur francés. Bahamas, París, Manhattan, Venecia... Después de muchos intentos de reconciliación, la pareja anunció su separación en junio de 2012, después de casi 14 años de relación. Tras la ruptura, compartieron la custodia de sus hijos, y fue, en parte, la moda quien volvió a rescatarla.

Desde Lagerfeld a Virginie Viard, la hoy directora creativa de Chanel, quien vuelve a confiar en Paradis para lucir sus creaciones. "Lleva más de 30 años trabajando en la casa Chanel, era lógico que esté donde está. Ella conoce muy bien su trabajo, muy bien la maison y sus diseños aportan su personalidad, su saber, su feminidad, su espíritu. Es una mujer prudente que ama la simplicidad y que pone mucho corazón en su obra conservando todos los códigos de la casa Chanel con algo muy, muy suyo, algo muy femenino". Algo... muy Paradis.

Curiosamente, en 2015, Karl Lagerfeld nombró a la que sería su última embajadora, convirtiéndose en uno de los rostros más jóvenes de la casa a nivel global: Lily-Rose Depp. La hija de Vanessa Paradis y el actor Johnny Depp seguía los pasos de su madre. "Es una gran artista, tiene una gran elegancia, pero ella hace su propio camino. Elige sus películas con mucho talento y estudia como nunca he visto", dice.

Diferente, o no, Lily-Rose también logró empapelar con su rostro el Tout-Paris. Y toda Francia, y todo el mundo... Tenía 16 años. ¿Por qué no?

Peluquería: John Nollet. Maquillaje: Christophe Danchaud (B Agency). Manicura: Séverine L'Oréal (Call My Agent). Producción: Beatriz Vera. Asistente de fotografía: Xabier Anabitarte.

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