'V', el ambicioso nuevo disco de Unknown Mortal Orchestra
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Unknown Mortal Orchestra / V

Lo mejor: 'That Life', 'Weekend Run', 'Layla', 'Messhugah'
Te gustará si te gustan: Tame Impala, U.S. Girls, Foxygen, Deerhunter
Escúchalo: Youtube

Hunnybee‘, ‘So Good at Being in Trouble’, ‘Multi-Love‘, ‘That Life‘, ‘Necessary Evil’, ‘Swim and Sleep (Like a Shark)’… ¿cuántos discos faltan para que tengamos entre manos el disco de «greatest hits» perfecto de Unknown Mortal Orchestra? Cada nuevo trabajo de Ruban Nielson deja al menos un par de canciones imposiblemente pegadizas que solo pueden ser escuchadas en bucle, y en ‘V’, su quinto álbum de estudio, hay unas cuantas. Aunque el propósito es otro.

‘V’ es el primer disco doble de Unknown Mortal Orchestra. También es, en conjunto, un trabajo cohesionado de principio a fin, tanto que la secuencia intercala varios interludios que extienden y complementan el viaje alargándolo hasta la hora de duración. Un viaje que parte de Palm Springs, California, donde reside Nielson, pero que pasa también por Hawái, pues el neozelandés ha pasado tiempo allí últimamente por motivos familiares (su madre es hawaiana).

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El rock lo-fi de Unknown Mortal Orchestra suena en ‘V’ en todo su esplendor. Sus canciones siguen siendo como una especie de nugget de pollo pop: crujientes por fuera pero tiernas por dentro. Las guitarras suenan áridas, su micrófono inundado de distorsión, la producción busca la bruma en lugar de la claridad… pero las melodías abiertamente pop de Nielson y su interesante timbre vocal no se dejan vencer por esa misma producción.

En ese pulso, UMO suma nuevos aciertos a su repertorio. ‘That Life’ es otra de sus canciones pegadizas hasta la extenuación. Dedicada a la buena vida, pero también a la oscuridad que se esconde cuando en el paraíso cae la noche. ‘Weekend Run’, una oda al fin de semana que conocemos desde hace dos veranos, llega con otro gancho infalible. ‘Layla’ es igualmente adictiva, una «slow jam» que se clava en el cerebro como una garrapata aunque no quieras. El estribillo resulta «annoying» al principio (ese «let’s get out of this to-o-own» arrastrado con voz de viejo), pero después es imposible escapar de ella.

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Para su quinto disco, UMO ha querido hacer un trabajo que esté a la altura de su posición actual en la industria. Sin embargo, esa ambición le juega en contra por dos motivos: la duración no queda justificada porque las canciones, al final, no se diferencian tantísimo las unas de las otras ni siquiera en comparación con su repertorio previo, y porque las pistas instrumentales terminan aportando poco. Además, la brumosa producción hace que ‘V’ suene más pesado de lo que debería, cuando Nielson sigue escribiendo melodías estupendas que merecen disfrutar de mayor claridad.

El disco aún contiene otros buenos momentos. ‘The Garden’ no teme abrir la secuencia alargándose hasta los seis minutos, consciente de que su estribillo, repetido ad nauseam, podría durar el doble. Otro de los singles recientemente publicados, ‘Messhugah’, agrega un ritmillo disco y nos habla del amor desde un punto de vista más científico que espiritual, con referencias al «metabolismo» y a la «insulina» que, la verdad, apetece poco escuchar. En la tierna ‘Nadja’, Nielson recuerda la vez que se encontró en su cama un pelo de la chica a la que amaba y se lo tragó.

‘V’ añade diferentes capas dejándose influir por la música tradicional hawaiana en la acústica ‘I Killed Captain Cook’ o por la Motown en ‘In the Rear View’. No son, en cualquier caso, las canciones más inspiradas de ‘V’ y las pistas instrumentales pueden ser interesantes (‘The Widow’) o no (‘Keaukaha)’. Otra composición instrumental, ‘Drag’, pone fin al disco dejando una evidente sensación de alegría y satisfacción. UMO está contento y en ‘V’ se nota.

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Fabiana Palladino