Última noche en el Soho (2021), de Edgar Wright

Criada por su abuela en Cornualles, Eloise Turner siempre ha soñado con convertirse en diseñadora de moda, como su madre, que se suicidó en Londres. Cuando consigue una beca para una prestigiosa escuela de la capital, no duda en mudarse allí, pero tiene como compañera de habitación a Yocasta, que se burla de ella por su pasión por la música desfasada y la ropa de los 60, así que alquila un cuarto en la residencia de Mrs. Collins, una mujer bastante estricta. Nada más meterse en la cama, Eloise sueña con que se ha convertido en Sandy, una aspirante a cantante de 1966, pero todo lo que vive parece bastante real, hasta el punto de que se despierta con un ‘chupetón’ que le ha hecho un hombre en sus visiones. Durante las noches siguientes vuelve a meterse en la piel de Sandy, que pese a sus dotes para el espectáculo, descubrirá que sus ansias de triunfar pueden meterla en un buen lío.

Sexto largometraje de Edgar Wright, que sorprendió con el segundo, Zombies Party, casi un clásico de la comedia de terror, pese a su bajo presupuesto, y se consagró con el quinto, Baby Driver, thriller criminal bastante sólido que coqueteaba con otros géneros. De hecho, aquí vuelve a navegar entre varios estilos, sobre todo el thriller y el cine de terror, con mucha humanidad, y cómo aquélla, también se puede describir como un musical velado, pues las mejores escenas siguen el ritmo de reconocidos éxitos de los 60, que los espectadores reconocerán, como "Downtown" de Petula Clark, "Got My Mind Set on You " de James Ray, o “Eloise” de Barry Ryan (sólo falta que los actores desvelen los sentimientos de sus personajes cantando). El propio Wright reconoce haberse inspirado para la historia en la colección de discos de sus progenitores, que le deslumbraba desde niño, y se nota que ha creado su trabajo más personal.

Deslumbran las imaginativas transiciones entre realidad y sueño, así como las potentes imágenes del Londres del pasado, con callejones oscuros que contrastan con avenidas en los que los cines exhiben enormes marquesinas, como la que anuncia Operación Trueno, el film con Sean Connery interpretando a 007. Se apela a la nostalgia, pero se advierte de que aunque puede estar bien mirar atrás, idealizar el ayer y no vivir en el presente tiene sus riesgos. El film es hijo de su tiempo, concretamente del #MeToo, pues denuncia los abusos sexuales en la industria del show-bussiness. El propio Wright ha coescrito el guión con Krysty Wilson-Cairns, nominada al Oscar por 1917, y logran algún giro que pilla por sorpresa al espectador.

En la piel de Eloise, Thomasin McKenzie confirma el talento con el que logró llamar la atención como joven fugitiva de los nazis en Jojo Rabbit. La actriz a prueba de balas Anya Taylor-Joy remonta un personaje, Sandy, menos desarrollado sobre el papel, y merecen una mención Rita Tushingham, como la entrañable abuela Peggy, Diana Rigg, en la piel de la casera, y Terence Stamp, en un inquietante londinense que remite a su trabajo en El coleccionista, de William Wyler. Quizás no acaban de convencer Matt Smith, en un villano demasiado estereotipado, y el joven Michael Ajao, que promete en la subtrama romántica, pero habría merecido más papel.