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Hace justo cinco a�os, los parisinos contemplaban con impotencia c�mo la catedral de Notre Dame se consum�a en un devastador incendio que incluso derrib� su m�tica aguja, s�mbolo del cielo de la capital francesa. Entre las cosas que se salvaron y no quedaron afectadas est�n las vidrieras dise�adas por el arquitecto Viollet-Le-Duc, y que ahora son objeto de pol�mica, tras un lustro de trabajos de reconstrucci�n.
El debate se ha abierto porque se va a reemplazar parte de estas obras por otras m�s contempor�neas. A la catedral de Notre Dame le quedan s�lo unos meses para volver a abrir sus puertas al p�blico. Ser� el 8 de diciembre. La flecha del monumento, de 93 metros de alto y obra de Le Duc, ya ha sido elevada y las obras de rehabilitaci�n, que se han hecho seg�n las t�cnicas de la edad media, est�n muy avanzadas y seg�n el calendario previsto.
La ministra de Cultura, Rachida Dati, anunci� hace unas semanas la apertura de un concurso para elegir a los maestros artesanos encargados de dise�ar y tallar estos nuevos vitrales que se colocar�n en seis de las siete capillas de la nave sur de Notre Dame. Fue el presidente franc�s, Emmanuel Macron,quien lanz� la idea de cambiarlas por otras m�s modernas, a petici�n de la archidi�cesis. Lo hizo durante una visita a las obras en diciembre de 2023.
Los artistas ganadores del concurso se anunciar�n en noviembre, los prototipos de las obras se expondr�n en la catedral cuando �sta se abra al p�blico y se reemplazar�n finalmente en 2026. Las vidrieras antiguas se expondr�n en el nuevo museo que se abrir� en los pr�ximos meses.
La Iglesia tambi�n apoya que se reemplacen estas obras, que quedaron intactas tras el incendio de 2019
En Francia, con sus resistencias al cambio y su habitual entrega al debate art�stico, hay dos corrientes: la de los partidarios de cambiarlas para que la catedral medieval tenga �al menos una marca del siglo XXI�. En este grupo, adem�s de Emmanuel Macron, est� la propia Iglesia francesa, que ha solicitado que se reemplacen.
En el polo opuesto est�n los que creen que se trata de un sacrilegio patrimonial porque esto rompe �la unidad arquitectural� del monumento. Lo han calificado de �vandalismo�. Argumentan que las obras sobrevivieron y quedaron intactas a pesar del incendio y, por tanto, no hay motivo para cambiar un elemento tan valioso. A�aden que estas obras no lucir�n igual en un museo.
Hace un a�o se lanz� una petici�n online, promovida por el periodista e historiador de arte Didier Rykner, para pedir apoyos contra la sustituci�n de las vidrieras. Ya lleva 140.000 firmas y el objetivo es presentar la demanda al presidente cuando consigan llegar a las 150.000 firmas. Critican que Macron haya decidido sobre un monumento nacional.
La rehabilitaci�n de la catedral de Notre Dame de Par�s ha suscitado pol�mica desde el principio. La reconstrucci�n de la famosa flecha, que desde hace m�s de un mes ya se alza de nuevo sobre el cielo de Par�s, tambi�n enfrent� a conservadores y favorables al cambio, aunque finalmente la reconstrucci�n se ha realizado de manera id�ntica a la original.
�No hay que considerar estas vidrieras como obras en s� mismas. Son vidrieras decorativas. La presidencia de Macron ha marcado la catedral tras el incendio. Hay una falta de molestia al pretender sustituir a Viollet-le-Duc cuando el incendi� ya ha destruido parte de su obra�, protest� Rykner, promotor de las firmas.
No es la primera controversia sobre las vitrinas de Notre Dame. Ya en 1939 se intentaron reemplazar, tras dos a�os de agitado debate, pero como el mundo estaba en plena Segunda Guerra Mundial nunca se llegaron a instalar las nuevas. Esas �obras malditas�, que se dise�aron pero no se colocaron, permanecen hoy expuestas en la cit� du vitrail de Troyes, a unos 100 kil�metros de Par�s. Se trata de un espacio dedicado a promover el patrimonio vidriero de la regi�n.
Estos d�as el peri�dico Le Monde rescataba una an�cdota curiosa al hilo de la pol�mica, que refleja muy bien c�mo el tiempo pasa, pero hay cosas que no cambian en Francia. Es un art�culo de otro medio, Le Figaro, publicado en 1939. En el texto se dec�a: �En un tiempo en el que las preocupaciones econ�micas y la obsesi�n por la guerra perturban las inteligencias y deprimen las sensibilidades, el p�blico parisino es todav�a capaz de apasionarse por un problema de orden art�stico�.