1. Origen
2. Taxonom�a y morfolog�a
3. Importancia econ�mica y distribuci�n geogr�fica
4. Requerimientos edafoclim�ticos
5. Material vegetal
6. Particularidades del cultivo
6.1. Marcos de plantaci�n
6.2. Poda de formaci�n
6.3. Aporcado y rehundido
6.4. Tutorado
6.5. Destallado
6.6. Deshojado
6.7. Despunte de inflorescencias y aclareo de frutos
6.8. Fertirrigaci�n7. Cultivo sin suelo
8. Plagas y enfermedades
8.1. Plagas
8.2. Enfermedades
9. Alteraciones del fruto
10. Recolecci�n
11. Postcosecha
12. Valor nutricional
13. Comercializaci�n
1. ORIGEN
Durante el siglo XVI se consum�an en M�xico tomates de distintas formas y tama�os e incluso rojos y amarillos, pero por entonces ya hab�an sido tra�dos a Espa�a y serv�an como alimento en Espa�a e Italia. En otros pa�ses europeos solo se utilizaban en farmacia y as� se mantuvieron en Alemania hasta comienzos del siglo XIX. Los espa�oles y portugueses difundieron el tomate a Oriente Medio y �frica, y de all� a otros pa�ses asi�ticos. Desde Europa tambi�n se difundieron a Estados Unidos y Canad�.
2. TAXONOM�A Y MORFOLOG�A
El tomate pertenece a la familia Solanaceae, cuyo nombre cient�fico es
Solanum lycopersicum.
Familia | Solanaceae |
G�nero | Solanum |
Especie | S. lycopersicum |
Nombre cient�fico | Solanum lycopersicum |
Nombre com�n | Tomate, jitomate |
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Planta: Perenne de porte arbustivo que se cultiva como anual. Puede desarrollarse de forma rastrera, semierecta o erecta. Existen variedades de crecimiento limitado (determinadas) y otras de crecimiento ilimitado (indeterminadas).
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Sistema radicular: Est� formado por la ra�z principal (corta y d�bil), numerosas y potentes ra�ces secundarias y por las ra�ces adventicias. Si se seccionara transversalmente la ra�z principal desde fuera hasta dentro, se encontrar�a la epidermis (se ubican los pelos absorbentes especializados en tomar agua y nutrientes), el cortex y el cilindro central (se sit�a el xilema, conjunto de vasos especializados en el transporte de los nutrientes).
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Tallo principal: Eje de 2-4cm de grosor en su base, sobre el que se desarrollan las hojas, tallos secundarios (ramificaci�n simpoidal) e inflorescencias. Su estructura, desde fuera hacia dentro, consta de: 1. epidermis, de la que parten hacia el exterior los pelos glandulares, 2. corteza o cortex, cuyas c�lulas m�s externas son fotosint�ticas y las m�s internas son colenquim�ticas, 3. cilindro vascular y 4. tejido medular. En la parte distal se encuentra el meristemo apical, donde se inician los nuevos primordios foliares y florales.
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Hoja: Compuesta e imparipinnada con foliolos peciolados, lobulados, con borde dentado y recubiertos de pelos glandulares. Las hojas se disponen de forma alterna sobre el tallo.
El
mes�filo o tejido parenquim�tico est� recubierto por una epidermis superior e inferior, ambas sin cloroplastos. La
epidermis inferior presenta un alto n�mero de estomas. Dentro del
par�nquima, la zona superior o zona en empalizada, es rica en cloroplastos. Los haces vasculares son prominentes, sobre todo en el env�s, y constan de un nervio principal.
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Flor: Perfecta, regular e hipogina con 5 o m�s s�palos e igual n�mero de p�talos de color amarillo y dispuestos helicoidalmente a intervalos de 135�. Igual n�mero de estambres soldados que se alternan con los p�talos y forman un cono estaminal que envuelve al gineceo. El ovario puede ser bi o plurilocular.
Las flores se agrupan en inflorescencias de tipo racemoso (dicasio), generalmente de 3 a 10 en variedades comerciales de calibre M y G.
Es frecuente que el eje principal de la inflorescencia se ramifique por debajo de la primera flor formada dando lugar a una inflorescencia compuesta, de forma que se han descrito algunas con m�s de 300 flores. La primera flor se forma en la yema apical, y las dem�s se disponen lateralmente por debajo de la primera, alrededor del eje principal. La flor se une al eje floral por medio de un pedicelo articulado que contiene la zona de abscisi�n, la cual se distingue por un engrosamiento con un peque�o surco originado por una reducci�n del espesor del cortex. Las inflorescencias se desarrollan en las axilas cada 2-3 hojas.
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Fruto: Baya bi o plurilocular que puede alcanzar un peso entre pocos miligramos y 600 gramos. Est� constituido por el pericarpo, el tejido placentario y las semillas.
El fruto puede recolectarse separ�ndolo por la zona de abscisi�n del pedicelo, como ocurre en las variedades industriales, en las que es indeseable la presencia de parte del pec�olo. Tambi�n puede separase por la zona peduncular de uni�n al fruto.
3. IMPORTANCIA ECON�MICA Y DISTRIBUCI�N GEOGR�FICA
El tomate es la hortaliza m�s difundida en todo el mundo y la de mayor valor econ�mico. Su demanda aumenta continuamente y con ella su cultivo, producci�n y comercio. El incremento anual de la producci�n en los �ltimos a�os se debe principalmente al aumento en el rendimiento, y en menor proporci�n al aumento de la superficie cultivada.
El tomate en fresco se consume principalmente en ensaladas, cocido o frito. En mucha menor escala se utiliza como encurtido.
Pa�ses | Producci�n de tomate |
China | 47110084 |
Estados Unidos | 12858700 |
India | 12433200 |
Turqu�a | 10052000 |
Egipto | 8544990 |
Italia | 6024800 |
Ir�n | 5256110 |
Espa�a | 4312700 |
Brasil | 4114310 |
M�xico | 2997640 |
Uzbekist�n | 2347000 |
Rusia | 2049640 |
Nigeria | 1860600 |
Ucrania | 1824700 |
Grecia | 1406200 |
Portugal | 1406100 |
Marruecos | 1277750 |
Siria | 1156300 |
T�nez | 1100000 |
Iraq | 1013180 |
Fuente: FAOStat Tal y como se puede observar en la tabla anterior, Espa�a es uno de los principales productores de tomate fresco del tomate. La evoluci�n productiva de tomate en Espa�a en el per�odo 2000-2013, es la siguiente:
4. REQUERIMIENTOS EDAFOCLIM�TICOS El manejo racional de los factores clim�ticos de forma conjunta es fundamental para el funcionamiento adecuado del cultivo, ya que todos se encuentran estrechamente relacionados y la actuaci�n sobre uno de �stos incide sobre el resto.
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Temperatura: Es menos exigente en temperatura que la berenjena y el pimiento.
La temperatura �ptima de desarrollo oscila entre 20-30�C durante el d�a y entre 1-17�C durante la noche. Temperaturas superiores a los 30-35�C afectan a la fructificaci�n (mal desarrollo de �vulos) y al desarrollo de la planta en general y del sistema radicular en particular. Temperaturas inferiores a 12-15�C tambi�n originan problemas en el desarrollo de la planta.
A temperaturas superiores a 25�C e inferiores a 12�C, la fecundaci�n es defectuosa o nula.
La maduraci�n del fruto est� muy influida por la temperatura en lo referente tanto a la precocidad como a la coloraci�n, de forma que valores cercanos a los 10�C o superiores a los 30�C originan tonalidades amarillentas.
No obstante, los valores de temperatura descritos son meramente indicativos, debiendo tener en cuenta las interacciones de la temperatura con el resto de los par�metros clim�ticos.
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Humedad: La humedad relativa �ptima oscila entre 60-80%. Humedades relativas muy elevadas favorecen el desarrollo de enfermedades a�reas, el agrietamiento del fruto y dificultan la fecundaci�n, debido a que el polen se compacta, abortando parte de las flores. El rajado del fruto igualmente puede tener su origen en un exceso de humedad ed�fica o riego abundante tras un per�odo de estr�s h�drico. Tambi�n una humedad relativa baja dificulta la fijaci�n del polen al estigma de la flor.
-
Luminosidad: Valores reducidos de luminosidad pueden incidir de forma negativa sobre los procesos de floraci�n y fecundaci�n, as� como en el desarrollo vegetativo de la planta.
En los momentos cr�ticos durante el per�odo vegetativo, resulta crucial la interrelaci�n existente entre la temperatura diurna y nocturna y la luminosidad.
-
Suelo: La planta de tomate no es muy exigente en cuanto a suelo, excepto en lo relativo al drenaje. Prefiere suelos sueltos de textura sil�ceo-arcillosa y ricos en materia org�nica. No obstante, se desarrolla perfectamente en suelos arcillosos enarenados.
En cuanto al
pH, los suelos pueden ser desde ligeramente �cidos hasta ligeramente alcalinos cuando est�n enarenados.
Es la especie cultivada en invernadero que mejor tolera las condiciones de salinidad tanto del suelo como del agua de riego.
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Fertilizaci�n carb�nica: La aportaci�n de CO
2 permite compensar el consumo de las plantas y garantiza el mantenimiento de una concentraci�n superior a la media en invernadero. De este modo, se estimula la fotos�ntesis y se acelera el crecimiento de las plantas.
Para valorar las necesidades de CO
2 de los cultivos en invernadero se necesita realizar, en los diversos periodos del a�o, un balance de las p�rdidas derivadas de la absorci�n por parte de las plantas, de las renovaciones de aire hechas en el invernadero y de las aportaciones proporcionadas por el suelo a la atm�sfera del mismo.
Del enriquecimiento en CO
2 del invernadero depende la calidad, productividad y precocidad de los cultivos. Hay que tener presente que un exceso de CO
2 produce da�os debidos al cierre de estomas, lo cual provoca el cese de la fotos�ntesis y puede originar quemaduras.
Los aparatos m�s utilizados en la fertilizaci�n carb�nica son los quemadores de gas propano y los de distribuci�n de CO
2.
En el cultivo del tomate, las cantidades �ptimas de CO
2 se encuentran entre 700-800 ppm. En cuanto a los rendimientos netos, proporcionan incrementos del 15-25% en funci�n del tipo de invernadero, el sistema de control clim�tico, etc.
5. MATERIAL VEGETAL
Principales criterios de elecci�n:
- Caracter�sticas de la variedad comercial: Vigor de la planta, caracter�sticas del fruto, resistencia a enfermedades.
- Mercado de destino.
- Estructura de invernadero.
- Suelo.
- Clima.
- Calidad del agua de riego.
Principales tipos de tomate comercializados:
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Tipo Beef: Plantas vigorosas hasta el 6�-7� ramillete, a partir del cual pierde bastante vigor coincidiendo con el engorde de los primeros ramilletes. Frutos de gran tama�o y poca consistencia. Producci�n precoz y agrupada. Cierre pistilar irregular. Los mercados m�s importantes son el mercado interior y el exterior (Estados Unidos).
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Tipo Marmande: Plantas poco vigorosas que emiten de 4 a 6 ramilletes aprovechables. El fruto se caracteriza por su buen sabor y su forma acostillada, achatada y multilocular. Puede variar en funci�n de la �poca de cultivo.
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Tipo Vemone: Plantas finas y de hoja estrecha, porte indeterminado y marco de plantaci�n muy denso. Frutos de calibre G que presentan un elevado grado de acidez y az�car, inducido por el agricultor al someterlo a estr�s h�drico. Su recolecci�n se realiza en verde pint�n marcando bien los hombros. Son variedades con poca resistencia a enfermedades que se cultivan con gran �xito en Cerde�a (Italia).
- Tipo Moneymaker: Plantas de porte generalmente indeterminado. Frutos de calibres M y MM, lisos, redondos y con buena formaci�n en ramillete.
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Tipo Cocktail: Plantas muy finas de crecimiento indeterminado. Frutos de peso comprendido entre 30-50 gramos, redondos, generalmente con 2 l�culos, sensibles al rajado y usados principalmente como adorno de platos. Tambi�n existen frutos aperados que presentan las caracter�sticas de un tomate de industria debido a su consistencia, contenido en s�lidos solubles y acidez, aunque su consumo se realiza principalmente en fresco. Debe suprimirse la aplicaci�n de fungicidas que manchen el fruto para impedir su depreciaci�n comercial.
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Tipo Cereza (Cherry): Plantas vigorosas de crecimiento indeterminado. Frutos de peque�o tama�o y de piel fina con tendencia al rajado, que se agrupan en ramilletes desde 15 a m�s de 50 frutos. Sabor dulce y agradable. Existen cultivares que presentan frutos rojos y amarillos. El objetivo de este producto es tener una producci�n que complete el ciclo anual con cantidades homog�neas. En cualquier caso, se persigue un tomate resistente a virosis y al rajado, ya que es muy sensible a los cambios bruscos de temperatura.
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Tipo Larga Vida: La introducci�n de los genes Nor y Rin es la responsable de su larga vida, confiri�ndole mayor consistencia y gran conservaci�n de los frutos de cara a su comercializaci�n, en detrimento del sabor. Generalmente, se buscan frutos de calibres G, M o MM de superficie lisa y coloraci�n uniforme anaranjada o roja.
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Tipo Liso: Variedades cultivadas para mercado interior e Italia que se comercializan en pint�n. Son de menor vigor que las tipo Larga vida.
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Tipo Ramillete: Cada vez m�s presente en los mercados. Resulta dif�cil definir qu� tipo de tomate es ideal para ramillete. Generalmente se buscan frutos de calibre M, color rojo vivo, insertos en ramilletes, etc.
6. PARTICULARIDADES DEL CULTIVO
6.1. Marcos de plantaci�n
El marco de plantaci�n se establece en funci�n del porte de la planta, que a su vez depende de la variedad comercial cultivada. El marco de plantaci�n empleado m�s frecuentemente es el de 1,5 metros entre l�neas y 0,5 metros entre plantas.
Cuando se trata de plantas de porte medio, es com�n aumentar la densidad de plantaci�n a 2 plantas por metro cuadrado con marcos de 1m x 0,5m.
Cuando se entutoran las plantas con perchas, las l�neas deben ser �pareadas� para poder pasar las plantas de una l�nea a otra formando una cadena sin fin. Se deben dejar pasillos amplios para la bajada de perchas (aproximadamente de 1,3m) y una distancia entre l�neas conjuntas de unos 70cm.
6.2. Poda de formaci�n
Es una pr�ctica imprescindible para las variedades de crecimiento indeterminado. Se realiza a los 15-20 d�as del trasplante cuando aparecen de los primeros tallos laterales. Se eliminan tallos y las hojas m�s senescentes, mejorando as� la aireaci�n del cuello y facilitando la realizaci�n del aporcado. As� mismo, se determina el n�mero de brazos (tallos) a dejar por planta.
Son frecuentes las podas a 1 o 2 brazos, aunque en tomate tipo Cherry se suelen dejar hasta 3 y 4 tallos.
6.3. Aporcado y rehundido
El aporcado consiste en cubrir la parte inferior de la planta con arena tras la poda de formaci�n (suelos enarenados). El fin de esta labor es favorecer la formaci�n de un mayor n�mero de ra�ces.
El rehundido es una variante del aporcado. Se lleva a cabo doblando la planta, tras haber sido ligeramente rascada, hasta que entra en contacto con la tierra. Entonces se cubre ligeramente con arena, dejando fuera la yema terminal y un par de hojas.
6.4. Entutorado
Es una pr�ctica imprescindible para mantener la planta erguida y evitar que las hojas, y sobre todo los frutos, toquen el suelo. De este modo, se mejora la aireaci�n general de la planta y se favorece el aprovechamiento de la radiaci�n y la realizaci�n de las labores culturales (destallado, recolecci�n, etc.). Todo ello, repercute en la producci�n final, calidad del fruto y control de enfermedades.
La sujeci�n suele realizarse con hilo de polipropileno (rafia), el cual se sujeta de una extremo a la zona basal de la planta (liado, anudado o sujeto mediante anillas) y de otro a un alambre situado a determinada altura por encima de la misma (1,8-2,4m sobre el suelo). Conforme la planta va creciendo, se va liando o sujetando al hilo tutor mediante anillas, hasta que alcanza el alambre. A partir de este momento, existen tres opciones:
1. Bajar la planta descolgando el hilo: Esta pr�ctica conlleva un coste adicional de mano de obra.
El mecanismo de sujeci�n utilizado en este sistema se denominada �holand�s� o �de perchas�. Consiste en colocar perchas con hilo enrollado alrededor de ellas en la parte superior e ir solt�ndolo conforme la planta va creciendo. La planta se sujeta al hilo mediante clips.
De esta forma, la planta siempre se desarrolla en sentido vertical recibiendo el m�ximo de luminosidad, por lo que la calidad del fruto mejora y la producci�n aumenta.
2. Dejar que la planta crezca cayendo por la propia acci�n de la gravedad.
3. Dejar que la planta crezca horizontalmente sobre los tutores. Estos tutores forman cuadr�culas a lo largo de la l�nea de cultivo. La planta se va asegurando a los tutores mediante la utilizaci�n de anillas.
6.5. Destallado
Consiste en la eliminaci�n de brotes axilares para mejorar el desarrollo del tallo principal. Debe realizarse con la mayor frecuencia posible (semanalmente en verano-oto�o y cada 10-15 d�as en invierno) para evitar la p�rdida de biomasa fotosint�ticamente activa y la realizaci�n de heridas.
Los cortes deben ser limpios para evitar la posible aparici�n de enfermedades. En �pocas de riesgo, es aconsejable realizar un tratamiento fitosanitario con alg�n fungicida-bactericida cicatrizante, como pueden ser los derivados del cobre.
6.6. Deshojado
Es recomendable eliminar las hojas senescentes para facilitar la aireaci�n y mejorar el color de los frutos y las hojas enfermas (deben sacarse inmediatamente del invernadero) para eliminar as� la fuente de in�culo.
6.7. Despunte de inflorescencias y aclareo de frutos
Ambas pr�cticas adquirieron mayor importancia con la introducci�n del tomate en racimo. Se realizan con el fin de homogeneizar y aumentar el tama�o de los frutos restantes, as� como su calidad.
En general, se pueden distinguir dos tipos de aclareo:
- Aclareo sistem�tico: Tiene lugar sobre los racimos. Se deja un n�mero de frutos fijo, eliminando los frutos inmaduros mal posicionados.
- Aclareo selectivo: Tiene lugar sobre los frutos que re�nen determinadas condiciones independientemente de su posici�n en el racimo. Pueden ser frutos da�ados por insectos, deformes y los de reducido calibre.
6.8. Fertirrigaci�n
En cultivos protegidos de tomate, el aporte de agua y gran parte de los nutrientes, se realiza de forma generalizada mediante riego por goteo en funci�n del estado fen�logico de la planta as� como del ambiente en que �sta se desarrolla (tipo de suelo, condiciones clim�ticas, calidad del agua de riego, etc.).
En cultivo en suelo y en enarenado, el establecimiento del momento y volumen de riego viene determinado b�sicamente por los siguientes par�metros:
- Tensi�n del agua del suelo (tensi�n m�trica): Se determina mediante el manejo adecuado de tensi�metros, siendo conveniente regar antes de alcanzar los 20-30cb.
- Tipo de suelo (capacidad de campo, porcentaje de saturaci�n).
- Evapotranspiraci�n del cultivo.
- Eficacia de riego (uniformidad de caudal de los goteros).
- Calidad del agua de riego: Cuanto peor es la calidad del agua, mayor es el volumen necesario de la misma ya que es necesario desplazar el frente de sales del bulbo h�medo.
Tabla 1. Consumos medios (l/m2�d�a) del cultivo de tomate en invernadero
Fuente: Estaci�n Experimental �Las Palmerillas�. Fundaci�n Cajamar MESES | AGO | SEP | OCT | NOV | DIC |
Quincenas | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 |
A | 1.63 | 2.95 | 3.68 | 3.80 | 4.21 | 3.39 | 2.40 | 2.04 | 1.94 | 1.55 |
B | 1.48 | 2.75 | 3.04 | 3.51 | 3.39 | 2.40 | 2.04 | 1.94 | 1.55 |
C | 1.38 | 2.28 | 2.81 | 2.83 | 2.40 | 2.04 | 1.94 | 1.55 |
D | 1.14 | 2.11 | 2.26 | 2.00 | 2.04 | 1.94 | 1.55 |
E | 1.05 | 1.70 | 1.60 | 1.70 | 1.94 | 1.55 |
MESES | ENE | FEB | MAR | ABR | MAY |
Quincenas | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 |
A | 1.59 | 1.46 | 1.70 | 1.88 | 2.84 | 2.88 | 3.19 | 3.39 | 3.69 | 4.03 |
B | 1.59 | 1.46 | 1.70 | 1.88 | 2.84 | 2.88 | 3.19 | 3.39 | 3.69 | 4.03 |
C | 1.59 | 1.46 | 1.70 | 1.88 | 2.84 | 2.88 | 3.19 | 3.39 | 3.69 | 4.03 |
D | 1.59 | 1.46 | 1.70 | 1.88 | 2.84 | 2.88 | 3.19 | 3.39 | 3.69 | 4.03 |
E | 1.59 | 1.46 | 1.70 | 1.88 | 2.84 | 2.88 | 3.19 | 3.39 | 3.69 | 4.03 |
A: trasplante 1� quincena de agosto.
B: trasplante 2� quincena de agosto.
C: trasplante 1� quincena de septiembre.
D: trasplante 2� quincena de septiembre.
E: trasplante 1� quincena de octubre.
Tabla 2. Consumos medios (l/m2�d�a) del cultivo de tomate de primavera en invernadero
Fuente: Estaci�n Experimental �Las Palmerillas�. Fundaci�n Cajamar MESES | DIC | ENE | FEB | MAR | ABR | MAY | JUN |
Quincenas | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 | 1 | 2 |
A | 0.40 | 0.65 | 0.93 | 1.31 | 1.88 | 2.25 | 3.40 | 3.84 | 4.39 | 4.24 | 4.15 | 4.03 | 4.88 | 5.09 |
B | 0.33 | 0.66 | 1.03 | 1.53 | 2.06 | 3.40 | 3.84 | 4.79 | 4.66 | 4.61 | 4.54 | 4.88 | 5.09 |
C | 0.34 | 0.74 | 1.19 | 1.69 | 3.13 | 3.84 | 4.79 | 5.09 | 5.08 | 5.04 | 5.48 | 5.09 |
D | 0.44 | 1.03 | 1.50 | 2.84 | 3.84 | 4.79 | 5.09 | 5.08 | 5.04 | 5.48 | 5.09 |
A: siembra o trasplante 1� quincena de diciembre.
B: siembra o trasplante 2� quincena de diciembre.C: siembra o trasplante 1� quincena de enero.
Existe otra t�cnica que consiste en extraer la fase l�quida del suelo mediante succi�n a trav�s de una cer�mica porosa. Posteriormente se determina la conductividad el�ctrica.
En enarenado, la frecuencia de riego para un cultivo ya establecido es de 2-3 veces/semana en invierno, aumentando a 4-7 veces/semana en primavera-verano, con caudales de 2-3l/pl.
En cultivo hidrop�nico el riego est� automatizado y existen distintos sistemas para determinar las necesidades de riego del cultivo. El m�s extendido es el empleo de bandejas de riego a la demanda. El tiempo y el volumen de riego depende de las caracter�sticas f�sicas del sustrato.
En cuanto a la nutrici�n, cabe destacar la importancia de la relaci�n N/K a lo largo de todo el ciclo de cultivo. El equilibrio suele ser de 1/1 desde el trasplante hasta la floraci�n y de 1/2 e incluso 1/3 durante el per�odo de recolecci�n. En tomate-rama, el papel del potasio en la maduraci�n es m�s esencial a�n.
La adici�n de inhibidores de la nitrificaci�n ralentizan la oxidaci�n de amonio a nitrato, de manera que el amonio se mantiene durante m�s tiempo en el suelo, ya que este tipo de fertilizantes afectan a las bacterias que participan en este proceso. De esta manera, el nitr�geno se suministra de forma gradual, ya que se adapta a las necesidades de cada cultivo a lo largo de su periodo de desarrollo y se consigue disminuir as� tambi�n las p�rdidas de nitrato por lixiviaci�n y desnitrificaci�n. El efecto contrario tiene lugar con la adici�n de abonos minerales con elevado contenido en nitr�geno amoniacal.
El f�sforo juega un papel relevante en las etapas de enraizamiento y floraci�n. Es determinante sobre la formaci�n de ra�ces y sobre el tama�o y calidad de las flores. En ocasiones se abusa de �l, buscando un acortamiento de entrenudos en �pocas tempranas en las que la planta tiende a ahilarse. Durante el invierno hay que aumentar el aporte de este elemento, as� como de magnesio, para evitar fuertes carencias por enfriamiento del suelo.
El calcio es otro macroelemento fundamental en la nutrici�n del tomate. Con �ste se evita la necrosis apical (blossom end rot), ocasionada normalmente por la carencia o bloqueo del calcio en terrenos generalmente salinos o por graves irregularidades en los riegos. El calcio tambi�n afecta a la elasticidad de la pared del fruto. De este modo, con un correcto aporte de calcio, se favorece que el fruto consiga un mayor calibre y se evita la aparici�n de rajado.
Entre los microelementos de mayor importancia en la nutrici�n del tomate est� el hierro, que juega un papel primordial en la coloraci�n de los frutos, y en menor medida, se sit�an manganeso, zinc, boro y molibdeno.
A la hora de abonar, existe un margen muy amplio de abonado en el que no se aprecian diferencias sustanciales en el cultivo. Se pueden encontrar �recetas� muy variadas y contradictorias dentro de una misma zona, con el mismo tipo de suelo y la misma variedad. No obstante, para no cometer grandes errores, no se deben sobrepasar dosis de abono total superiores a 2g/l, siendo com�n aportar 1g/l para aguas de conductividad pr�xima a 1mS/cm.
M�todos para establecer las necesidades de abonado:
- En funci�n de las extracciones del cultivo, sobre las que existe una amplia y variada bibliograf�a.
- En base a una soluci�n nutritiva �ideal� a la que se ajustar�n los aportes previos al an�lisis de agua. Este m�todo es el que se emplea en cultivos hidrop�nicos. Para poder llevarlo a cabo en suelo o en enarenado, se requiere de la colocaci�n de sondas de succi�n para poder determinar la composici�n de la soluci�n de suelo mediante an�lisis de macro y micronutrientes, CE y pH.
Los fertilizantes de uso m�s extendidos son los abonos simples en forma de s�lidos solubles (nitrato c�lcico, nitrato pot�sico, nitrato am�nico, fosfato monopot�sico, fosfato monoam�nico, sulfato pot�sico, sulfato magn�sico) y en forma l�quida (�cido fosf�rico, �cido n�trico), debido a su bajo coste y a que permiten un f�cil ajuste de la soluci�n nutritiva. En el mercado existen abonos complejos s�lidos cristalinos y l�quidos que se ajustan adecuadamente, solos o en combinaci�n con los abonos simples, a los equilibrios requeridos en las distintas fases de desarrollo del cultivo.
El aporte de microelementos resulta vital para una nutrici�n adecuada, pudiendo encontrar en el mercado una amplia gama de s�lidos y l�quidos en forma mineral. Tambi�n se presentan como quelatos cuando es necesario favorecer su estabilidad en el medio de cultivo y su absorci�n por la planta.
La clorosis f�rrica es caracter�stica de especies que crecen en suelos calizos. La deficiencia en hierro acorta el ciclo vital de las plantas, los rendimientos disminuyen y los frutos son de peor calidad. El quelato f�rrico, es una de las mejores soluciones para combatir la clorosis f�rrica, pero tienen un elevado precio. Por ello, si se disminuyen las cantidades de quelato que se aplican, se reducir�an los costos y aumentar�an los beneficios.
Tambi�n se dispone de numerosos correctores de carencias, tanto de macro como de micronutrientes, que pueden aplicarse mediante v�a foliar o riego por goteo, amino�cidos de uso preventivo y curativo, que ayudan a la planta en momentos cr�ticos de su desarrollo o bajo condiciones ambientales desfavorables, as� como otros productos (�cidos h�micos y f�lvicos, correctores salinos, etc.), que mejoran las condiciones del medio y facilitan la asimilaci�n de nutrientes por la planta.
Las sustancias h�micas complejan la mayor�a de los metales presentes en el suelo, aumentando su disponibilidad en las plantas. Los amino�cidos tambi�n juegan un papel importante en la captaci�n de nutrientes.
La fertirrigaci�n carb�nica consiste en el uso de agua carbonatada para el riego. El agua carbonatada se consigue mediante la inyecci�n de CO2 a presi�n en la tuber�a principal. Al disolverse el CO2 en el agua de riego produce �cido carb�nico, que reduce el pH del agua y origina diversos bicarbonatos al reaccionar con carbonatos y otras sales presentes en el agua. El agua carbonatada recibe a continuaci�n los fertilizantes habituales para el riego cuya solubilidad mejora en un agua ligeramente �cida.
Con la fertilizaci�n carb�nica se consigue un crecimiento acelerado de la planta, incrementar la producci�n de la misma y la calidad de los frutos, debido al di�xido de carbono proporcionado (las plantas, de forman natural, absorben CO2). Para que esta t�cnica sea efectiva, es esencial adecuar la cantidad de luz y de agua que recibe la planta.
Para aportar CO2 al sistema de riego hay que tener en cuenta la presi�n de la l�nea de agua de riego, la distancia del punto de inyecci�n de CO2 al primer gotero, la temperatura del agua, el sistema de difusi�n del CO2 en el agua y la cantidad de CO2 por litro de agua.
La utilizaci�n del agua carbonatada es rentable en el cultivo de tomate. La dosis �ptima se encuentra en torno a los 0,20 g CO2/l pero el mayor tama�o de los frutos se alcanza con dosis de 0,35g CO2/l aproximadamente (Aguilera et al; 2001).
Ventajas de la fertirrigaci�n carb�nica:
- Acidifica el suelo modificando la solubilidad de los micronutrientes.
- Aumenta la calidad y el n�mero de frutos.
- Favorece la disoluci�n de los abonos utilizados.
- Evita y elimina incrustaciones en la red de riego.
- Ahorra abonos.
- Sustituye parcialmente la utilizaci�n de �cido n�trico.
Fuente:
Redacci�n Infoagro
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Cap. 1 El cultivo del tomate (Parte I)
Cap. 2 El cultivo del tomate (Parte II)Cap. 3 El cultivo del tomate (Parte III)