Crítica | Encerrada (2010): viaje al interior de la locura - Revista Cintilatio

Encerrada
Viaje al interior de la locura

País: Estados Unidos
Año: 2010
Dirección: John Carpenter
Guion: Michael Rasmussen, Shawn Rasmussen
Título original: The Ward
Género: Terror, Thriller
Productora: Echo Lake Productions, A Bigger Boat
Fotografía: Yaron Orbach
Edición: Patrick McMahon
Música: Mark Kilian
Reparto: Amber Heard, Danielle Panabaker, Mika Boorem, Lyndsy Fonseca, Jared Harris, Mamie Gummer, Laura-Leigh, Sydney Sweeney, Dan Anderson, Sali Sayler
Duración: 88 minutos

País: Estados Unidos
Año: 2010
Dirección: John Carpenter
Guion: Michael Rasmussen, Shawn Rasmussen
Título original: The Ward
Género: Terror, Thriller
Productora: Echo Lake Productions, A Bigger Boat
Fotografía: Yaron Orbach
Edición: Patrick McMahon
Música: Mark Kilian
Reparto: Amber Heard, Danielle Panabaker, Mika Boorem, Lyndsy Fonseca, Jared Harris, Mamie Gummer, Laura-Leigh, Sydney Sweeney, Dan Anderson, Sali Sayler
Duración: 88 minutos

Si bien lejos de sus lugares comunes, Carpenter nos ofrece una película cargada de suspense y sustos con un ritmo electrizante, multitud de escenas horripilantes y un guion retorcido. El resultado es un formidable espectáculo de terror puro.

Son muy pocos los ejemplos de directores consagrados que pueden mantener el tipo bien entrada en la tercera edad. Hay quienes, como Francis Ford Coppola, se tropiezan con alguna producción de recepción dividida como Twixt (2011), y otros que, como Martin Scorsese, parece incluso que son capaces de ampliar su enfoque y talento después de casi cincuenta años tras las cámaras. Es posible que nos quieran convencer que el caso de John Carpenter y su último largometraje hasta el momento, Encerrada (2010), es más parecido al de la mencionada película de Coppola, con la que comparte hasta cierto punto género y momento de estreno. Ahora bien, difícilmente debería compartir el mismo destino. Podríamos debatir largo y tendido en torno a cuántas de las grandes cualidades que Carpenter mostraba en su cine de los años 70 y 80 pueden verse en sus producciones más tardías como Vampiros de John Carpenter (1998) o Fantasmas de Marte (2001), que si bien no alcanzan en calidad a los grandes clásicos del director, eso no quita que sean fantásticas y sólidas películas de género donde aún brilla buena parte de su pasión por la acción salvaje y las tramas retorcidas. Podíamos incluso admitir que el director en Encerrada abandona algunas de las señas de identidad que le habían hecho tan grande, como ilustra bien una banda sonora en segundo plano, de las pocas de su filmografía que él mismo no compone. Pero la realidad es que el film lo compensa con creces, y sin tener tampoco que medirse con los eternos clásicos de género del director, aporta la suficiente originalidad y energía como para demostrar que Carpenter no solo la dirigió con la misma pasión de siempre, sino que incluso se atrevió a añadir en ella elementos nunca antes vistos en su filmografía.

Encerrada nos plantea una historia de terror clásica, situada en el año 1967 y centrada en una joven de nombre Kristen (interpretada por Amber Heard), que se encuentra sin recuerdo alguno de su vida pasada atrapada en una institución mental, donde comparte escena con cuatro compañeras de encierro, una serie de crueles trabajadores y un fantástico Jared Harris como el psiquiatra Stringer. Con esta simple y claustrofóbica premisa, que hace que apenas abandonemos la pequeña ala donde están internadas las cinco pacientes, Carpenter nos presenta un guion sólido y retorcido que poco a poco va subiendo las apuestas, a medida que empezamos a entender que hay una presencia sobrenatural que acosa a las mujeres por las esquinas, y cuando creíamos que habíamos juntado todas las piezas del puzle, la película le da la vuelta a la mesa y nos ofrece un giro de guion final tan extraordinariamente atrevido que uno no puede sino pensar que hoy en día difícilmente tendría la aprobación de los cuidadosos ejecutivos de Hollywood que solo piensan en sus bolsillos, y aunque pueda resultar excesivamente rocambolesco, su originalidad y rareza hace que sin duda el film merezca la pena. Con su agobiante premisa, Encerrada se planta en las coordenadas de otros grandes thrillers situados en psiquiátricos como la criminalmente infravalorada Perturbada (Steven Soderbergh, 2018), y con sus atrevidos giros de guion se pone a la altura de obras maestras del cine cerebral como Shutter Island (Martin Scorsese, 2010), haciéndonos querer verla otra vez nada más vemos los títulos de crédito, pensando cuántas pistas y secretos a plena vista habremos obviado.

El elenco de actrices logra con éxito cargar con gran parte del peso emocional de la película haciendo avanzar la trama con naturalidad y tensión.

La película se infunde de estilo con grandes interpretaciones y una estética apagada que le aportan un tono surrealista y gris. Destaca en especial la actuación de Mamie Gummer, todo un descubrimiento que nos obsequiará con gran parte de los momentos más inquietantes del film y también con la principal pregunta sin respuesta de la película: por qué esta actriz no ha encontrado más trabajo en Hollywood. Otro que ha sido injustamente tratado por la industria cinematográfica desde hace mucho ha sido Jared Harris, a quien siempre es una delicia ver en la pantalla y en este caso no defrauda. Incluso Amber Heard, que por algunos momentos, especialmente al principio del metraje, da la sensación de que sus capacidades están un poco por debajo de un papel de enormes sutilezas y carga emocional, acaba elevándose a medida que avanza el film, convirtiéndose en una con su personaje y encarnando con gran energía la decidida voluntad de superviviencia de nuestra protagonista, cuya negación a rendirse en ningún momento no solo da vida a la película, sino que resulta especialmente inspiradora para la audiencia. El elenco en general brilla en sus diversas reacciones a la gran cantidad de sustos que nos vienen y que alejan el film de los ejemplos más cansinos y repetitivos del género, pasando por encima de sus errores habituales y convirtiéndose en algo muy difícil estos últimos años: en una película que da genuino miedo.

Un afortunado ejemplo de un director que todavía puede ofrecernos sustos, drama y acción a toneladas.

Con las premisas que cuenta Encerrada, a la que se suman unos fantásticos títulos de crédito nada sutiles con respecto a su subtexto, es difícil no advertir que el guion está repleto de alusiones evidentes y no tan evidentes a la cruenta realidad de opresión de género que mancha la historia de la institucionalización y patologización mental de las mujeres. La queramos ver o no, la película se presta desde el comienzo a esa lectura de género, que podemos ver encarnada en las complejas relaciones de las diferentes pacientes del ala, con distintas disposiciones con respecto a su encierro, y las actitudes de la institución y sus representantes con respecto a su supuesta locura y su credibilidad siempre en duda. En este aspecto, hay decisiones que en un comienzo no se entienden demasiado, como situar la trama en los años sesenta, que finalmente cobran sentido, a medida que la película saca a relucir las diversas prácticas perversas ya obsoletas de la institucionalización mental como auténticos elementos de terror, que protagonizarán por cierto lo que son tanto horripilantes y brutales escenas de muerte como crudas metáforas del encierro y la violencia contra las mujeres. Con ello el film logra dar la vuelta, en gran parte gracias al formidable trabajo de sus actrices, a las tradicionales acusaciones de machismo y fetichización insana del cine de terror, aportando nuevas lecturas de género a los mismos clichés de siempre con tan solo un par de pequeñas decisiones que nos hacen pensar que no era tan difícil hacer de las mujeres algo más que las víctimas; aquí son también las verdaderas protagonistas, que toman sin cortapisas las riendas de la trama, incluso en ocasiones convirtiéndose en los mismos verdugos.

Si bien no parece a la altura en las primeras secuencias del film, para cuando acabe la película Amber Heard se habrá elevado como una de las más interesantes protagonistas de terror de los últimos tiempos.

Tampoco es necesario admitir que este sea el mejor film de Carpenter, sin duda no necesita esa defensa, y es cierto hay más de un elemento que podríamos habernos ahorrado, como algún personaje en concreto particularmente irritante. Desde el comienzo encontraremos un aspecto que resulta un tanto confuso, y es una edición con tantos cortes rápidos y transiciones ásperas que realmente se vuelve mareante por momentos. Uno puede perfectamente encontrar la edición un tanto desorientadora, pero pronto se dará cuenta de que no es ni mucho menos fruto de la torpeza o la desatención del director, pues claramente acaba funcionando como una herramienta visual más para acercarnos a la propia confusión y desorientación general que sufre nuestra protagonista. Si bien el mareo puede que no se vaya, lo cierto es que su giro final incluso añade más sentido a esta y otro tipo de decisiones que creíamos que no lo tenían. Si pensábamos que en Encerrada encontramos a un Carpenter más parsimonioso y cansado y dirigiendo desde el asiento, lo cual hemos de admitir que no podemos evitar ver en la claramente inferior El pueblo de los malditos (1995), para nada es lo que encontramos aquí. El film está sin duda cuidado hasta el más último detalle, pensado como un retorcido rompecabezas que, nos guste más o menos, aterriza una serie de premisas minimalistas en un fabuloso y extravagante clímax.

Con todo, es muy posible que diversos cabos sueltos del film no convenzan a muchos, y si bien su giro final logra recogerlos con una pirueta asombrosa, cabe admitir que el truco sea un poco barato. Habrá quien quiera comparar su conclusión con los conocidos giros finales de M. Night Shyamalan, una comparación no muy amigable pero tampoco del todo desencaminada. Diremos sin embargo que el clímax de Encerrada está más a la altura de El sexto sentido (1999) que de El bosque (2004). Al fin y al cabo, la forma en la que recibamos su colofón final reflejará en gran parte cuánto nos hemos dejado disfrutar del film. Puede que aquí estemos un tanto alejados de las coordenadas habituales de John Carpenter, pero eso dice más de su capacidad de reinventarse y ofrecer originalidad y frescura bien entrada en su carrera que de nada más. Son especialmente reseñables algunas escenas de acción que acercan al film a lo mejor del terror más salvaje y trepidante de los últimos años, recordando por momentos a la formidable Expediente Warren: El caso Enfield (James Wan, 2016), el ejemplo más sobresaliente de esta deriva desde los lugares comunes más manidos y cansados del terror a las claves de la acción y la aventura. Si se le suma a ello el suficiente amor por el cine de serie B que hace que el film se tome lo justo y necesario en serio y en broma, junto con un metraje que clava su duración y su ambición, estamos sin duda ante un formidable ejemplo de terror que sobresale ante sus contemporáneos más iterativos y tediosos. Quizás esta no sea de las mejores películas de Carpenter, pero teniendo en cuenta el lugar tan elevado con el que cuentan algunas de estas en el panteón del cine de género, no serlo tampoco es ningún demérito especial, tan sólo significa que la película ciertamente no es perfecta. Pero eso no quita que sea de las más sólidas y entretenidas y que esté perfectamente a la altura de otras más queridas como La niebla (1980) o El príncipe de las tinieblas (1987), elevándose finalmente como un afortunado ejemplo de un director que todavía puede ofrecernos sustos, drama y acción a toneladas.

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CICLO JOHN CARPENTER

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