Terry Richardson

Terry nació en Nueva York en 1965. Su madre, Norma Richardson, era bailarina. En 1970 sus padres se divorciaron y Terry se trasladó junto a su madre a Woodstock. Una vez allí, la progenitora del fotógrafo abrazó el estilo de vida hippie y conoció al que sería su segundo marido, Jackie Lomax. Poco después la familia se mudó a Londres y finalmente a Hollywood, donde Norma sufrió un aparatoso accidente que le causó lesiones irreversibles. El clan subsistía gracias a la ayuda de la asistencia social y Terry encontró alivio en la música, tocaba en varios grupos, y en las drogas. A los dieciocho años comenzó a pincharse heroína.

A comienzos de los años noventa y animado por su padre, Bob Richardson –un pionero del estilo documental fotográfico –, comenzó a hacer fotografías de adolescentes, de drogadictos y de gente sin techo hasta que el director de The Face, Phil Bicker, le ofreció la campaña de Katherine Hamnett . Se trasladó a Londres y allí comenzó a colaborar en revistas alternativas como ID, o The Face. Dejó de lado sus adicciones y su nombre empezó a sonar a ambos lados del Atlántico. Desde entonces, sus fotos y su estilo setentero han ido ganado adeptos hasta convertir su inconfundible firma en una omnipresente dentro de la industria de la moda. Terry ha fotografiando campañas para Gucci , Miu Miu , Hugo Boss o Sisley .

Su estilo, marcadamente sexual y retro, resulta inconfundible y, sobre todo, vende. Él, un chico de una timidez casi patológica, afirma: “Por medio de tu arte resuelves asuntos emocionales, psicológicos. Pienso que desnudarse es divertido. Cuando estás sobrio, dejas de beber o de drogarte; necesitas otros estímulos. Andar por ahí desnudo o practicar sexo ante un montón de gente es un ejemplo. Mi lema es no pedir a nadie que haga algo que yo mismo no haría”. Sobre la experiencia de posar para él, el modelo español Jon Kortajarena afirma: “Fueron veinte horas sin interrupción de fotos. Fue muy duro, pero también increíble. Posar junto a modelos desnudos no me resultó incómodo, porque todo es muy profesional y, aunque rozamos el límite del porno, no llegó a la obscenidad”.