En la década de los setenta, Joseph Beuys desarrolló su teoría sobre la “escultura social”, una manera de subrayar que todo es arte, que cualquier persona (sí, usted mismo también) tiene la potencialidad de ser artista y que cualquier aspecto de la vida puede ser vislumbrado como una obra de arte.
Todos deberíamos contribuir, en la opinión de Beuys, también desde el punto de vista político y estético, a generar una sociedad utópica, donde el arte constituiría el mayor catalizador para la transformación social.
Este posicionamiento llevaba implícito, en buena medida, una superación del objeto (de la obra en sí) como forma única de creación. También en el ámbito de la teoría arquitectónica, Cedric Price vaticinaba que el siglo XXI se pondría fin a la fetichización del objeto, de la obra arquitectónica como creación eterna, abogando por contribuciones más allá de una forma física, donde lo esencial sean las ideas y el progreso.
No cabe duda de que en el momento presente redes sociales, blogs, nuevos canales o plataformas de información o visualización del mundo o aplicaciones que contribuyen a que autoconstruyamos nuestra propia identidad constituyen un campo propicio para el desarrollo de la “escultura social”.
En estas, llega Ter, una arquitecta que confiesa su afán adolescente por convertirse en youtuber y comienza a utilizar tales plataformas desarrollando un proyecto, sin propósito contracultural aparente, a través del cual disecciona prácticas y conceptos proporcionados por los años de estudio de arquitectura, para aplicarlo a las celebridades que lo son por el mero hecho de serlo.