Emmanuelle y su polvo en el avi�n, la butaca de mimbre y el collar de perlas. Tres im�genes grabadas en la retina de toda una generaci�n, la de finales de los 70, que recibi� su educaci�n sentimental de la mano de Sylvia Kristel y unas escenas de sexo que hoy, lejos de un subid�n de l�bido, nos provocar�an, como mucho, una sonrisa. Aquella pel�cula softcore sobre las experiencias sexuales de una joven francesa en Tailandia bati� todos los r�cords desde su estreno, en 1974: permaneci� 12 a�os en cartel en un cine de los Campos El�seos de Par�s, la vieron 350 millones de espectadores y provoc� la peregrinaci�n de miles de espa�oles a Perpi��n y a Biarritz porque la censura no permiti� su estreno en nuestro pa�s.
Han pasado diez a�os de la muerte de Sylvia Kristel y casi 50 del estreno de la pel�cula y Emmanuelle ha anunciado su regreso en una versi�n renovada, actualizada y se supone que con m�s y mejor sexo. La francesa L�a Seydoux ser� la encargada de tomar el relevo de la holandesa en este remake del cl�sico del destape que dirigi� Just Jaeckin y que ahora lo har� Audrey Diwan (Le�n de Oro en Venecia con El Acontecimiento).
Seydoux no lo va a tener f�cil para hacernos olvidar a Kristel, que fue elevada a categor�a de icono pero que qued� tan marcada por el personaje que nunca pudo quit�rselo de encima. Muri� de c�ncer, el 18 de octubre de 2012, totalmente arruinada y alcoholizada a los 60 a�os, despu�s de protagonizar tres secuelas m�s de Emmanuelle y otro medio centenar de pel�culas, la mayor�a de corte er�tico. La gente pagaba por verla desnuda y los directores buscaban cualquier excusa para quitarle la ropa. La locura por Emmanuelle gener� todo un reguero de versiones, unas 80, m�s o menos cutres, y Kristel particip� en algunas de esas cintas que hoy se pueden considerar de culto. Hubo hasta una Emmanuelle negra, con Laura Gemser, una actriz que no era negra, sino ex�tica (ten�a sangre indonesia y holandesa) que tambi�n qued� marcada por el personaje.
La pel�cula original ha envejecido mal pero sigue teniendo fans y muchos se preguntan si es necesario hacer una nueva versi�n. Uno de ellos es el productor Enrique Herreros que, a sus 93 a�os, recuerda con voz cascada pero una lucidez extraordinaria a su "gran amiga Sylvia", "una persona deliciosa... t�mida y con un gran sentido del humor". Herreros, al igual que su padre, -el otro Enrique Herreros, pintor, cartelista, cineasta e inventor de Sara Montiel- es una instituci�n en el cine espa�ol. Lo atestiguan las paredes de su despacho madrile�o de Chamber�, atiborradas de fotos de grandes estrellas con las que trabaj� en Los �ngeles y en Madrid. En una de ellas aparece junto a su querida Sylvia, a quien conoci� en 1978. "Hacer una nueva versi�n de Emmanuelle me parece una temeridad. En el 74 estaba muy bien pero a estas alturas... la gente se va a re�r", sentencia a LOC el productor.
Conoci� a Sylvia Kristel en un hotel de R�o de Janeiro. Herreros se col� en el ascensor en el que la estrella sub�a a su habitaci�n para invitarla a participar en el programa Dos por dos, que presentaban Mercedes Mil� e Isabel Tenaille y �l coordinaba. A ella le hizo gracia c�mo la hab�a abordado y accedi�. Se hicieron amigos, se llamaban y se ve�an si coincid�an en Los Angeles. La relaci�n se estrech� m�s cuando a Herreros le eligieron como responsable de la promoci�n mundial de Amor al primer mordisco, una comedia en la que el bronceado George Hamilton hac�a de Dr�cula. "El primer viaje lo hizo Hamilton solo y no funcion�, por eso un ejecutivo de Hollywood me propuso que me encargara yo. Acept�, pero le dije que ten�a que acompa�arnos otro personaje con m�s fuerza. Se lo propuse a Sylvia y me dijo que s�. Hicimos la gira mundial con ella. Ah� es cuando la conoc� de verdad. Eso s�, George y ella se liaron y las noches se las reservaba a Dr�cula", cuenta con humor.
En aquella gira descubri� que la actriz jam�s iba al ba�o en los aviones. La escena del polvo a�reo se hab�a convertido en la fantas�a sexual de la �poca y hubo alguno que se crey� que pod�a reproducirlo en el primer avi�n en el que se la encontr�. "Recuerdo un vuelo de 12 horas con escala en Anchorage, Alaska. La pobre sali� corriendo al ba�o de la terminal porque se estaba orinando. Se negaba a ir a los lavabos de los aviones", se�ala Herreros.
No fue el �nico trauma que le dej� Emmanuelle. Kristel no supo o no pudo gestionar bien la enorme fama que alcanz� y cay� en relaciones t�xicas que le arrastraron al alcohol y a la coca�na. "No sab�a elegir marido", relata el productor, que fue testigo de la desastrosa vida amorosa de la estrella.
Kristel era proclive a las relaciones destructivas. Tal vez por su infancia, que no fue f�cil. Tuvo una educaci�n severa, en un internado cat�lico, y una traum�tica experiencia: a los 9 a�os sufri� abusos sexuales por parte de un cliente del hotel que regentaban sus padres en Utrecht (Pa�ses Bajos), donde viv�an. A los 15 su padre, Jean-Nicholas, abandon� a su familia y se march� con otra mujer. La separaci�n le afect� mucho, como relata en sus memorias, Desnuda, publicadas en 2006. La ausencia del padre le llev� a entablar relaciones con hombres mucho mayores que ella.
El primero fue el escritor belga Hugo Claus, que le sacaba 24 a�os. Ella ten�a 21 y empezaba a hacer sus pinitos en el cine holand�s cuando se conocieron. Se casaron y tuvieron un hijo, Arthur (47), que es actor como su madre.
Claus anim� a su mujer a rodar Emmanuelle sin saber que les cambiar�a la vida. El rodaje no fue agradable. En la biograf�a Kristel lleg� a confesar que se sent�a violada, que odiaba rodar las escenas de sexo y que era fr�gida. Adem�s, cobr� un sueldo irrisorio por la pel�cula, que acab� generando millones.
Tras divorciarse del escritor en 1978 conoci� al actor Ian McShane, diez a�os mayor que ella, con quien se mud� a Los �ngeles tras dejar a Arthur en manos de su madre en Holanda. Las drogas y la ginebra se convirtieron en habituales en la vida de la pareja y ella acab� enganchada a la coca�na y al alcohol.
Sus posteriores relaciones la hundieron a�n m�s. Una de sus �ltimas parejas le sac� hasta las entretelas. Le vaci� cuentas y acab� vendi�ndolo todo, incluida su villa de Saint-Tropez y su �tico parisino. "No me queda nada", confes�. A la ruina se uni� un c�ncer de garganta -fumaba desde los 11 a�os- que super�, pero el tumor volvi� a aparecer en 2012, en el pulm�n. El 18 de octubre de ese mismo a�o muri� en su pisito de �msterdam. Ten�a 60 a�os y hac�a mucho que hab�a dicho adi�s a su Emmanuelle y a su trono de mimbre.
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