A Simone Inzaghi le cost� cinco a�os y cuatro cesiones debutar en el club de su ciudad, el Piacenza. Era el verano de 1998. Hab�a crecido en San Nicol�, un peque�o pueblo pegado a la capital, casi pisando la frontera entre su Emilia Roma�a y la rival Lombard�a, y su carrera futbol�stica no terminaba de despegar como la sangre familiar promet�a. Porque en la habitaci�n de al lado, ya vac�a, estaban las cosas viejas de su hermano Filippo, tres a�os mayor, tambi�n delantero, que ya hab�a hecho las maletas y ven�a de perder, como titular, la final de la Champions con la Juventus ante el Real Madrid.
Aquel 1998 fue un a�o agridulce para la familia Inzaghi. Los llantos de Pippoen el Amsterdam Arena tras el gol de Mijatovic se repitieron cuando Di Biagio fall� el penalti decisivo que eliminaba a Italia contra Francia en los cuartos de final del Mundial. Otra vez una pena m�xima, como la de Baggio en la final de Estados Unidos. Mientras su hermano sufr�a derrotas en el m�ximo escal�n del mundo del bal�n, Simone, en Tercera Divisi�n, so�aba con que el destino le concediera el golpe de fortuna que le hab�a negado al f�tbol italiano.
El Scudetto del 2000
Y el destino apareci�. El Piacenza, sufriendo en los �ltimos puestos de la Serie A, decidi� darle un puesto en la plantilla. No defraud�. Anot� 15 goles en una sola temporada y fich� por la Lazio en el mercado de traspasos de 1999. De repente, los Inzaghi eran los delanteros titulares de los dos mejores clubes del Calcio. Simone, que hab�a capitaneado varios de los equipos de su hermano mayor cuando eran adolescentes, pisaba por fin el mismo escal�n que Pippo. El de la Juventus segu�a siendo mejor, peleando en la tabla de m�ximos goleadores de Italia, pero Simone apretaba. Debut� con la selecci�n en un amistoso contra Espa�a y se atrevi� a robarle el Scudetto del 2000 en un final de pel�cula que merece ser contado de nuevo.
�ltima jornada de la Serie A. La Lazio, segunda, vence 3-0 a la Reggina con goles de Inzaghi, Ver�n y Simeone. La Juventus, l�der con Ancelotti como entrenador y Zidane, Del Piero y Pippo Inzaghi en el c�sped, no puede perder en Perugia, donde est� cayendo tanta agua que Pierluigi Collina suspende el duelo durante una hora. M�s tensi�n. La reanudaci�n sienta mal a los de Carletto, que terminan siendo derrotados por 1-0, regalan el t�tulo a su m�ximo rival y ponen fin a su dram�tica temporada.
De las sombras al �xito
Despu�s de aquel gigantesco triunfo familiar, Simone volvi� a las sombras. Tuvo �xito y se convirti� en el m�ximo goleador de la Lazio en competiciones internacionales, pero s�lo se puso la camiseta de la Azzurra dos veces m�s y observ� desde casa c�mo su hermano alcanzaba la gloria en elMil�n, siempre de la mano de Ancelotti, y en la Copa del Mundo de 2006. Hoy, m�s de dos d�cadas despu�s de aquella pelea por el Scudetto del 2000, las cosas han cambiado para los Inzaghi.
Simone es el entrenador del mejor equipo de Italia, el Inter de Mil�n, y se enfrenta al Madrid de Ancelotti por el liderato de su grupo de Champions. Mientras, Pippo delantero de leyenda, dirige al Brescia de la Serie B despu�s de tener varias malas experiencias en el Milan, el Venezia, el Bolonia y el Benevento. Los banquillos han dado la vuelta a la jerarqu�a de los hermanos y han impulsado a Simone como una de las mentes m�s brillantes del Calcio. Siempre, como en su �poca de futbolista en el Piacenza, con la obligatoriedad de pelear la oportunidad.
Comenz� en 2014 entrenando en las inferiores de la Lazio y otro golpe del destino le sent� en el banquillo del Ol�mpico. En abril de 2016, los romanos decidieron destituir a Pioli y le entregaron el mando a Inzaghi hasta final de curso. Parec�a un mero interino con las horas contadas, pero la sorprendente renuncia deMarcelo Bielsa en verano, antes incluso de empezar, oblig� al club a pensar una soluci�n de emergencia: Simone se mantuvo en el puesto y devolvi� al equipo a la pelea por los primeros puestos del Calcio, esa en la que no estaban desde el 2000. Una Copa, dos Supercopas y un billete para la Champions en cinco a�os antes de dar el salto a San Siro, pr�ximo paso de una carrera ya asentada en la elite de los banquillos.
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