El clasismo de los recuerdos de familia | Opinión | EL PAÍS
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ANATOMÍA DE TWITTER
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El clasismo de los recuerdos de familia

El cineasta Javier Fernández plantea en un hilo de Twitter que los documentales en primera persona son también una “exhibición impúdica involuntaria de capital económico y cultural”

Annie Ernaux y sus dos hijos en un fotograma de la película 'Los años de super-8'.
Annie Ernaux y sus dos hijos en un fotograma de la película 'Los años de super-8'.

Se repite hasta la saciedad que la historia la escriben los vencedores. Durante mucho tiempo, el objeto de estudio de la historia se reducía a los grandes personajes y al análisis de una sucesión de grandes acontecimientos. El sesgo de la clase social dominante era patente. Conforme avanza el siglo XX, no obstante, cobra cada vez más importancia la microhistoria. Estudiar aspectos de la cotidianidad, un suceso local, la vida de una persona anónima, aporta una síntesis valiosa sobre un periodo concreto al tiempo que abre nuevas perspectivas de interpretación. En el mundo del arte y la cultura, el interés por el archivo y la memoria, por crear una obra nueva a partir de material antiguo, se ha extendido a numerosas manifestaciones. Hay una mirada hacia uno mismo para construir un discurso con ánimo de trascender en lo que se ha venido a llamar autoficción, en el caso de la literatura.

En el cine, se recuperan imágenes familiares, no profesionales, testimonios que en su momento no tenían la relevancia que el paso del tiempo les concede. Un ejemplo claro y reciente es el documental Tres minutos: una exploración, de la holandesa Bianca Stigter, estrenada en España por Filmin, basado en la película doméstica que rodó un judío polaco que hizo fortuna en Estados Unidos y volvió de vacaciones a su pueblo con una cámara de aficionado en mano, un año antes del inicio del holocausto nazi.

Las imágenes domésticas en super-8 son otra fuente de creación. Hace casi 20 años, formaron parte esencial del impactante documental Capturing the Friedmans, de Andrew Jarecki, sobre una familia (un padre y un hijo) condenados por pedófila y abusos sexuales en EE UU. El pasado año, la premio Nobel Annie Ernaux presentó con su hijo David Ernaux-Briot la película Los años de super-8, alimentada por imágenes de la familia filmadas por el padre a lo largo del tiempo. Los ejemplos son múltiples.

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Ahora, el cineasta e investigador Javier Fernández Vázquez propone otro punto de vista sobre este tipo de material en un sugestivo hilo de Twitter con más de 177.000 visualizaciones. “Qué imponente muralla de clase social la que levantan los documentales en primera persona que reconstruyen o fabulan con la historia familiar de sus antepasados a través de materiales domésticos: super-8, abundantes fotografías, cartas, etc”, dice el tuit inaugural. “Vacaciones por el mundo en épocas en las que casi nadie viajaba, celebraciones en enormes casas con jardines y comedores, cartas con caligrafía exquisita y lánguidas citas a poetas. Qué exhibición impúdica involuntaria de capital económico y cultural”, apunta el segundo. “No niego la calidad y sensibilidad de algunas de estas obras pero qué difícil es para mí sacudirme esta sensación. Porque es insuperable. Alguien de clase obrera puede llegar a hacer cine. Es extremadamente difícil pero, con mucha —mucha— suerte, perseverancia y...”, continua. “Cuántas vidas, cuántas historias perdidas para el cine porque no quedó constancia visual suficiente. Sencillamente porque era caro para la mayoría de la población. Un par de álbumes de fotos, poco más. Qué reto monumental para un cineasta abordar esa ausencia, esa escasez”. Concluye aludiendo que, por el contrario, la era digital permitirá rastrear el pasado de manera más democrática y completa dentro de 50 años.

La mayoría aplaude y amplía la reflexión del director del largometraje Anunciaron tormenta. Un tuitero le matiza: “Podías venir de familia trabajadora y que esa fuera la afición a la que se dedicaba el gasto de ocio. Eso sí, nuestros super-8 familiares no deben sumar ni media hora de metraje en más de 10 años y transcurren en el pueblo, en el parque del barrio”. Otros inciden en que “es un fenómeno social que ha ocurrido siempre con cualquier avance tecnológico”, y que “generalmente el acceso a ese tipo de material / registro fue exclusivo para cierta sociedad de cierto nivel económico”. El cineasta responde que no se puede comparar una afición “minoritaria y relativamente cara” como el super-8 con los “vídeos grabados con móviles”.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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