No podemos afirmar que Serbia sea una de las grandes potencias cinematográficas de Europa. Más allá de la filmografía de Goran Paskaljevic y, sobre todo, Emir Kusturica, el cine serbio más reciente se ha alimentado internacionalmente del escándalo. El último ejemplo más lo tenemos en ‘A.I. Rising’ (Lazar Bodroza, 2918), cinta de ciencia ficción erótica presentada en Sitges que narra la convivencia entre un astronauta, Sebastian Cavazza, y su robot sexual, la conocida actriz porno neoyorkina de ascendencia serbia, Stoya. Mayor éxito y caída tuvo ‘Klip’. La destacada cinta de Maja Milos se alzó con el gran premio en el Festival de Rotterdam por mostrar sin tapujos el descontrol de una adolescente desbocada a grabar con su nuevo móvil sus andanzas tóxicas y sexuales. Aunque la protagonista, Isidora Simijonovic, utilizó dobles de cuerpo para las escenas más explícitas, la película no se puede exhibir a día de hoy en España por presentar escenas de sexo protagonizadas por una actriz que en el momento del rodaje era menor de edad. Pero todos estos títulos destacadas y sonados escándalos del cine Serbio tienen un centro, una explosión mucho más sonora que todos juntos. El largometraje en cuestión se llama nada más y nada menos que ‘A Serbian Film’, es decir, “una película serbia”.

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El director Srdjan Spasojevic y el guionista Aleksandar Radivojevic propusieron una cinta que siempre han defendido como una crítica al cine serbio académico. Según ellos, en Serbia solo se produce desde el estado filmes dramáticos, basados en cosas como la guerra de los Balcanes. Películas para triunfar dando pena, eso que llamamos pornomiseria y que tanto solemos apreciar de pequeñas filmografías. Es algo que ya hizo Luis Ospina con el cine colombiano en forma de falso documental en ‘Agarrando pueblo’ (1977), el mejor ejemplo de denuncia de esta tendencia institucional de ciertas filmografías mal llamadas "periféricas". Así de claro lo dejaba Spasojevic en un comunicado sobre la cinta:

Mediante una alegoría, en esta película tratamos de lidiar nuestra vida con las autoridades corruptas que gobiernan. Intentamos enfrentarnos al arte y el cine de hoy en día con sus respectivas autoridades artísticas, que los dominan de una manera corrupta. Las películas que predican y hacen respetar la rectitud política son, actualmente, las dominantes de la expresión cinematográfica. Hoy en día en Europa del Este no recibes financiación para una película a no ser que tengas una “historia verídica” patética y conmovedora que cuente la historia de unas pobres niñas refugiadas y desamparadas con fósforos, que terminaron como víctimas de la guerra, de hambrunas y/o de la intolerancia. En su mayoría tratan a las víctimas como a héroes, y las utilizan y manipulan con el fin de despertar la empatía del espectador. Crean una historia falsa y romántica sobre esa víctima y la venden como si fuera la vida real. Esa es la auténtica pornografía y manipulación, y también violencia espiritual... El fascismo cinematográfico a través de la rectitud política.
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Repudiada por muchos y admirada por tantos otros, si en algo falla seguro la controvertida película de Srdjan Spasojevic es precisamente en lo diluido que queda su denuncia contra el status quo del cine serbio bajo la capa de extrema de violencia de su propuesta. Además de lo que se deduce del título, sus autores se refieren a que la película narra la historia de un pornógrafo psicópata obsesionado con hacer pornografía de víctimas, de inocentes. Era la forma en la que Spasojevic y Radivojevic querían retratar la tendencia de hacer cine victimista, utilizando mayoritariamente a niños como protagonistas de penurias. Pero claro, cuando haces “pornografía de recién nacidos” y muestras como sodomizan a uno la gente tiene poco tiempo para reflexionar sobre ese sutil paralelismo. Eso sí, la sonrisa de la madre al ver como violan a su niño tras el parto, alegoría de todo espectador de pornomiseria, es el mejor hallazgo de la cinta. Pero seamos sinceros, cuesta ponerse alegórico cuando ves esa escena la primera vez y es extraño, mucho, querer repetir.

Si ‘A Serbian Film’ fue polémica en un país, ese fue España. La película, que contiene dos escenas de sodomización infantil entre otras lindezas, pasó por el Festival de Cannes y el American Film Market. De hecho, se exhibió sin graves problemas en festivales de Bruselas, Montreal, Londres, Oporto, Austin. Toronto, Sofia, Hamburgo, Puchon, Ravenna o Estocolmo. Sin embargo, todo explotó en Sitges. Cualquiera que conozca el Festival catalán, un certamen fantástico y de género, no será ajeno al gore, a la serie B, a la violencia hiperbolizada e incluso al término snuff movie. Vamos, que de primeras era un sitio ideal para la exhibición de la película. La película estaba programada para 3 proyecciones entre los días 14 y 16 de octubre de la edición de 2010, pero no pasó del primero.

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Antes de la proyección, el director del certamen, Ángel Sala, advirtió al público que se iba a topar con una de las películas más salvajes de la historia. Oro para los oídos de cualquier festivalero si no fuese por las palabras con las que acabó: “No sería capaz de volver a verla”.

Intentando no destripar (nunca mejor dicho) toda la película, podemos decir que ‘A Serbian Film’ cuenta la historia de Milos (Srdjan Todorovic), una leyenda del porno retirada que acepta volver a trabajar a cambio de una suma de dinero en un misterioso proyecto pornográfico privado. Con algo de viagra para toros de por medio, podemos resumir el viaje en que Milos acaba sodomizando a su hijo mientras, a su lado, su mujer es violada por su hermano. Perdonad los spoilers pero, de todas formas, es casi imposible ver esta película legalmente en España.

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Tras la proyección, la FAPMI (Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil) protestó en una carta abierta al festival por la película y pidió su retirada de la programación. Hasta aquí, bueno, podríamos creer que todo sucedió dentro de la normalidad. La cinta podía ser ofensiva para un colectivo que se dedica a defender algo tan encomiable como la exhibición de imágenes de maltrato infantil. El problema aumentó con la CONCAPA (Confederación Católica de Asociaciones de Padres de Alumnos) que intentó impedir la exhibición de la película en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de Donosti, exigiendo al Ministerio de Cultura que la película no pudiese entrar en el circuito de exhibición comercial. Se argumentó que en ella se producen varias acciones que van en contra de diversas leyes internacionales, lo que ya avanza una escasa compresión de la separación que existe entre la realidad y la representación. El juzgado de instrucción nº4 de San Sebastián oyó las denuncias y prohibió cautelarmente los pases de la película, que sin embargo ganó el Premio de un Público que no había podido verla en protesta por el atentado a la libertad de expresión.

Desde ese momento ‘A Serbian Film’ sigue siendo el centro de una lucha entre la libertad de expresión y sus límites, entre los que entienden la alegoría y los que solo quieren hablar de la literalidad. Mientras, Ángel Sala continúa desde el 2011 imputado por un juzgado de Villanueva y Geltrú por un delito nada menos que de exhibición de “Pornografía infantil”. Advirtamos desde ya que la cinta no llega a tener ninguna imagen sexualmente explicita en relación a ningún menor. Es decir, no hay ninguna imagen en la que veamos juntos un genital y un niño o niña. Pero lo que premiaron festivales en Portugal (Fantasporto) o Canadá (Montreal), en España le ha costado una grave denuncia al director de uno de nuestros festivales de cine más importantes.

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Icono del llamado cine underground de Belgrado junto con ‘The Life and Death of a Porno Gang’ (2009) de Mladen Djordjevic, y ‘Tears For Sale’ (2008), de Uros Stojanovic, ‘A Serbian Film’ es un evidente caso de malentendido. La película, dura y en ciertos sentidos extrema, no deja de tener un toque paródico en su hiperbolizada violencia que cualquier espectador familiarizado con este tipo de películas entendería sin mucha dificultad. Al fin y al cabo, hablamos de un largometraje donde el protagonista mata al hombre que viola al recién nacido metiendo su pene erecto por la cuenca de su ojo. Sin embargo, la alegoría, la metáfora y los simbolismos nunca han sido términos que se hayan entendido muy bien con el pragmatismo de las regulaciones y las leyes, mucho menos con las asociaciones que se encargan de defenderlas de oídas, sin ver en su mayoría las obras que denuncian.

En estos diez años que han pasado desde que ciertas asociaciones españolas cortaron de raíz la exhibición de la cinta, galardonada internacionalmente, han surgido formas de llegar a casi cualquier película, ya sea a través de plataformas de streaming o ediciones domésticas. En España, sin embargo, no encontrarán la manera de comprar ‘A Serbian Film’. Al contrario que en nuestro país, en Francia o Alemania tiene completas ediciones en BluRay.

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Rafael Sánchez Casademont

Rafael es experto en cine, series y videojuegos. Lo suyo es el cine clásico y de autor, aunque no se pierda una de Marvel o el éxito del momento en Netflix por deformación profesional. También tiene su lado friki, como prueba su especialización en el anime, el k-pop y todo lo relacionado con la cultura asiática.

Por generación, a veces le toca escribir de éxitos musicales del momento, desde Bizarrap hasta Blackpink. Incluso tiene su lado erótico, pero limitado, lamentablemente, a seleccionarnos lo mejor de series y películas eróticas. Pero no se limita ahí, ya que también le gusta escribir de gastronomía, viajes, humor y memes.

Tras 5 años escribiendo en Fotogramas y Esquire lo cierto es que ya ha hecho un poco de todo, desde entrevistas a estrellas internacionales hasta presentaciones de móviles o catas de aceite, insectos y, sí, con suerte, vino. 

Se formó en Comunicación Audiovisual en la Universidad de Murcia. Después siguió en la Universidad Carlos III de Madrid con un Máster en Investigación en Medios de Comunicación. Además de comenzar un doctorado sobre la representación sexual en el cine de autor (que nunca acabó), también estudió un Master en crítica de cine, tanto en la ECAM como en la Escuela de Escritores. Antes, se curtió escribiendo en el blog Cinealacarbonara, siguió en medios como Amanecemetropolis, Culturamas o Revista Magnolia, y le dedicó todos sus esfuerzos a Revista Mutaciones desde su fundación. 

Llegó a Hearst en 2018 años y logró hacerse un hueco en las redacciones de Fotogramas y Esquire, con las que sigue escribiendo de todo lo que le gusta y le mandan (a menudo coincide). Su buen o mal gusto (según se mire) le llevó también a meterse en el mundo de la gastronomía y los videojuegos. Vamos, que le gusta entretenerse.