San Policarpo
Obispo
de Esmirna,
m�rtir
69-c.155
Padre
Apost�lico
Importante v�nculo entre el Ap�stol
San
Juan y San Ireneo,
San Ignacio y otros padres de la
Iglesia.
Fiesta: 23 febrero
En
breve:
Policarpo, disc�pulo de los ap�stoles y obispo de Esmirna, dio
hospedaje a Ignacio de Antioqu�a. Hizo un viaje a Roma para tratar
con el papa Aniceto la cuesti�n de la fiesta de la Pascua. Sufri� el
martirio hacia el a�o 155, siendo quemado vivo en el estadio de la
ciudad.
Testimonio sobre su martirio:
Como un sacrificio enjundioso y agradable
De su carta a los Filipenses:
Est�is salvados por gracia
Las
obras
y fuentes sobre San Policarpo: (1) Las ep�stolas de San Ignacio; (2) La
ep�stola de Policarpo a los Filipenses; (3) algunos pasajes de San Ireneo; (4) La carta a los de Smirna sobre el martirio de San
Policarpo.
Vida
de San Policarpo
San Policarpo fue uno de los m�s famosos entre
aquellos obispos de la Iglesia primitiva a quienes se les da el nombre de
"Padres Apost�licos", por haber sido disc�pulos de los Ap�stoles y directamente instruidos
por ellos. Policarpo fue disc�pulo de San Juan Evangelista, y los fieles le
profesaban una gran veneraci�n. Entre sus muchos disc�pulos y
seguidores se encontraban San Ireneo y Pap�as. Cuando Florino, que hab�a visitado con
frecuencia a San Policarpo, empez� a profesar ciertas herej�as, San Ireneo le escribi�: "Esto no era lo que ense�aban los
obispos, nuestros predecesores. Yo te puedo mostrar el sitio en el que el bienaventurado Policarpo
acostumbraba a sentarse a predicar. Todav�a recuerdo la gravedad de su porte, la santidad de su persona, la majestad de su rostro y de sus movimientos, as�
como sus santas exhortaciones al pueblo. Todav�a me parece o�rle contar c�mo hab�a
conversado con Juan y con muchos otros que vieron a Jesucristo, y repetir las palabras que hab�a o�do de ellos. Pues bien, puedo jurar ante Dios que si el santo obispo hubiese o�do tus errores, se habr�a tapado las orejas y habr�a exclamado, seg�n su costumbre: �Dios m�o!, �por qu� me has hecho vivir hasta hoy para o�r semejantes cosas? Y al punto habr�a hu�do del sitio en que se predicaba tal doctrina".
La tradici�n cuenta que, habi�ndose encontrado San Policarpo con Marci�n en las calles de Roma, el hereje le increp�, al ver que no parec�a
advertirle: '�Qu�, no me-conoces?" "S�, -le respondi� Policarpo-, se que eres el primog�nito de Satan�s". El santo obispo hab�a heredado este aborrecimiento hacia
las herej�as de su maestro San Juan, quien sali� huyendo de los ba�os, al ver a
Cerinto. Ellos comprend�an el gran da�o que hace la herej�a.
San Policarpo bes� las cadenas de San Ignacio, cuando �ste pas� por
Esmirna, camino del martirio, e Ignacio a su vez, le recomend� que velara por su lejana Iglesia de Antioqu�a y le pidi� que escribiera en su nombre a las Iglesias de Asia, a las que �l no hab�a podido escribir.
San Policarpo escribi� poco despu�s a los Filipenses una carta que se conserva todav�a y que alaban mucho San Ireneo, San Jer�nimo, Eusebio y otros. Dicha carta, que en tiempos de San Jer�nimo se le�a p�blicamente en las iglesias, merece toda admiraci�n por la excelencia de sus consejos y la claridad de su estilo. Policarpo emprendi� un viaje a Roma para aclarar ciertos puntos con el Papa San Aniceto, especialmente la cuesti�n de la fecha de la Pascua, porque las Iglesias de Asia difer�an de las otras en este particular. Como Aniceto no pudiese convencer a Policarpo ni �ste a aqu�l, convinieron en que ambos conservar�an sus propias costumbres y permanecer�an unidos por la caridad.
Para mostrar su respeto por San Policarpo, Aniceto le pidi� que celebrara la Eucarist�a en su Iglesia. A esto se reduce todo lo que sabemos sobre San Policarpo, antes de su martirio.
El a�o sexto de Marco Aurelio, seg�n la narraci�n de Eusebio, estall�
una grave persecuci�n en Asia, en la que los cristianos dieron pruebas de un
valor heroico. Germ�nico, quien hab�a sido llevado a Esmirna con otros once o doce cristianos se se�al� entre todos, y anim� a los pusil�nimes a soportar el Martirio. En el anfiteatro, el proc�nsul le exhort�
a no entregarse a la muerte en plena juventud, cuando la vida ten�a tantas cosas que
ofrecerle, pero Germ�nico provoc� a las fieras para que le arrebataran cuanto
antes la vida perecedera. Pero tambi�n hubo cobardes: un frigio, llamado Quinto,
consinti� en hacer sacrificios a los dioses antes que morir.
La multitud no se saciaba
de la sangre derramada y gritaba: "�Mueran los enemigos de los dioses! �Muera
Policarpo!" Los amigos del santo le hab�an persuadido que se escondiera, durante la persecuci�n, en un pueblo vecino. Tres d�as antes de su martirio tuvo una visi�n en la que aparec�a su almohada envuelta en llamas; esto fue para �l una
se�al de que morir�a quemado vivo como lo predijo a sus compa�eros. Cuando
los perseguidores fueron a buscarle, cambi� de refugio, pero un esclavo, a quien hab�an amenazado
si no le delataba, acab� por entregarle.
Los autores de la carta de la que tomamos estos datos, condenan justamente la presunci�n de los que
se ofrec�an espont�neamente al martirio y explican que el martirio de San Policarpo fue realmente evang�lico, porque el
santo no se entreg�, sino que esper� a que le arrestaran los perseguidores,
siguiendo el ejemplo de Cristo.
Herodes, el jefe de la polic�a, mand� por la noche a un piquete de
caballer�a a que rodeara la casa en que estaba escondido Policarpo; �ste se hallaba
en la cama, y rehus� escapar, diciendo: "H�gase la voluntad de Dios". Descendi�, pues, hasta la puerta, ofreci� de cenar a los soldados y les pidi� �nicamente que le dejasen orar unos momentos. Habi�ndosele concedido esta gracia, Policarpo or� de pie durante dos horas, por sus propios cristianos y por toda la
Iglesia. Hizo esto con tal devoci�n, que algunos de los que hab�an venido a aprehenderle se arrepintieron de haberlo hecho. Montado en un asno fue conducido a la ciudad. En el camino se cruz� con Herodes y el padre de �ste, Nicetas, quienes le hicieron venir a su carruaje y trataron de
persuadirle de que no "exagerase" su cristianismo: "�Qu� mal hay -le
dec�an- en decir Se�or al C�sar, o en ofrecer un poco de incienso para escapar a la muerte?" Hay que notar que la palabra "Se�or" implicaba en aquellas circunstancias el
reconocimiento de la divinidad del C�sar. El obispo permaneci� callado al principio; pero, como sus interlocutores le instaran a hablar, respondi� firmemente:
"Estoy decidido a no hacer lo que me aconsej�is". Al o�r esto, Herodes y Nicetas le arrojaron del carruaje con tal violencia, que se fractur� una pierna.
El santo se arrastr� calladamente hasta el sitio en que se hallaba reunido el pueblo. A la llegada de Policarpo, muchos oyeron una voz que dec�a: "S� fuerte, Policarpo, y muestra que eres hombre". El proc�nsul le exhort� a tener
compasi�n de su avanzada edad, a jurar por el C�sar y a gritar: "�Mueran los
enemigos de los dioses!" El santo, volvi�ndose hacia la multitud de paganos reunida en el estadio, grit�: "�Mueran los enemigos de Dios!" El proc�nsul repiti�: "Jura por el C�sar y te dejar� libre; reniega de Cristo". "Durante
ochenta y seis a�os he servido a Cristo, y nunca me ha hecho ning�n mal. �C�mo quieres que reniegue de mi Dios y Salvador? Si lo que deseas es que jure
por el C�sar, he aqu� mi respuesta: Soy cristiano. Y si quieres saber lo que
significa ser cristiano, dame tiempo y esc�chame". El proc�nsul dijo: "Convence
al pueblo". El m�rtir replic�: "Me estoy dirigiendo a ti, porque mi religi�n ense�a a respetar a las autoridades si ese respeto no quebranta la ley de
Dios. Pero esta muchedumbre no es capaz de o�r mi defensa". En efecto,
la rabia que consum�a a la multitud le imped�a prestar o�dos al santo.
El proc�nsul le amenaz�: "Tengo fieras salvajes". "Hazlas venir -respondi�
Policarpo-, porque estoy absolutamente resuelto a no convertirme del bien al
mal, pues s�lo es justo convertirse del mal al bien". El prec�nsul replic�: "Puesto desprecias a las fieras te mandar� quemar vivo". Policarpo le dijo:
"Me amenazas con fuego que dura un momento y despu�s se extingue; eso demuestra ignoras el juicio que nos espera y qu� clase de fuego inextinguible aguarda
a los malvados. �Qu� esperas? Dicta la sentencia que quieras".
Durante estos discursos, el rostro del santo reflejaba tal gozo y confianza
y actitud ten�a tal gracia, que el mismo proc�nsul se sinti� impresionado.
Sin embargo, orden� que un heraldo gritara tres veces desde el centro del estadio:
Policarpo se ha confesado cristiano". Al o�r esto, la multitud exclam�: "�Este
es el maestro de Asia, el padre de los cristianos, el enemigo de nuestros dioses
que ense�a al pueblo a no sacrificarles ni adorarles!" Como la multitud pidiera
al proc�nsul que condenara a Policarpo a los leones, aqu�l respondi� que no
pod�a hacerlo, porque los juegos hab�an sido ya clausurados. Entonces gentiles y
jud�os pidieron que Policarpo fuera quemado vivo.
En cuanto el proc�nsul accedi� a su petici�n, todos se precipitaron a
traer le�a de los hornos, de los ba�os y de los talleres. Al ver la hoguera prendida, Policarpo se quit� los vestidos y las sandalias, cosa que no hab�a
hecho antes porque los fieles se disputaban el privilegio de tocarle. Los verdugos quer�an atarle, pero �l les dijo: "Permitidme morir as�. Aqu�l que me
da su gracia para soportar el fuego me la dar� tambi�n para soportarlo
inm�vil". Los verdugos se contentaron pues, con atarle las manos a la espalda.
Alzando los ojos al cielo, Policarpo hizo la siguiente oraci�n: "�Se�or Dios
Todopoderoso, Padre de tu amado y bienaventurado Hijo, Jesucristo, por quien
hemos venido en conocimiento de Ti, Dios de los �ngeles, de todas las fuerzas
de la creaci�n y de toda la familia de los justos que viven en tu presencia!
�Yo te bendigo porque te has complacido en hacerme vivir estos momentos
en que voy a ocupar un sitio entre tus m�rtires y a participar del c�liz de tu
Cristo, antes de resucitar en alma y cuerpo para siempre en la inmortalidad del
Esp�ritu Santo! �Conc�deme que sea yo recibido hoy entre tus m�rtires, y
que el sacrificio que me has preparado T�, Dios fiel y verdadero, te sea
laudable! �Yo te alabo y te bendigo y te glorifico por todo ello, por medio
del Sacerdote Eterno, Jesucristo, tu amado Hijo, con quien a Ti y al Esp�ritu
sea dada toda gloria ahora y siempre! �Am�n!"
No bien hab�a acabado de decir la �ltima palabra, cuando la hoguera
fue encendida. "Pero he aqu� que entonces aconteci� un milagro ante
nosotros, que fuimos preservados para dar testimonio de ello -escriben los autores
de esta carta-: las llamas, encorv�ndose como las velas de un nav�o empujadas
por el viento, rodearon suavemente el cuerpo del m�rtir, que entre ellas
parec�a no tanto un cuerpo devorado por el fuego, cuanto un pan o un metal
precioso en el horno; y un olor como de incienso perfum� el ambiente". Los
verdugos, recibieron la orden de atravesar a Policarpo con una lanza; al hacerlo, brot�
de su cuerpo una paloma y tal cantidad de sangre, que la hoguera se
apag�.
Nicetas aconsej� al proc�nsul que no entregara el cuerpo a los
cristianos, no fuera que estos, abandonando al Crucificado, adorasen a Policarpo.
Los jud�os hab�an sugerido esto a Nicetas, "sin saber -dicen los autores de la
carta- que nosotros no podemos abandonar a Jesucristo ni adorar a nadie
porque a El le adoramos como Hijo de Dios, y a los m�rtires les arnamos simplemente como disc�pulos e imitadores suyos, por el amor que
muestran a su Rey y Maestro". Viendo la discusi�n provocada por los jud�os, el
centuri�n redujo a cenizas el cuerpo del m�rtir. "M�s tarde -explican los autores de la carta- recogimos nosotros los huesos, m�s preciosos que las m�s ricas joyas de oro, y los depositamos en un sitio d�nde Dios nos concedi� reunirnos, gozosarnente, para celebrar el nacimiento de este m�rtir". Esto escribieron los disc�pulos y testigos. Policarpo recibi� el premio de sus trabajos, a las dos de la tarde del 23 de febrero
de 155, o 166, u otro a�o.
Vida de los Santos, Butler
pgs. 172-175
Existe una muy vasta literatura, que no podemos citar aqu� por entero, sobre San
Policarpo y todo lo relacionado con �l. Los principales puntos de discusi�n que pueden interesarnos son los siguientes: 1) la autenticidad de la carta que describe su martirio, escrita en nombre de la Iglesia de Esmirna: 2) la autenticidad de la carta de San
Ignacio de Antioqu�a a San Policarpo; 3) la autenticidad de la carta de San Policarpo a los filipenses; 4) el valor de las informaciones que San
Ireneo y otros autores primitivos nos dan sobre las relaciones de San Policarpo con el ap�stol San Juan; 5) la fecha del martirio; 6) el valor de la Vida de Policarpo atribuida a Pionio. Por lo que toca a los cuatro primeros puntos, se puede decir que los especialistas sobre la Iglesia primitiva, se declaran casi un�nimemente en favor de la tradici�n ortodoxa. Las conclusiones a las que llegaron tan laboriosamente, Lightfoot y Funk han sido finalmente aceptadas casi por unanimidad. Por consiguiente, dichos documentos pueden considerarse entre los m�s preciosos recuerdos que han llegado hasta nosotros sobre los primeros pasos en la vida de la Iglesia. Esos documentos que se encuentran reunidos en la obra inapreciable de Lightfoot, The Apostolic Fathers, Ignatius and
Polycarp, 3 vols., y en la edici�n abreviada en un solo volumen de J. R. Harmer. The Apostolic Fathers (1891). En cuanto a la fecha del martirio, los escritores primitivos, bas�ndose en la Cr�nica de Eusebio, aceptaban sin discusi�n que San Policarpo hab�a muerto el
a�o 166; pero los cr�ticos actuales sit�an el martirio en los a�os 155 o 156. Ver, sin embargo, J. Chapman, quien en la Revue B�n�dictine, vol. xix, pp. 145 ss., expone los motivos por los que prefiere el a�o 166; H. Gr�goire, en Analecta Bollandiana, Vol. LXIX (1951), pp. 1-38, arguye largamente en favor del
a�o 177. Por lo que se refiere al sexto punto, es decir la biograf�a de Pionio, seg�n la cual Policarpo hab�a sido un esclavo rescatado por una piadosa dama, los cr�ticos est�n actualmente de acuerdo en afirmar que se trata de una obra de imaginaci�n, escrita tal vez en el �ltimo decenio del siglo IV. P. Corssen y E. Schwartz han intentado demostrar que la Vida de Policarpo es una obra aut�ntica del m�rtir San Pionio, quien muri� en los
a�os 180 o 250; pero Delchaye refut� ampliamente esta teor�a en Les passions des martyrs et les genres litt�raires (1921), pp. 11-59. Hay un excelente art�culo sobre San Policarpo, escrito por H. T. Andrews, en la Encyc1opaedia Britannica', und�cima edici�n. Kirsopp Lake, en Loeb Classical Library, The Apostolic Fathers, vol. ir, presenta el texto y la traducci�n del martirio; en la serie Ancient Christian Writers se encuentra s�lo la traducci�n (vol. vi). Sobre la fecha del martirio, ver H. 1. Marrou, en Analecta Bollandiana, Vol. LXXI (1953), pp. 5-20.