grandes monumentos del mundo

El Monte Rushmore, un memorial icónico

Rodeados por el incomparable marco de las montañas Black Hills, en Dakota del Sur, los rostros colosales de cuatro de los presidentes más importantes de los Estados Unidos de América, tallados en el Monte Rushmore, contemplan impasibles el horizonte. Este monumento faraónico fue concebido como un símbolo de democracia y libertad, y hoy en día es un importante reclamo turístico que es visitado cada año por millones de personas de todo el mundo.

Memorial del Monte Rushmore en Dakota del Sur.

Foto: iStock

En Black Hills National Forest (el Bosque Nacional Black Hills), muy cerca de la ciudad de Keystone, en el estado de Dakota del Sur, en Estados Unidos, se alza el Monte Rushmore, uno de los monumentos más emblemáticos del país, concebido como un memorial para que todos los estadounidenses puedan admirar en grandes dimensiones los rostros tallados de cuatro de sus presidentes más importantes: George Washington, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y Theodore Roosevelt. Esta colosal obra de ingeniería fue concebida y llevada a cabo por el escultor Gutzon Borglum, y se ha convertido en un auténtico símbolo nacional.

Un problema de dinero

La historia del Monte Rushmore empieza en 1923, cuando el historiador estatal de Dakota del Sur, Jonah LeRoy "Doane" Robinson, pensó que valdría la pena erigir un gigantesco monumento para estimular el atractivo turístico de la región. Rápidamente pensó en la zona de las montañas Black Hills para levantar una escultura colosal similar a la ya erigida en el actual Stone Mountain Park, en el estado de Georgia, y que se conoce con el nombre de Confederate Memorial Carving. Obra también del artista Gutzon Borglum, la Confederate Memorial Carving es un enorme bajorrelieve en el que se encuentran representadas las figuras de tres de los personajes más relevantes de los Estados Confederados (del Sur) durante la Guerra de Secesión: el presidente Jefferson Davis y los generales Robert E. Lee y Thomas "Stonewall" Jackson.

La historia del Monte Rushmore empieza en 1923, cuando el historiador estatal de Dakota del Sur, Jonah LeRoy 'Doane' Robinson, concibió la idea de erigir un monumento para estimular el atractivo turístico de la zona.

Fotografia de Gutzon Borglum tomada en el año 1919 con una inscripción que dice "A mi querido Dr. Orlof M. Orlow, 22 de septiembre. Atentamente, Gutzon Borglum, 1919".

Foto: PD

El proyecto inicial era esculpir el monumento en las agujas de las montañas Black Hills, sin embargo, Borglum desestimó la idea debido a la mala calidad del granito de la zona y, sobre todo, por la fuerte oposición de los indios Lakota (Sioux), quienes consideraban aquellas montañas como un terreno sagrado. Al final, el escultor decidió trasladar el proyecto al monte Rushmore, puesto que se trataba de una ubicación más espectacular, ya que al estar orientado al sureste tenía una mejor exposición a los rayos solares. El lugar le pareció tan impresionante que al contemplar las montañas no pudo evitar exclamar: "Estados Unidos marchará a lo largo de ese horizonte". Así, tras la elección del emplazamiento era imprescindible hallar una financiación adecuada para el proyecto y llegar a un acuerdo con el Gobierno Federal. Las negociaciones, que se prolongaron hasta el año 1925, llegaron a buen puerto, y el presidente en funciones, Calvin Coolidge, se ocupó de crear una comisión encargada de organizar los detalles del proyecto, incluida la elección de los cuatros presidentes cuyos rostros se iban a tallar en la piedra.

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Un proyecto faraónico

La fase más delicada del proyecto fue, evidentemente, la de la construcción. En la obra trabajaron 400 obreros sujetos con arneses (de los cuales, afortunadamente, no murió ninguno) y tuvieron que moverse nada más y nada menos que 450.000 toneladas de roca con dinamita. Pero el objetivo principal, y el más complejo, era modelar los rostros en la montaña. Cada uno mide dieciocho metros de alto y seis de ancho (y cada nariz mide siete metros). En los planos originales, la efigie de Thomas Jefferson debía estar a la derecha de la del presidente Washington, pero la idea tuvo que abandonarse cuando comprobaron que la orografía de la roca hacía muy difícil tallar la cara de Jefferson. Aun así, el principal problema con el que tuvieron que lidiar los técnicos fueron los continuos derrumbes. De hecho, la nariz del presidente Jefferson se desprendió y se tuvo que buscar una roca firme en la que poder seguir esculpiendo, por lo que tuvo que redimensionarse la talla. Otra curiosidad que rodea el proceso constructivo de este monumento es que en los planos originales las tallas de los presidentes en principio debían ser bustos, aunque la escasa financiación provocó que el monumento sufriera algunos "recortes" y al final se tallasen solo los rostros.

Obreros durante los trabajos en el Monte Rushmore.

Foto: Cordon Press

En los planos originales, Thomas Jefferson estaba a la derecha del presidente Washington, pero la idea tuvo que abandonarse cuando se dieron cuenta de que la orografía de la roca hacía muy difícil tallar la cara de Jefferson.

Construcción de la cara de George Washington en el Monte Rushmore.

Foto: PD

Tallado de la cara de Abraham Lincoln en el Monte Rushmore.

Foto: Cordon Press

El principal "tallador" del memorial fue un viejo conocido de Borglum llamado Luigi del Bianco. Del Bianco era un escultor de origen italiano experto en talla y en lo que podríamos llamar el "refinamiento de la expresión". Borglum sentía un gran respeto y admiración por Del Bianco: "Es el único tallador de piedra inteligente y eficiente en la obra que comprende el lenguaje del escultor". De hecho, fue Del Bianco quien talló los ojos del presidente Lincoln; el izquierdo era tan realista que Del Bianco dijo de él: "Solo podía ver desde tan lejos lo que estaba haciendo, pero el ojo de Lincoln tenía que mirar bien desde muchas millas de distancia".

En el año 1933, el presidente Franklin D. Roosevelt firmó la Orden Ejecutiva 6166, que transfería la gestión del proyecto del Monte Rushmore al Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos y su supervisión pasaría a estar a bajo la iniciativa del ingeniero Julian Spotts. Nada más hacerse cargo de la gestión, Spotts mejoró el trazado de la vía del tren para que este llegara hasta la cima de la montaña y, de esta manera, facilitar el trabajo de los operarios. Por su parte, Borglum estaba ocupado en el diseño de una sala de exposiciones que estaba previsto que se situase detrás de la cabeza de Lincoln y que recibiría el nombre de "Salón de los Registros", un amplio espacio donde el público podría admirar toda clase de documentos (aunque al final el proyecto se tuvo que paralizar por falta de fondos).

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Una imagen icónica

Durante los últimos años de su vida, Borglum intentó encontrar nuevas vías de financiación para el monumento, mientras que Bill Tallman, uno de los directores de la obra, y más tarde su hijo, Lincoln Borglum, se hacían cargo de los trabajos. Pero Gutzon Borglum nunca vería terminada la obra de su vida, ya que el 6 de marzo de 1941 moría a causa de una embolia. Pocos meses después, el 31 de octubre de 1941, se inauguraba esta colosal obra que tardó catorce años en terminarse.

Gutzon Borglum nunca vería terminado su proyecto, ya que el 6 de marzo de 1941 moría a causa de una embolia. Pocos meses después, el 31 de octubre de 1941, se inauguraba esta colosal obra.

La imagen del Monte Rushmore es mundialmente conocida y ha sido escenario de numerosas películas. Una de las más celebres, y que con seguridad los admiradores del cine negro recuerdan perfectamente, es Con la muerte en los talones, del director británico Alfred Hitchcock. El lugar es también el escenario de videojuegos y series, como la irreverente serie de animación Padre de Familia. También grandes músicos han querido rendir homenaje al Monte Rushmore. Por ejemplo, la famosa banda británica de hard rock Deep Purple tomó el icónico monumento como imagen de una de las portadas de sus discos, el mítico In Rock. Hoy en día, el Monte Rushmore es uno de los mayores atractivos turísticos de Estados Unidos y cada año es visitado por más de dos millones de turistas, que se siguen maravillando ante una de las mayores obras de ingeniería del siglo XX.