Rossy de Palma: 'Soy una artista que toca todos los palos'

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Cultura

Rossy de Palma: 'Soy una artista que toca todos los palos'

La estrella española fue la invitada especial en el Festival de Cine de Cartagena del 2022.

La estrella española fue la invitada especial en el Festival de Cine de Cartagena del 2022.

Foto:Ruven Afanador

Rossy de Palma, una de las grandes figuras de la cultura mundial de nuestros tiempos, habló en BOCAS

Cualquier cosa que uno haga para intentar definir a Rossy de Palma es un intento por encasillar una vida plural y única.
Desde que dejó su natal Palma de Mallorca para irse a Madrid a mediados de los años 80, ha vivido acorde con una de sus convicciones más profundas, que entre las distintas artes no hay barreras.
La edición 115 de la Revista BOCAS está en circulación desde el 27 de marzo de 2022

La edición 115 de la Revista BOCAS está en circulación desde el 27 de marzo de 2022

Foto:Revista BOCAS

Pedro Almodóvar fue quien le abrió las puertas del cine; su aparición recurrente en sus películas le valió ser conocida como una chica Almodóvar (La ley del deseo, Mujeres al borde de un ataque de nervios, Kika, La flor de mi secreto), pero hace tiempo que Rossy de Palma demostró que cualquier etiqueta le queda chica.
En el 92 apareció en el videoclip Too Funky, de George Michael; Robert Altman creó un personaje para ella en Prêt-à-Porter; en Italia, donde ha grabado varias películas y realizado espectáculos teatrales, la consideran de allá; lo mismo le sucede en Francia, donde el Ministerio de Cultura le otorgó la Orden de las Artes y las Letras en el 2018; ese mismo año, Terry Gilliam la incluyó en The Man Who Killed Don Quixote; en el 2019, justo antes de que iniciara la pandemia, se estrenaron cinco películas en las que actuó y hace poco terminó el rodaje de Carmen, la ópera prima de Benjamin Millepied, marido de Natalie Portman, rodada en Australia, uno de los cinco proyectos recientes en posproducción en los que aparece su nombre. A lo anterior se suman diversos programas de televisión, y esa es solo su faceta como actriz.
A Rossy, además, es común verla en sesiones de fotografía y en desfiles. A lo largo de su vida se ha codeado con grandes diseñadores, muchos de los cuales se convirtieron en sus amigos cercanos como Thierry Mugler, Azzedine Alaïa y Jean Paul Gaultier. Ha sido el rostro de Louis Vuitton, Givenchy, Gap, entre otras reconocidas marcas. Creó una línea de maquillaje para Mac y los diseñadores más jóvenes la buscan sin cesar.
Ha dirigido, compuesto y cantado. Su voz es la que se escucha en Preso (capítulo 6, Clausura), del disco El mal querer de Rosalía, en el que Rossy hace un corto monólogo sobre el amor y dice que por él bajó al infierno y regresó con dos ángeles, haciendo referencia a sus hijos, Luna y Gabriel, que, al igual que ella, son multidisciplinarios.
Esta mujer inclasificable y desmedida vino por primera vez a Colombia como invitada especial del Festival de Cine de Cartagena del 2022. Espontánea, cálida y generosa, hablar con ella es recargarse de energía y contagiarse de su manera sensible y lúdica de ver la vida.
Esta es Rossy de Palma, una mujer que prefiere vivir en el presente y que no cree en las fronteras ni entre las artes, ni entre los países.
La estrella nació en Palma de Mallorca, Islas Baleares (España)

La estrella nació en Palma de Mallorca, Islas Baleares (España)

Foto:Ruven Afanador

Actriz, modelo, diseñadora, compositora, cantante… podría continuar con la enumeración. Su creatividad no parece tener límites. Hablemos de su niñez. ¿Cómo era la relación con sus padres y en qué momento empezó a interesarse por el mundo creativo?
Creo que estuvo siempre ahí porque mi padre y mi madre fueron muy creativos y cada uno a su manera hacía cosas con las manos. No sabría explicarlo. Hay momentos, como cuando una hermana de mi madre me enseñó a cortar un vestido para una muñeca, en los que comprendí qué eran las dos dimensiones. Luego, ya con doce años estaba haciendo vestiditos y pantalones que vendía en el rastro de Palma de Mallorca. Muchas cosas; poesías que escribía yo de niña. Esas cosas que, sin darse cuenta uno, después dice: “Pues sí, eso ya estaba ahí”. Muchas cosas que me gustaba hacer con las manos. Cuando trabajas con las manos se descubre que hay una paz mental también. Todo lo que es artesanía siempre me interesó muchísimo. Mi madre siempre ha sido muy inquieta artísticamente, aunque no le haya dado importancia porque es muy humilde. Cantaba muy bien, escribía muy bien, hacía muchas cosas. Entonces, es un melting pot ahí de muchas cosas. Y luego ya, cuando empecé con mi grupo de música, el hecho de que no teníamos casi medios en aquella época, no había, como ahora, marcas que pueden ser más baratas de ropa y que compras cosas tendencia; en esa época o era lo caro o era la nada, entonces hacíamos nuestros propios vestuarios, hacíamos todo nosotros. Era genial. Ha sido desde siempre esa creatividad, ha estado ahí desde siempre. Todos somos básicamente artesanos; luego hay quien lo desarrolla y quien no, pero todos tenemos esa capacidad.
Justamente usted suele decir que se siente sobre todo artesana.
Sí, por supuesto. El arte siempre sana, el arte sana también. Yo creo que me he dedicado al mundo artístico también egoístamente porque, como suelo decir, es un universo artístico donde no hay fronteras, no hay religiones, no hay género. Un universo donde te sientes mejor. Hay que ver cómo está la realidad de hard core y de dura. El universo artístico es un refugio.
En el 85 salió el primer disco de Peor Impossible, el grupo de música del que hizo parte. En ese momento en España estaba sucediendo la movida madrileña y se vivía ese ambiente contracultural…
Sí, y de libertad. Es difícil hablar de todo esto con este mundo postpandémico y de guerra que tenemos ahora. Que no es la primera guerra, pero esta, concretamente, la estamos viendo todos los días y es terrible. Entonces España salía de una dictadura de más de cuarenta años. Yo era muy joven, había mucha inconsciencia, pero había muchas ganas de libertad. Los artistas compartíamos todo eso que se nos ocurría de una manera espontánea. Es triste ver que el mundo vuelve ahora a esa oscuridad de alguna manera. Cuando nosotros llegamos con mi grupo de Mallorca a Madrid, llegamos en los últimos coletazos de la movida madrileña. Tenía 19 años y conocimos a todos los artistas, incluido Pedro Almodóvar, que formaban parte. Pero lo que más me gustaba a mí de esa época es que nadie estaba pensando ni en hacerse famoso, ni en ganar dinero. Era una explosión artística, teníamos que compartir, teníamos que enseñar lo que hacíamos. No estábamos pensando en la trascendencia, sino en el momento, en lo que queríamos vivir y en lo que queríamos expresar. Era muy interesante porque no había competencia entre artistas. Todo el mundo daba lo que tenía y lo compartía y disfrutábamos los unos de los otros. No se puede comparar con esta época, que es más ‘cuántos followers tienes’ y ‘cuántos likes’. Eso entonces no importaba: los pintores, los poetas, los músicos, los cineastas, los actores, todo era una efervescencia. Suelo decir que éramos como los fideos de la misma sopa.
Como usted cuenta, por esa época se había cruzado con Pedro Almodóvar en distintos lugares y vino el momento en que la llamó para La ley del deseo.
Pedro venía mucho a un bar donde yo trabajaba, lo frecuentaban muchos amigos, por eso está la leyenda de que él me descubrió en un bar. No, lo que pasa es que él conocía el grupo, venía a ver los conciertos. Nosotros lo conocíamos a él, como usted dice. Yo ya había querido ir a un casting de Matador y no pude porque tenía un concierto con el grupo, y otro día me dijo “¿quieres participar en la Ley…?”, y yo dije “encantada”.
Y fue ahí cuando diseñó los aretes que usó el personaje de Carmen Maura, otra faceta artística suya también muy presente.
Yo había diseñado muchos míos y a Pedro le gustaron. Con Cossío, el director de vestuario, se los pusieron a Carmen. Luego, sobre mi personaje, Pedro no quería ni que me maquillaran, ni que me vistieran. Él quería capturar esa imagen que yo tenía en ese momento. Yo como trabajaba en este bar que era de estética rockabilly, llevaba tupé y todo. Entonces Pedro dijo “no la maquilléis, no la vistáis, la quiero tal cual está ella”. Él se quedó muy contento, me dijo “lo has hecho muy bien”, pero como yo iba vestida de mí misma tampoco me sentí muy actriz, la verdad. Y él me dijo “no te preocupes que el próximo personaje no va a tener nada que ver contigo”, y fue cuando me escribió el de Mujeres al borde de un ataque de nervios.
Sobre Mujeres al borde de un ataque de nervios tengo entendido que, cuando leyó el guion, se quejó de que no tenía muchos diálogos.
No, en el guion no, porque a mí todo me venía bien. Pedro era un amigo, antes que nada, por supuesto él era ya muy famoso en el mundo underground, ya había hecho Entre tinieblas, que a mí me encanta, y ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, que es, para mí, una de sus mejores películas. Lo que pasó es que ya una vez rodando la película, pues claro, como yo tomaba el gazpacho con los somníferos, mi personaje se quedaba durmiendo. Me llamaban y me decían “mañana tienes que venir porque la cámara va a ‘panotear’ y te va a ver las piernas”. Entonces digo “qué aburrimiento ser actriz si estoy durmiendo todo el rato”. Yo le decía a Pedro todos los días “me aburre”, y él me decía “pero es que la gente cuando duerme, duerme”. Pero yo fui pesada y un día me dijo: “Se me ha ocurrido que vas a tener un orgasmo en sueños; y como tu personaje es una virgen y es muy antipática, porque las vírgenes son antipáticas, pues después del sueño vas a estar liberada y vas a ser mucho más dulce y luego tienes el final de la película con Carmen, que es para ti”. Hay una frase en España que dice: ‘el que no llora, no mama’… No sé si la tenéis también en Colombia.
Sí, tal cual.
A mí me gusta mucho esta frase, entonces hay que llorar un poco para mamar más, y si yo no hubiera sido pesada al decir que me aburro durmiendo, esa escena tan graciosa del orgasmo pues no hubiera existido.
Rossy de Palma, invitada especial al Festival de Cine de Cartagena.

Rossy de Palma, invitada especial al Festival de Cine de Cartagena.

Foto:Efe

Con Ruven [Afanador] también tenemos una amistad de muchos años desde las primeras fotos que me hizo en Barcelona, hace muchos, muchos años ya. No sé cuántos, pero muchos

Es la actriz que ha estado presente en las diferentes etapas de Almodóvar, ha trabajado con él a lo largo de la vida, recientemente aparece en Madres paralelas. ¿Cómo ha evolucionado esa relación? ¿Cómo ha sido esa experiencia de trabajar con él?
No ha cambiado. En lo básico, no ha cambiado. El viernes me estuve haciendo unas fotos con él para Harper’s Bazaar España, tengo la suerte de ser editora jefe, y también para el número de mayo haré unas fotos en Colombia con mi querido Ruven Afanador, maravilloso. Es que con Pedro hay una cosa muy familiar, de toda una vida. Y luego él se llama Pedro, como mi padre. Y también los dos son Libra. Y no sé… es como que tengo el padre de la vida y el padre cinematográfico. Tenemos una relación más familiar inclusive que laboral, pero las dos se funden así, de manera natural. No ha cambiado mucho nuestra relación. Me ha gustado mucho Madres paralelas y me encanta siempre formar parte de sus proyectos, pero cuando no estoy también los vivo igual que si estuviera de alguna manera. Me siento incorporada a sus trabajos inclusive cuando no salgo. Es lo mismo.
Justamente menciona a Ruven Afanador y la sesión de fotos que van a realizar en Cartagena. Afanador es un magnífico fotógrafo colombiano al que conoce también desde hace mucho tiempo. Con él ha hecho unos trabajos muy interesantes; estoy pensando, por ejemplo, en el fashion film Amore mío.
Con Ruven también tenemos una amistad de muchos años desde las primeras fotos que me hizo en Barcelona, hace muchos, muchos años ya. No sé cuántos, pero muchos. No nos hemos perdido de vista; una vez nos vimos en Barcelona para fotos y el video que menciona, otra vez en Nueva York para su libro. Siempre hemos estado en relación y nos hace mucha ilusión. Yo en cuanto vi que iba a ir a Cartagena, el primer mensaje fue para Ruven. Vi su exposición Hijas del agua [con Ana González], maravillosa. Tengo muchos amigos colombianos también, como Jessica Sofía Mitrani, que adoro. Es una artista que está afincada en Nueva York. Va a ser mi primera vez en Colombia, pero me siento muy cerca gracias a estas amistades tan queridas que tengo, que me han dado siempre tantísimo cariño, esa manera tan dulce que tenéis de hablar y todo, me siento muy cerca.
En el trabajo con Ruven Afanador hay un histrionismo, una puesta en escena y algo que he visto que le gusta trabajar, que es la idea de la performance.
Bueno, yo tampoco soy muy de teorizar sobre las cosas, soy más bien espontánea e intuitiva; hago las cosas y es muy divertido, y sí tiene que ver con la performance. Soy una artista que toca todos los palos, y es verdad que el trabajo de modelo es también hacer una interpretación. Cuando las modelos desfilan algo, unas prendas, hay una parte muy artística ahí que a veces no se reconoce. También está en el diseño, en el arte, en la moda… Para mí, todos son planetas de la misma galaxia. No hago separación, soy yo en un desfile como en una foto, como en una película, como en un escrito, como en un poema, como en una performance.
Hablando de moda, Jean Paul Gaultier la vio en La ley del deseo y la llamó e inició una colaboración increíble que ya va por más de treinta años. Antes de que empezara la pandemia pudo participar en uno de sus grandes desfiles y en el espectáculo que él realizó mezcló desfile y revista con el fin de contar su vida en el Folies Bergère en París. ¿Cómo ha sido trabajar con él?
Con Jean Paul también es una relación superamistosa y cariñosa que no ha cambiado mucho con los años que han pasado. Siempre está ahí, siempre está con su espíritu de niño curioso. Acabamos de presentar aquí en Madrid una exposición maravillosa de cine y moda; él ha sido el curador con la Cinemateca Francesa en la CaixaForum de Madrid. Está hasta el 5 de junio, luego irá a Barcelona. Es maravillosa, sobre toda la relación del cine, porque Jean Paul ha trabajado mucho con Almodóvar, pero también con Luc Besson y con muchos otros cineastas buenísimos. Ha hecho mucho trabajo para el cine. Además, Jean Paul reconoce con esta exposición que cuando él supo lo que quería hacer fue a raíz de una película, Falbalas, donde había un desfile de modas, y él de niño vio esa película y quedó fascinado. Son como primas hermanas la moda y el cine también.

Soy una artista que toca todos los palos, y es verdad que el trabajo de modelo es también hacer una interpretación

¿Cómo es eso de que su primer gran amor fue la Luna?
Mi primer desamor fue cuando descubrí que la luz de la Luna no era de ella, porque yo la amaba y la adoraba; esto es parte de un monólogo que escribí que se llama Resilienza d´amore [Resiliencia de amor], un espectáculo que hice para el Piccolo Teatro de Milán. Me encantaría poder hacerlo alguna vez en Colombia, sería bellísimo hacerlo. Es un espectáculo que nos cuenta cómo el arte nos ayuda a hacer una resiliencia constante y habla del poder terapéutico del arte. Ahí cuento esta anécdota de cuando yo era muy niña y tuve una decepción muy grande cuando supe que la luz de la Luna no era de ella, que era el Sol el que se la mandaba. Como digo en el monólogo, a pesar de ello, la seguí amando y venerando porque a partir de ese momento la reconocí imperfecta. Es una manera también de abrazar la imperfección y de encontrar belleza inclusive en las cosas que no son tan perfectas como nos gustaría que fueran.
Usted fue imagen del desfile de Andrés Sardá en el Fashion Week. Cuando le preguntaron a Nuria Sardá sobre su escogencia, ella dijo que usted representaba lo que sería una mujer Sardá, una mujer segura de sí misma.
Puede ser que sea seguridad o determinación. Cada uno lo puede ver de una manera. Tampoco me gusta mucho analizar; es también algo siempre lúdico, ¿no? Y luego, pues es un amor recíproco, dar las gracias a estas personas que hacen esta colección de lencería. Nuria Sardá es la heredera de Andrés Sardá que está ahí diseñando. Es toda una cadena que respetas hoy en día, más cuando uno ve esas pequeñas manos y que se están perdiendo muchos trabajos artesanales. No es solo entonces la que lo luce, sino todo lo que va atrás de eso.
Para muchas mujeres es difícil combinar una vida con tantos frentes y tantas exigencias, como la suya, con la maternidad. Usted tiene la experiencia de ser madre soltera de dos hijos ya grandes, artistas ellos también. ¿Qué siente que le cambió la maternidad?
Me ha dado el amor más puro que se puede sentir. Me ha dado mucha vulnerabilidad, también, porque siendo madre se sufre más que cuando no lo eres, pero también me ha dado una profundidad y una sensación de que he hecho algo grandioso, que son ellos. Es como esa la verdadera trascendencia. Mucha felicidad me ha dado. Es verdad que no es fácil combinar todo, pero siempre se consigue. Yo los he tenido que criar sola y ha sido muy difícil. Cuando se tiene un compañero, una compañera, es más fácil, pero todo con mucho amor y atención se consigue, y las madres tienen mucha capacidad de sacrificio y de fortaleza.
Desde hace un tiempo usted viene haciendo algunas colaboraciones con su hija, Luna. ¿Cómo es trabajar con ella?
Luna me supera muchísimo en todo, es inteligentísima, brillantísima. Vendré con ella a Colombia. Le apetece mucho viajar conmigo, la pasamos bastante bien y con su hermano también, pero ella es más viajera, como yo.
Por su participación en 'La flor de mi secreto' y 'Kika', fue nominada al Premio Goya como mejor actriz de reparto.

Por su participación en 'La flor de mi secreto' y 'Kika', fue nominada al Premio Goya como mejor actriz de reparto.

Foto:Ruven Afanador

No hago separación, soy yo en un desfile como en una foto, como en una película, como en un escrito, como en un poema, como en una performance

Hablando de viajes, cuando en España las cosas no estaban moviéndose lo suficiente o no estaba recibiendo tantas llamadas, usted tomó la decisión de irse a Italia y luego, en otro momento, a Francia. Dos países que la han recibido con los brazos abiertos…
Lo de Italia fue hace mucho, fue en los años 90. He hecho mucha moda allí y, sobre todo, teatro en el Piccolo. Me está hablando de toda una vida y yo estoy como que lo pasado, pisado. Yo quisiera hablar ahora de Cartagena, porque vivimos más en el presente. Pero sí, yo siempre digo que solo creo en las fronteras gastronómicas. Yo me siento ciudadana del mundo. Nadie vino de Marte, y ahora cuando venga a Colombia me voy a sentir colombiana. Yo me siento de donde estoy, de donde estoy me siento. Soy ‘afronteriza’, no me gustan las fronteras geopolíticas. Mire lo que está pasando ahora con los inventos de los hombres.
¿Con qué sueña Rossy en los años por venir?
Sueño con ir a Cartagena y con los mangos y los aguacates que me voy a comer y ver esa flora y esa fauna. Ese es mi sueño instantáneo que tengo ahora mismo.
Entre las distintas actividades que realiza, ¿alguna está tomando en este momento más peso en su vida?
Hay muchas cosas que me interesan, la performance, la música, la escritura, muchas cosas. Luego también tener tiempo para uno, porque a veces yo hago lo que otros me piden, pero a veces hay que parar y pensar en qué me apetece a mí dar. Estoy en una época en la que hay mucha sensibilidad por lo que está pasando, hay mucha inquietud cuando uno ve a tanta gente sufriendo, madres, niños, tantos seres humanos. Con lo de la guerra y la invasión de Putin a Ucrania estamos todos un poco frágiles. Vosotros que estáis más lejos tal vez lo vivís con más distancia, pero esto de estar tan cerca y ver el duro invierno, la nieve, estas familias rotas pasando tanto miedo, fragiliza mucho. Intenta uno olvidarlo y hablar normal, pero no lo consigue. Ir a Colombia también es llenarme de luz, de color y sobre todo vivir el presente, porque todo se ha fragilizado tanto que te dices “aprovechemos el carpe diem de todo lo que podamos gozar y disfrutar”.
¿El arte, como explicaba usted antes, puede llevarnos a lugares donde podamos sanar?
Claro. Estaba en París hace poco y me decía la gente “¿cómo puede estar haciendo fotos con lo que está pasando?” Yo me digo, “tenemos también la obligación de ser felices por los que no pueden”. El arte nos ayuda. Por ejemplo, el último desfile de Balenciaga, él mismo fue un refugiado huyendo de Georgia cuando era niño y ahora está viendo otra vez esto. No sé si visteis el desfile, pero hizo que los modelos y las modelos andaran en una tormenta de nieve de mucha fuerza. Era muy emotivo. Estamos todos muy fragilizados. En esta época que vivimos, tú dices: “qué necesidad, la necedad humana, sobre todo masculina –debo decir– de esta ambición de territorio, de imperio”. Ver tanto sufrimiento detrás de eso es tan anacrónico, es un sinsentido. Entonces, estamos en este momento en el que toca vivir y disfrutar porque todo es muy frágil.
Joan Manuel Serrat es la portada de nuestra edición 115. En circulación desde el domingo 27 de marzo de 2022

Joan Manuel Serrat es la portada de nuestra edición 115. En circulación desde el domingo 27 de marzo de 2022

Foto:Revista BOCAS

Gracias por leer. 
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Entrevista a Rossy de Palma
Por Diana Ospina Obando
Fotos Ruven Afanador
Revista BOCAS
Edición 115 Marzo - Abril 2022
Instagram @revistabocas
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