La resignación cristiana, por John Carlin

La resignación cristiana

El córner inglés

Hace apenas dos meses el Manchester United no era lo suficientemente bueno para Cristiano Ronaldo. Hoy Cristiano Ronaldo no es lo suficientemente bueno para el Manchester United. Esta es la abrupta y brutal realidad del que presumió ser mejor jugador que Lionel Messi, del que quiso creer que su privilegiado físico le mantendría al máximo nivel hasta los 40 años, o más.

Su segunda etapa en el United ha sido una historia de ilusión, decepción, fracaso y algo que huele a resignación cristiana.

El United lo fichó la primera vez cuando tenía 18 años. Triunfó y se marchó al Real Madrid a los 24, luego al Juventus y a los 36, en el verano del 2021, volvió al United. La ilusión fue máxima. “Es absolutamente cien por cien un sueño hecho realidad”, exclamó el portugués en las redes sociales. Los fans recibieron al pródigo como un redentor. Tras una década de penuria, volvía el gran United. Pues no. El United fue de mal en peor y acabó sexto en la Premier League.

Un mes y medio después, en julio, Ronaldo pidió dejar el club. Quería jugar en un equipo a su altura. Quería disputar la Champions. Quería mantener viva su rivalidad con Messi. El United no le puso obstáculos pero, a sus 37 años, Ronaldo sí que los encontró. Se habló del Chelsea, del Bayern Munich, del Atlético de Madrid pero al final la única oferta que le llegó fue de Arabia Saudí: 300 millones de euros por jugar dos temporadas en la liga profesional del país que había fichado a Messi como “embajador de turismo”.

LEICESTER, ENGLAND - SEPTEMBER 01: Cristiano Ronaldo of Manchester United reacts during the Premier League match between Leicester City and Manchester United at The King Power Stadium on September 01, 2022 in Leicester, England. (Photo by Ryan Pierse/Getty Images)

Cristiano Ronaldo es suplente habitual en el nuevo Manchester United del técnico Ten Hag

Ryan Pierse / Getty

Desde que Cristiano Ronaldo no juega el Manchester United va como una locomotora

Ronaldo, que aspira más a gloria en el campo que a adquirir veinte Lamborghinis más, dijo que no. Y ahí sigue en el United, aunque el United no siga con él. Desde que Ronaldo no juega el equipo va como una locomotora. Había quien especulaba que tras la salida de Messi, que se fue al Paris Saint-Germain justo cuando Ronaldo volvió al United, el Barça jugaría mejor. La temporada pasada resultó que no. Pero los resultados demuestran que desde que el nuevo entrenador del United, el holandés Erik ten Hag, apartó a Ronaldo los Reds han vuelto a la vida.

El primer partido de la temporada, en el que Ronaldo jugó toda la segunda mitad, el United perdió 1-2 en casa contra el Brighton. El segundo, en el que Ronaldo jugó los 90 minutos, el United perdió 4-0 contra el Brentford. Pero de repente, un milagro: cuatro victorias seguidas, con el Liverpool y el Arsenal entre las víctimas. El efecto Lázaro ha coincidido con la desaparición de Ronaldo del once titular. Apenas ha saltado al campo –minutos basura, más bien– y aún no ha anotado un gol.

Su mejor opción de volver a marcar será quizá en la Europa League, competición en la que nunca se había visto obligado a jugar, contra la Real Sociedad, el Sheriff Tirasol y el Omonia Nicosia. Le dará una oportunidad de presentar sus credenciales, hoy por hoy no muy convincentes, para un puesto en el once portugués que disputará el Mundial a finales de año.

Erik Ten Hag, al que le hubiera gustado que Ronaldo se fuera, se ha mostrado caritativo. “Seré su amigo y a veces seré su profesor,” confesó hace tres días el holandés. Amigo, OK. Bien. Pero no le hará mucha gracia al cinco veces Balón de Oro que su entrenador considere que necesite a alguien para enseñarle a jugar al fútbol. Y aunque tuviese la humildad para querer aprender, ¿podría?

Todo indica que el final de su carrera será un lento anticlímax, un globo que poco a poco se desinfla

Lo que nunca ha hecho Ronaldo es lo que el fútbol moderno exige a todos los jugadores salvo el portero: atacar y defender con igual hambre y ferocidad. Antony, el jovencito brasileño que el United fichó la semana pasada para ocupar su puesto, hace las dos cosas. En su primer partido, el domingo contra el Arsenal, anotó un gol a lo Ronaldo, con frialdad depredadora solo ante el portero, pero también se le vio continuamente en su mitad del campo recuperando balones como un tigre, espectáculo que Ronaldo nunca se ha rebajado a ofrecer.

¿Quién sabe? Quizá se adapte y supere el peso de los años, como su amigo Nadal. Pero difícil. Todo indica que la conclusión de su carrera será un lento anticlímax, un globo que poco a poco se desinfla. ¿Algún consuelo? Sí. El día que cuelgue las botas podrá decir que tuvo el orgullo de rechazar la barbaridad saudí y de rugir y luchar y aspirar a todo hasta la cortina final.

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