Picasso: retratos de compositores (3/4): Igor Stravinsky - Mundoclasico.com

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Picasso: retratos de compositores (3/4): Igor Stravinsky

Rafael Díaz Gómez
jueves, 30 de abril de 2020
Picasso - Guitarra © The Museum of Modern Art, Nueva York Picasso - Guitarra © The Museum of Modern Art, Nueva York
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Tanto como el cambio operado por Picasso, sorprendió el que efectuó Stravinsky*. Sin embargo, también fue gradual: así como el pintor dibujaba en estilo naturalista desde 1914, el compositor después de La consagración de la primavera (1913), gran apoteosis sonora (música ruda en su armonía, violenta en su ritmo, feraz en su tímbrica), manifestó un gusto cada vez más lineal y esencial, que se alejaba de cualquier ampulosidad, a través de la reducción de los conjuntos instrumentales y, en general, del uso de un lenguaje compositivo más económico. Obras como Renard o Historia del soldado son clara muestra de ello. En este sentido, en cuanto a la consecución de determinados principios estéticos, coincidiría con Satie: Parade “me confirmó de nuevo en mi convicción sobre el mérito de Satie y el papel que ha desempeñado en la música francesa al oponer la ola del impresionismo en decadencia un lenguaje firme, claro y despojado de todo atractivo plástico”*. El francés, por su parte, no escamoteaba elogios hacia el ruso: “Amo y admiro a Stravinsky porque veo también que es un Libertador. Más que ningún otro ha eximido el 'Pensamiento musical' actual -que falta le hacía verdaderamente al pobre.”* 

La obra que supuso la consagración de Stravinsky en su nuevo estilo fue precisamente aquella de su colaboración con Picasso, Pulcinella. Para el músico, esta composición, basada en música dieciochesca, especialmente de Pergolesi, “fue mi descubrimiento del pasado, la epifanía por medio de la cual el resto de mi obra fue posible.” Pero es sabido que el pasado para Stravinsky no era sino un modelo a partir del cual llegar a resultados completamente modernos. A propósito de ello escribe en su Poética musical: “Una tradición verdadera no es el testimonio de un pasado muerto; es una fuerza viva que anima e informa el presente”. El encuentro entre Picasso y Stravinsky en la Roma de 1917, según Francis Steegmuller “conjunción de planetas mayores que parecen haber dejado un poco fuera a los otros”, y su posterior visita a Nápoles no habría hecho sino reforzar el uno en el otro, en el entorno más adecuado, las tendencias clasicistas. “Antirrománticos tanto el uno como el otro, constructores de forma, mostradores, están hechos para entenderse. La realidad es su dominio, una realidad reinventada a partir de sus propias líneas de fuerza y de sus materiales concretos, sonoros o pictóricos… esta realidad es a la vez la fuente de su inspiración y el objetivo de sus especulaciones. Porque los dos son especuladores: pero no teóricos […] Si conocen ‘períodos’ es para atravesarlos -y sobrepasarlos-.”* El resultado final de Pulcinella, tres años posterior al primer encuentro entre los dos artistas, dejaría más que satisfechos a ambos, quienes en ningún caso se limitaron a copiar servilmente sus modelos (la Commedia dell’Arte el pintor y Pergolesi el músico), sino que ofrecieron salidas novedosas bajo un aparente manto de simplicidad. 

El primer retrato de Stravinsky por Picasso fue realizado en Roma “en el Hôtel de la Russie, cerca de la Piazza del Popolo, donde se hospedaban muchos de los bailarines del ballet, entre ellos la futura esposa de Picasso, Olga.”* Para Arianna Stassinopoulos, a Picasso, que en Roma “dibujaba sobre cualquier superficie blanca, en menús, servilletas y hasta en el bastón de marfil de Diaghilev”, le fascinó “especialmente la cara de Stravinsky, con sus gruesos labios, su larga nariz y sus orejas despegadas”, así como el dandismo del compositor, que “lucía pantalones color amarillo mostaza y calzaba zapatos amarillos, y la confianza que exhibía en ser uno de los hombres del futuro.”* 

Los testimonios fotográficos de Stravinsky que datan de esta época coinciden con esta imagen de dandi, incluso existe una foto del ruso de visita en casa de Debussy en la que su rostro es sorprendentemente similar al realizado por Picasso en su esquemático retrato. Dibujo muy sumario, sin embargo muestra toda la singularidad del personaje: “El dibujo es más conciso que otros del mismo género. El contorno no está deformado como en la obra de 1920, dedicada también al compositor, pero la ironía que emana de la imagen es fruto de una introspectiva psicológica aún más penetrante.”* Quizá excesiva para los oficiales de la aduana italiana que tuvieron que ejercer de “críticos”, cuando el músico después del viaje por Italia en compañía de los Ballets Rusos, regresaba a su residencia suiza. La anécdota la narra el propio compositor: “Después volví a Suiza y jamás olvidaré la aventura que me sucedió al pasar la frontera por Chiaso: Me había llevado mi retrato, que Picasso acababa de dibujar en Roma y que me regaló. Cuando las autoridades militares registraron mis equipajes, encontraron ese retrato que por nada del mundo querían dejar pasar. Me preguntaron qué representaba y cuando dije que era mi retrato pintado por un artista eminente, no quisieron admitirlo. “Esto no es un retrato, es un plano” -me respondieron-. “Sí, un plano, el de mi rostro” -repliqué. Pero no pude convencer a esos señores. Este altercado me hizo perder el enlace ferroviario y me forzó a quedarme en Chiaso hasta el día siguiente. En cuanto a mi retrato, hube de enviarlo a la embajada británica en Roma, a nombre de lord Berners, que me lo remitió después a París por valija diplomática”*

Cuando Stravinsky habla de su segundo retrato, pasa por él como de puntillas: “el retrato en la butaca lo hizo en su apartamento de la Rue de la Boétie”. Nada más. Y es que poco le gustó al músico este dibujo considerado por Pierre Cabanne el más verdadero de los Polichinelas que se abocetaron en torno a Pulcinella: “Su fláccido rostro de gruesos labios en forma de hocico está adornado por un apéndice nasal tan anormalmente desarrollado que él mismo se manifestará horrorizado por semejante caricatura y el pintor se quedará con este irrespetuoso dibujo. Sin duda alguna, el compositor preferiría verse bajo el aspecto de un elegante dandi, tal como Picasso lo había representado en Roma en 1917”*

El tercer retrato, del 31 de diciembre de 1920, fue concebido de común acuerdo entre retratista y retratado, según señala el último, como un regalo para la amiga y admiradora de ambos Eugenia Errázuriz. En esta ocasión Picasso es más moderado a la hora de mostrar los rasgos del músico, a quien, de perfil, con gesto reconcentrado y grandes manos, parece dotar de una especie de eterna juventud

Notas

1. Théodore Stravinsky, hijo del compositor, escribió: “Cuando la evolución de Stravinsky le indujo a simplificar su lenguaje -despojándolo de su lado agresivo o aparentemente oscuro- la decepción fue grande en todos aquellos que, víctimas de ese error, sólo querían una continua serie de nuevas extravagancias”. T. STRAVINSKY: El mensaje de Igor Stravinsky, Barcelona, Parsifal ediciones, 1989, p 39

2. I. STRAVINSKY: 'Crónicas de mi vida', Barcelona, Ediciones de Nuevo Arte Thor, 1985, p 103

3. E. SATIE: 'Memorias de un amnésico y otros escritos', Madrid, Árdora Ediciones, 1994, p 71

4. A. BOUCOURECHLIEV: 'Igor Stravinsky', Madrid, Turner Música, 1987, p 128

5. R. CRAFT: 'Conversaciones con Igor Stravinsky', Madrid, Alianza Música, 1991, p 63

6. A. STASSINOPOULOS: 'Picasso. Creador y destructor', Barcelona, Círculo de lectores S.A., 1988, p 157

7. G. CORTENOVA: 'Picasso', Verona, Grijalbo Mondadori, 1991, p 26

8. I. STRAVINSKY: Crónicas de mi vida…, p 78

9. P. CABANNE: 'El siglo de Picasso. II (1912-1937). Las metamorfosis', Madrid, Ministerio de Cultura, 1982, p 150

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