Gracias también a Religión la Voz Libre

No creo que me de las gracias pero tengo que darle en algo la razón sobre el viejo asunto de don Javier. Aún obligado, es de justicia y no me molesta hacerlo. He leído en su reciente libro, y creo que no lo dijo en el blog y yo desconocía, que su hijo sufrió la pinza combinada del colegio y el club. No lo sabía y tampoco me di cuenta en aquellos tiempos, pues era muy ingenuo y además nunca fui a Arguelles ni me sucedió nada parecido. Pero hace algún tiempo me reencontré con un antiguo compañero y me contó que había sufrido lo mismo de don Javier en Arguelles y el colegio. Al leerlo en su libro eran casos similares. Por supuesto que me parece fatal y me hace comprender en algo sus denuestos. Gracias a Dios, mi amigo al final superó felizmente el acoso, que en su caso fue concienzudo y por largos años por parte de la organización. Creo, y aquí empieza la diferencia que no agradecerá, que otro motivo más para dirigir los denuestos hacia la cúpula, que está todo desorganizadamente organizado para que procedan así.

Sobre su reciente escrito me parece que tiene toda la razón en esto: “Los pelagianos, rigoristas, autorreferenciales, con cara de pepinillos en vinagre… cada vez se muestran más críticos.” Si se sustituye críticos por agresivos se entiende mejor lo que realmente sucede. Y se llega a la fácil conclusión que el posible “caos” está organizadamente preparado por ellos, como es visible para un observador algo atento. Lógico que los grupos heréticos pelagianos y gnósticos se revuelvan con todo contra el Papa al verse señalados por él como heréticos, y que lo hagan con toda virulencia antes de que el Papa tome las medidas adecuadas, que en mi opinión se retrasan. Aunque ahora parece que se han apuntado un gran tanto con la pavorosa entrevista concedida a su representante follonero, barniz último de muchas de sus maldades contra los españoles y contra la Iglesia, lo que casi seguro el Papa sabe. Lógico el pavor ante ellos, que por mucho que se les conceda siempre atacarán más. Me recuerda dos cosas. El “caldito” que se tomó el nuncio Monteiro con ZP para hacerle la campaña electoral en 2008 a ese gobierno anti español y anti católico. Lo mismo de ahora y los títeres manejados por los mismos. Y, sin que hayan publicado todavía la entrevista pre electoral pero viendo como usan al títere follonero atribuyéndose la representación del Papa en medida campaña, lamento decirlo y espero equivocarme, algo así como el pavor de San Pedro que le llevó a negar tres veces. Esperanzado en que a pesar de ello siguió siendo San Pedro.

Don Javier, que en paz descanse, nos daba mucho miedo, y también tenía bastante cara de pepinillo en vinagre, pero nada comparado con el que infunde la cúpula efectiva.

Vivimos tiempos que a saber como calificarlos.

Recuerda lo que Dios ha hecho

Fray Nicholas Hartman OP
27 de Marzo de 2019

«Pero ten cuidado y guárdate bien de no olvidar estas cosas que tus ojos han visto, ni dejes que se aparten de tu corazón en todos los días de tu vida. Por el contrario, enséñaselas a tus hijos y a los hijos de tus hijos.» (Deut 4, 9).

Recordar el porqué haces las cosas te ayuda a hacerlas mejor. Hacemos las cosas por una razón. Recordar cuál es la razón nos da un objetivo metafórico para ser más eficaces en nuestra operatividad
Por esto que las organizaciones escriben su declaración sobre los objetivos que persiguen, y la colocan en todos los lugares imaginables.
Tales declaraciones definen el porqué de una organización. Al recordarlas los miembros de la misma pueden delimitar sus decisiones para promover el objetivo común y evitar opciones guiadas por la miopía, que socaven la razón misma por la que existe la organización.

Unos llevan fotos y otros recordatorios de aquéllos a quienes aman. Es una forma de hacer que los seres queridos se hagan presententes cuando han dejado de estar con ellos.
Son una fuente de consuelo, porque les recuerdan quiénes son y la razón subyacente de su operatividad.
Los seres queridos son idénticos en la proximidad y en la lejanía. La persona a la que se evoca, es la misma de lejos o de cerca.
En las dificultades y pruebas, los recordatorios nos dan la energía que nos capacita para perseverar.
Evitan que nos afecten en exceso las emociones y los éxitos, propiciando una constructiva ecuanimidad.
Jacob tuvo que aguardar siete años para poder casarse con Raquel. Todo lo adverso lo superaba propter amorem Rachel.
En este sentido, en la primera lectura de la Misa de hoy, Dios manda a los israelitas, (y a nosotros), no olvidar nada de lo que habían visto que Dios hizo por ellos.
No “lo dejéis escapar de vuestra memoria.” (Deut 4, 9). Al recordar todo lo que Dios había hecho por ellos, los israelitas recordarían su alianza con Dios y el amor de Dios por ellos.
Recordarían que eran el pueblo elegido de Dios y, por lo tanto, su diferencia respecto a cualquier otra nación. De esta manera podrían mantener su pacto con Él.
Al recordar deliberadamente lo que Dios había hecho por ellos, estarían dispuestos a no romper su relación con Él.

Así sucede con nosotros. A lo largo de nuestra vida diaria, siempre podemos y debemos mantener la presencia de Dios en nuestra vida.
Mediante la oración y las devociones, recordamos Quién es Dios para nosotros y lo que ha hecho por nosotros. Recordamos Su obra a través de la historia de la salvación, especialmente en la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Cristo, así como los momentos de gracia en nuestra vida personal, en la que Dios nos muestra Su amor.

Antes de los acontecimientos supremos, en la lectura de hoy, Dios ordena a los israelitas que celebren la Pascua como un «día de conmemoración.»
Las referencias a esta memoria activa están muy difundidas en toda la Escritura. El libro del Éxodo relata que antes de llamar a Moisés, Dios mismo «recordó Su pacto.» (Éxodo 2,24; 3,15).
Al instituir la Eucaristía, Cristo ordenó a Sus discípulos: «Haced esto en memoria Mía.» (Lucas 22,19). Dios se sirve de datos que nos ayudan pensar. Y con mayor razón en este caso, cuando se trata del augusto Sacramento de la Eucaristía, en el que está presente verdadera, real y sustancialmente, como recuerdo y actualización de Su Pasión.

La Cuaresma es un momento particularmente oportuno para practicar este «recordatorio.»
Es un momento en el que podemos acudir a la disciplina de la oración, el ayuno y la limosna para recordar nuestros pecados y evocar la gran misericordia de Dios. Es un momento para aprovechar los sacramentos que aplican la Pasión de Cristo a cada uno de nosotros.
Es un tiempo propicio para acercarnos más a Cristo, particularmente en la Eucaristía, la verdadera presencia de Cristo y nuestro alimento espiritual durante nuestra estancia en la tierra.

Don Francisco José: Muchas gracias por haber tenido en cuenta mi sugerencia. Un cordial y afectuoso saludo, como siempre.