Creado en: abril 24, 2022 a las 09:10 am.

Raúl Roa García: Canciller de la Dignidad

Todo el que cumple con su tiempo

lleva en sí una partícula de eternidad

Raúl Roa García

A 115 años del natalicio del Dr. Raúl Roa García (1907-1982), y a cuatro décadas de su lamentable desaparición física, quiero evocar la vida y la obra ejemplares del Canciller de la Dignidad a través del cálido homenaje que —con motivo del cumpleaños 110 del también eminente profesor universitario, escritor y periodista— le tributara la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y que tuve el honroso privilegio de darle cobertura para nuestro Sitio Web.

Las palabras de apertura estuvieron a cargo del Dr. Raúl Roa Kourí, diplomático jubilado, y primogénito del Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, quien destacó que, en 1961, unas horas después del cumpleaños de su entrañable progenitor, el doctor Roa García libraba una ardua lucha diplomática a favor del pueblo cubano, que había sido atacado e invadido por mercenarios al servicio del imperio.

En el campo de batalla no solo se derrotó a las huestes enemigas durante la confrontación bélica que tuvo lugar en las arenas de Playa Girón y Playa Larga, sino también en el seno de las Naciones Unidas, donde el Canciller de la Dignidad puso al desnudo las patrañas seudodiplomáticas urdidas por el gobierno estadounidense de turno para justificar su artera agresión a la mayor isla de las Antillas, con el sórdido objetivo de derrocar a la «Revolución de los Girasoles», como la calificara la Heroína del Moncada y la Sierra, Haydee Santamaría Cuadrado (1923-1980).

Con posterioridad, el Dr. Fernando Martínez Heredia (1939-2017) reseñó el desarrollo político-ideológico de Roa García, quien no solo fue un diplomático de primera línea, sino también un gran pensador y prolífico ensayista que, desde la más temprana adolescencia, abrazó las causas sociales más justas y se consagró en cuerpo, mente y alma a la defensa de los derechos inalienables de los oprimidos y explotados.

Primero combatió frontalmente la dictadura machadista, y luego, la batistiana, razón por la que estuvo recluido en el «Presidio Modelo» de Isla de Pinos (hoy «Isla de la Juventud»), donde se radicalizó mucho más el pensamiento izquierdista y antiimperialista que lo identificara, y también conoció a la Dra. Ada Kourí (1917-2005), quien fuera su compañera en la vida y en la labor intelectual que ambos desarrollaran.   

Los escritos salidos del intelecto y el espíritu del doctor Roa García son auténtica expresión de los ideales revolucionarios que defendiera en vida, y a los cuales les fuera fiel hasta el último hálito de vida, pero sin descuidar en lo más mínimo la actividad y la subjetividad de los seres humanos con quienes convivía.

Era una de las plumas más brillantes, sus discursos en cualquier foro donde hiciera uso de la palabra eran verdaderas piezas oratorias. Para ese hombre excepcional, «el intelectual […] está obligado a ser político».

Por otra parte, ejerció el periodismo en varios medios nacionales de prensa y lo utilizó como arma de combate para denunciar los desmanes de los (des)gobiernos republicanos y la injerencia norteamericana en los asuntos internos de Cuba y de los países de Nuestra América y el Caribe.

Durante un breve lapso, fue director de Cultura del Ministerio de Educación, y desde ese cargo, realizó aportes puntuales al desarrollo de la cultura cubana y la llevó a las regiones más apartadas de nuestro archipiélago.

Finalmente, Martínez Heredia se despidió con una frase antológica del doctor Roa García, pronunciada al calor del triunfo revolucionario: «Cuba ha retornado al futuro […]».

La Lic. Marta Carvajal, directora de los estudios Mundo Latino presentó el documental Raúl Roa García: leyenda de un canciller, con guión del periodista Orfilio Peláez, y la dirección de la realizadora Silvia Diéguez; audiovisual que sintetiza —desde una óptica estético-artística por excelencia— la fecunda trayectoria profesional y personal del ilustre miembro fundador de nuestra organización cultural.

Con apoyo en imágenes de archivo, así como en los testimonios aportados por un grupo de intelectuales (incluido su hijo), que estuvieron muy cerca del titular de Exteriores, el locutor Magdiel Pérez relató pasajes de la infancia, adolescencia y juventud de Roa García, quien se caracterizaba por tratar a la muchachada del barrio donde residía sin el más mínimo asomo de racismo o exclusión por cuestiones de orden socio-económico, aunque él estudiaba en un colegio privado, propiedad de los «Hnos. Maristas», donde cursó la enseñanza común y la primaria superior.

Después, matriculó en el Instituto de Segunda Enseñanza, donde obtuvo el título de bachiller en Ciencias y Letras; luego, en la Facultad de Derecho Público de la Universidad de La Habana, donde se doctoró en Derecho, y llegó a ser profesor y decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público.

En la capitalina Alma Mater continuó la lucha tenaz contra las dictaduras militares que asolaban a la nación caribeña, y puso su inteligencia global y emocional al servicio de los estudiantes opuestos a los regímenes oprobiosos de los dictadores Gerardo Machado Morales (1869-1939) y Fulgencio Batista Zaldívar (1901-1973). Adoptó una posición tan contraria a esos dos sátrapas tropicales, que fue despojado de su cátedra universitaria y del decanato de la Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público; cargos que después recuperó.

En el recinto académico, impartió clases en la Universidad Popular «José Martí», creada por el líder estudiantil Julio Antonio Mella (1903-1929), y junto con Rubén Martínez Villena (1899-1934) y Gabriel Barceló (1907-1934), fundó el Directorio Estudiantil Universitario, del que más tarde se separó, y el Ala Izquierda Estudiantil; trincheras de ideas para enfrentar a los lacayos del imperio.

Al triunfo de la Revolución Cubana, el Comandante Fidel Castro Ruz (1926-2016) lo nombra Embajador de la República de Cuba en la Organización de Estados Americanos (OEA), donde —desde el campo de la diplomacia, la cual  defendía «a capa y espada»— tuvo que enfrentarse a los representantes de Estados Unidos y de los gobiernos títeres de la región.

Ulteriormente, fue designado Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba. El discurso del embajador Roa García era culto, pero cortante. Tanto era así, que dejaba sin argumentos las falacias seudodiplomáticas esgrimidas por los cancilleres de las naciones que se manifestaban en contra del proceso revolucionario que acontecía en la Isla. En sus medulares intervenciones, utilizaba proverbios bíblicos, frases eruditas y palabras «malsonantes», que cuando se le llamaba la atención por emplearlas en aquel contexto, decía que las había leído en los clásicos de la lengua cervantina. Los contrincantes le tenían terror a aquel hombre delgado, que hablaba y gesticulaba «con la rapidez de un relámpago en una noche de verano».

Son históricas las comparecencias del doctor Roa García en los organismos internacionales, donde se escuchaba su potente voz para defender los inmarcesibles derechos del pueblo cubano y las conquistas sociales alcanzadas por la Revolución.

El Dr. Raúl Roa García se mantuvo en el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores hasta que su precario estado de salud se lo permitió, pero —en ningún momento— se acogió a la jubilación, y mucho menos al retiro, sino que, a petición de la Dirección de la Revolución, ocupó la vicepresidencia del Parlamento cubano hasta que falleció.

A la institución de salud donde exhaló el último suspiro, acudió el Eterno Guerrillero del Tiempo, quien ante el cadáver del Canciller de la Dignidad pronunció una antológica frase: «ha muerto un hombre digno, que merece respeto».      

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