Quincy Jones, una leyenda viva del siglo XX

Quincy Jones, una leyenda viva del siglo XX

Novedad editorial

La autobiografía del productor y arreglista musical muestra un ascenso imparable basado en el trabajo y la intuición

Quincy Jones durante la entrevista con 'La Vanguardia' en Rabat

Quincy Jones, durante una entrevista con 'La Vanguardia' en Rabat en 2011 

Karim Tibari

Detrás de Quincy Jones hay mucho más que el responsable de haber convertido en superestrella a Michael Jackson cuando éste consolidó su carrera en solitario gracias sobre todo al álbum Thriller. Hay un músico, compositor, productor, arreglista y emprendedor/empresario que a lo largo de más de medio siglo ha trabajado con auténticas estrellas de la música y del entretenimiento como Michael Jackson, Frank Sinatra, Ray Charles, Steven Spielberg, Oprah Winfrey o Will Smith, además de haber tratado de primera mano a nombres como Nelson Mandela, Martin Luther King o Bill Clinton.

Palmarés espectacular

Quincy Jones cuenta con 27 Grammy y un Oscar, y el álbum que él produjo, ‘Thriller’, es el más vendido de la historia

Ahora finalmente hay la oportunidad de conocer todo ello de primera mano en Q, autobiografía de Quincy Jones, traducción que llega de la mano de Libros del Kultrum. Un profuso volumen donde describe, con ágil y adictivo trazo, ese ascenso a la cima a base de constancia, trabajo y convicción, pero también la dureza de su infancia –como que él y su hermano Lloyd se criaron con su abuela paterna en Lousville y bajo mínimos: a menudo comían ratas fritas porque no había literalmente nada más– y adolescencia.

Quincy Jones y Bill Clinton

Quincy Jones y Bill Clinton 

Office of William Jefferson Clinton

Su hoja de servicios es descomunal, arrancando en las inquietantes calles del South Side Chicago (donde nació en 1933), pandillas, navajas y armas de fuego, y en un hogar desestructurado por la peligrosa demencia de su madre. Fue cuando su padre –el ex jugador de béisbol Quincy Delight Jones– se fue con su familia por motivos laborales a Seattle, donde descubrió la trompeta y la música se convirtió literalmente en su salvación. Desde aquel momento, su biografía parece a veces increíble: a los trece años ya hacía arreglos para el trompetista Clark Terry y a los quince ya llamó la atención del pianista Lionel Hampton, con el que acabaría girando poco después.

Duros orígenes

Sus memorias arrancan siendo un niño criado en Kentucky que se alimentaba de ratas fritas

Su hoja de servicios es descomunal, arrancando en las inquietantes calles del South Side Chicago (donde nació en 1933), pandillas, navajas y armas de fuego, y en un hogar desestructurado por la peligrosa demencia de su madre. Fue cuando su padre –el ex jugador de béisbol Quincy Delight Jones– se fue con su familia por motivos laborales a Seattle, donde descubrió la trompeta y la música se convirtió literalmente en su salvación. Desde aquel momento, su biografía parece a veces increíble: a los trece años ya hacía arreglos para el trompetista Clark Terry y a los quince ya llamó la atención del pianista Lionel Hampton, con el que acabaría girando poco después.

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Quincy Jones y Sarah Vaughan en París, en  julio de 1958 

Distrijazz

Tras su etapa como músico es como arreglista y productor cuando entra en contacto profesional y personal con Frank Sinatra, Ray Charles, Dinah Washington, Sarah Vaughan, Dizzy Gillespie o Count Basie. No tardó en entrar en Hollywood, donde traba excelente amistad con Steven Spielberg o Sidney Lumet y se desdobló como autor de bandas sonoras de El prestamista, El color púrpura, En el calor de la noche o A sangre fría, la música de la serie Ironside o El show de Bill Cosby, o con la producción de El príncipe de Bel-Air. Fue su entrada en contacto con Michael Jackson lo que supuso un gran salto en su carrera, asentándose como productor en ámbitos más modernos, como certificaría en 1985 cuando se le encargó la producción de la canción y su correspondiente show planetario y benéfico We are the world.

Las mujeres ocupan también significativo espacio en la autobiografía de un confeso mujeriego y prolífico padre, que perdió la virginidad a los 11 años y se casó en tres ocasiones, con infinidad de romances, como el que mantuvo con Juliette Gréco, cuando salía con Miles Davis, o con Nastassja Kinski, con quien tiene a su hija pequeña, Kenya, de 27 años.

En su libro, el productor del ­álbum más vendido de la historia (Thriller) y propietario de 27 Grammy y un Oscar, pone especial ­énfasis en algunos nombres.

Ray Charles

“Ray fue un modelo de conducta en un momento en que yo no andaba sobrado de eso. Tenía una comprensión del mundo que a mí me faltaba. ‘Toda música tiene su alma propia, Quincy’, me decía. ‘El estilo es lo de menos’”.

Count Basie

“Yo le quería un montón. Le conocí con trece años en Seattle y estuvimos muy unidos hasta que murió. Era la persona más gentil, más buena, más dulce y más divertida que uno desearía conocer. (...) Él me enseñó a sobrevivir en el negocio de la música. ‘Aprende a lidiar con los valles; las colinas se cuidan solas. Y sé justo siempre’”.

Quincy JOnes, Count Basie y Frank Sinatra, en las sesiones de grabación de 'Fly me to the moon' en 1964

Quincy Jones, Count Basie y Frank Sinatra, en las sesiones de grabación de 'Fly me to the moon' en 1964 

Libros del Kultrum

Dinah Washington

“Era una especie de hermana-amiga, sincera, afable, dulce y generosa que quería lo que toda mujer buena desea: amor de verdad. Pero seamos claros: Dinah era capaz de ponerse en plan bruto con uno en menos de lo que canta un gallo; que nadie se lleve a engaño”.

Picasso

“Estábamos en un restaurante y entraron Picasso, su mujer y un amigo. Se sentaron con nosotros, Él pidió lenguado a la meunière, se comió el pescado con precaución, dejó los cubiertos donde tocaba cuando terminó y luego empujó ligeramente el plato con las espinas hacia la luz del sol, de manera que parecía un lienzo del gran pintor. Por último, sacó unos rotuladores y convirtió la raspa del lenguado en un multicolor dibujo picassiano. Cuando Nicole dijo: ‘La cuenta, por favor’, Picasso adelantó el plato: esa fue su manera de pagar”.

Frank Sinatra

“Sería las seis y media cuando oí que alguien llamaba a la puerta. Fui a abrir. Era Frank, vestido con traje de faena, su indumentaria para la película de guerra que estaba dirigiendo. Me miró de hito en hito y dijo: ‘¿Cómo te gustan los huevos, Q?’ ‘Revueltos’, balbuceé, medio dormido. Frank preparó los huevos revueltos, desayunamos y, a partir de ese día, fuimos uña y carne” (...) Si te quería, era capaz de hacer cualquier cosa por ti; si no le caías bien, el problema era tuyo. Me consta que él también me quería”.

Michael Jackson y Quincy Jones, en la entrega de los Grammy de 1983

Michael Jackson y Quincy Jones, en la entrega de los Grammy de 1983  

Ap

Michael Jackson

“A sus diecinueve años, tenía la sabiduría de un hombre de sesenta y el entusiasmo de un niño. Era un chaval genuinamente tímido y bien parecido que escondía su asombrosa inteligencia detrás de risitas y medias sonrisas. Pero bajo ese exterior de timidez había un artista que buscaba ardientemente la perfección y que anhelaba convertirse en el mejor entertainer del mundo, eso que quede claro. (...) Invertía horas en mirar vídeos de gacelas, guepardos y panteras a fin de imitar la elegancia innata de sus movimientos”.

Steven Spielberg

"Lo de Steven y yo fue un verdadero flechazo. Tenía un aire seductor y era siempre el mismo, no fingía, y además era un tipo con los pies en la tierra, cosa rara tratándose de un genio”.

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