Un tipo estupendo, con cara de buena gente. El que en
esta ocasión se le acerca y le comenta, desde la distancia y con mascarilla, que
José, el amigo de la plaza tres, ya no lo hará porque ha sido también víctima
del Covid19. El gesto de dolor del recién llegado se refleja en su cara y
comenta con desaire
__No sé, cuando
va a acabar esto __ anunció tocándose la frente en señal de preocupación y
hablando con pena
__ ¡De verdad! __ Se frenó tres largos segundos para
proseguir
__ Estoy preocupado no por mí, sino por tanta gente
que me rodea y que veo que, de un día para otro, desaparece. Sin poder siquiera
despedirse.
Aquel hombre de la voz sonora, quiso seguir expresando,
porque notó; por la impronta del que aparcó reciente, que no sabía la última de
las noticias sombrías llegadas el día anterior a la vecindad y tomando la
palabra le comentó.
__Veo que usted, no se ha enterado del recién fallecimiento
de la dama que dejaba su Jeep, en la plaza ocho.
__No me diga que la rubia, agradable Transi, creo que,
así le llamaban, ¡ha caído por el Corona!, pero esto es de locura.
__Se ha marchado la buena de Tránsito, y su marido Toño. Afirmó el señor, con el don de aquella voz diferente y añadió __Ambos con tres días de diferencia.
Fue la gota que faltaba para desbordarse al vaso, y
quedó atónito y sin saber que decir, se apoderó de él un sentimiento de pesar,
que le dejó sin comentarios.
Se despidieron aquellos conocidos en el aparcadero,
sin rechistar. El señor de la voz de trópico, desapareció por una de las
puertas de acceso y el que recibió las noticias, quedó muy triste, pensando en
lo que es el instante de la vida.
Comprobó que el coche estaba dentro de los límites y
bien cerrado y salió al exterior, sin casi resuello, distinguiendo que la
muerte, ha pasado por su derecha y por su izquierda, en un instante.
Ascendió a su casa por el montacargas y al llegar al
salón leyó los mensajes y correos que tenía pendientes en su teléfono móvil,
donde le marcaba que le había llegado el turno de inmunizarse. Por ello había
de presentarse de inmediato, en el vacunódromo instalado en las instalaciones
del Palacio de Deportes Comunal, para recibir su inoculación.
Sin dejar de pensar, en aquellos y otros amigos, que
igual que estos, no pudieron decir ni adiós, personas a las que las tenía bien
presentes, gentes de trato amable y sencillo, que le ayudaban a cruzar el
sendero de la vida, que probablemente se encontrarían en la otra dimensión.
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