Decoración

Pierre Cardin, adiós al diseñador del futuro

Futurista y transgresor, Pierre Cardin no sólo dinamitó los armarios: revolucionó el diseño y la decoración en los 70. Metal, pieles, espejos... los usó todos en muebles disco hoy buscadísimos. Decimos adiós al genio.
FRANCE - JUNE 01: Pierre Cardin Buys The Castle Of The Marquis De Sade On January 6Th, 2001 In Lacoste (Village), France. (Photo by Francis DEMANGE/Gamma-Rapho via Getty Images)© Francis DEMANGE/Gamma-Rapho via Getty Images

“Trato de hacer lo que veo en el mañana y, como el mañana existe, yo sigo trabajando en la creatividad”, dijo Pierre Cardin. Nacido Pietro Cardini en San Biagio di Callalta, Véneto, 1922, Cardin se atrevió con todos los posibles en diseño: ropa, bolsos, gafas, escenografías, interiores, muebles, iluminación... y de paso fue un mecenas del arte y la cultura. Extravagante, vanguardista, espacial y geométrico, se formó con Schiaparelli y Dior.

Cardin en 1974. Lámpara y Lounge Chair, en Wright. Alfombra y taburete 'Attriboution', en 1stdibs.com.

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Llegó a París como hijo de emigrantes, estudió arquitectura pero la Segunda Guerra Mundial truncó su carrera, y la moda pesó más. Ya como Cardin, que sonaba más francés, su revolución en la moda empezó en los años 60 tras inventar la línea A, fue pionero de lo unisex y del democrático prêt-à-porter (casi una herejía en la Alta Costura de entonces). En cambio, amaba las curvas en los interiores y en el mobiliario que empezó a crear en los 70. “Son simplemente obras de arte, mis esculturas utilitarias”, señaló, y es eso lo que distingue sus mesas, sofás o lámparas, siempre de formas futuristas hechas con técnicas de ebanistería clásica.

'Chandelier', en 1stdibs.com. Le Palais Bulles en la Costa Azul, residencia favorita de Cardin. Suite del hotel Maxim’s de París. Escultura 'Eclipse'.

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Sus piezas con toques espaciales se nutrían con la combinación magistral de metal, plástico, madera, espejo, cristales y buenos textiles. En 1977, Cardin abrió Evolution, su galería de muebles, en un edificio de cinco pisos en el centro de París.
En su faceta industrial no solo se quedó en lo doméstico, proyectó aviones y automóviles, creó fastuosas decoraciones para sus casas, construidas bajo los preceptos del organicismo futurista. Compró el mítico Maxim’s de París y sus secuelas –montó además exclusivos hoteles– y fue dueño de un sinfín de inmuebles como el castillo del Marqués de Sade o el Palais Bulles, un iconos de la arquitectura orgánica diseñado por Antti Lovag. El diseñador, puso la casa a la venta en 2015 por 350 millones de euros y parece que encontró comprador. Ahora, por poco más de 20.000 euros, se puede alquilar.

Palais Bulles, Théoule-sur-Mer

© Studio ¡Amo lo que haces!

Inmunizado al lujo, “no soy ridículamente snob, soy muy simple”, vivió sus últimos días sin pesares económicos. “No ha faltado nada en mi vida y soy muy afortunado de estar aún aquí, por eso no desperdicio mi tiempo yendo a gimnasios”, decía. El maestro del futuro ha fallecido en París este 29 de diciembre de 2020 a los 98 años. Su obra seguirá en nuestra mente siempre.