La Reina no se hace cruces, las berenjenas de Sánchez y las edades de Lilith
Pedro Sánchez, Lilith Verstrynge, José Antonio Griñán y la reina Letizia.

Pedro Sánchez, Lilith Verstrynge, José Antonio Griñán y la reina Letizia. Guillermo Serrano Amat

EL BESTIARIO

La Reina no se hace cruces, las berenjenas de Sánchez y las edades de Lilith

La Reina Letizia, Pedro Sánchez, Lilith Verstrynge y José Antonio Griñán; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.

31 julio, 2022 02:04

Reina Letizia

La reina Letizia.

La reina Letizia. Guillermo Serrano Amat

Una reina que no se hace cruces y encima no se arrepiente. Sucedió el lunes, festividad de Santiago apóstol, en la catedral compostelana, donde la familia real al completo se había desplazado para asistir a la misa y a los actos en honor del santo. 

Poco a poco la catedral se llenó de fieles que casi alcanzaron el éxtasis en el “momento botafumeiro”, uno de los más estremecedores. 

Una nube de incienso impregnó la atmósfera y el aroma nos devolvió a la infancia, cuando hasta las iglesias más humildes olían a santidad y todos los niños nos sentíamos ángeles. 

En la catedral de Santiago, las cámaras de TVE recogieron el instante en el que la familia, alineada en el altar mayor, protagonizaba el momento que habría de ser el más comentado de la semana.   El rey Felipe VI, la princesa Leonor y la infanta Sofía se persignaban al unísono (esto es, trazaban una cruz sobre su frente, sus labios y su pecho) mientras la reina Letizia, abanico en mano, miraba ojos espantados, como si los demás familiares estuvieran haciendo algo inadecuado.  La escena no pasó inadvertida a los fieles que llenaban el templo, ni a los infieles que medio seguían la misa por televisión.   

La reina Letizia, una vez más, fue la comidilla. A saber qué comentarían Felipe y las hijas cuando llegaron a casa.  Por poca curiosidad que tuviera la reina, metería la nariz en las redes sociales y leería el tsunami de reproches caídos en cascada por una conducta que en el caso de (doña) Letizia es reincidente.

¿Será una forma de recordar que la Constitución garantiza la libertad religiosa de los españoles, incluida la de los miembros de la familia real?

Pues que se diga más claro. O que le dispensen a la reina las cruces y las genuflexiones, los padrenuestros y la salve. 

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez. Guillermo Serrano Amat

El hombre contemporáneo es aficionado a trabajar un huerto. El que no cultiva tomates cultiva lechugas, coliflores o pimientos. Los que son poco aficionados a la horticultura, se conforman con sembrar bulbos de tulipanes o narcisos, que no se comen pero son un gran alimento para la vista.

Entre los hombres contemporáneos aficionados al huerto hay filósofos y matemáticos, pintores y presidentes de gobierno por poner el último ejemplo que tenemos a mano. Algunos mandatarios no distinguen un pepino de una cebolla, pero conocen el valor de la terapia ocupacional y echan bastantes horas deslomándose. 

Felipe González pudo cultivar melocotones, pero eligió los bonsáis, cuya belleza y dificultad está respaldada por una tradición milenaria. Según el Feng Sui, el bonsái trae suerte al hogar. En el palacio imperial de Tokio hay una exposición de estos árboles jibarizados. El jardinero les ha retorcido las ramas como el dentista les retuerce el diente a las personas.

No hace falta ir a Japón para conocer el arte de los bonsáis. Durante años, en el jardín del palacio de Marivent (Palma de Mallorca) se exhibieron los bonsáis en cuya morfología trabajó Felipe González antes de abandonar la Presidencia del Gobierno.  

Ahora, el jardín de Moncloa ha mutado en huerto. Allí trabaja Pedro Sánchez sin sin  sin corbata antes de volvérsela a poner para subirse al helicóptero.  Allí dota de vida y color a las berenjenas que cultiva para luego repartirlas entre sus amistades internacionales.  Las berenjenas de Pedro son como los tomates de Pepa (la del “Quenco”). Hoy por hoy, Pepa va en cabeza, pero el presidente no parece dispuesto a dejarse ganar. Sanchez quiere producir las mejores piezas. Macron y y  y Zelenski las están esperando.

Lilith Verstrynge

Lilith Verstrynge.

Lilith Verstrynge. Guillermo Serrano Amat

Lilith Verstrynge nació en 1993.  Su padre ya se había separado de María Vidaurreta, una mujer que asociaba la moda a la Universidad, mientras Jorge hacía méritos para recuperar el amor. Algunos conocimos a Lilith en el cuco, cuando no tenía ni tres meses de vida, y hasta hoy no hemos vuelto a saber de su existencia.  

Lilith ha cambiado, aunque no tanto como su padre, que no es una sombra de lo que fue. Nacido en Tánger, con él descubrí uno de los rincones más bellos del norte de África. Allí me presentó a su padre, un belga que regentaba un hotelito en la ciudad. 

Los nombres excéntricos dan mucho lustre a las personas, y no digamos ya si son mujeres. En el mito del Edén, Lilith fue castigada y demonizada por rebelarse contra su pareja hasta el punto de que la abandonó, huyendo despavorida del Paraíso. Así se convirtió en la primera mujer libre de la Historia.

Lilith Verstrynge ('Lilu' para los íntimos), pelirroja, políglota y centroeuropea, como su padre, podría ser la segunda mujer libre de la Historia. De momento se queda en Secretaria de Estado de la Agenda 2030. Y teniendo en cuenta que cobrará unos 120.000 euros al año, su carrera promete.  

El currículo de la chica no puede ser más brillante. Estudió en el Liceo francés de Madrid y en cuanto tuvo uso de razón se aficionó a la política. De Mercedes Revuelta, su madre, buena amiga de Ada Colau, aprendió el activismo practicado por los afectados de las hipotecas. Y de papá Verstrynge, politólogo y profesor de Ciencias Políticas en la Complu, sacó su vena vocacional, aunque mejor no hablar de su salto mortal desde el neofranquismo de Alianza Popular al populismo-leninismo de Iglesias, pues sépase que fue secretario general de aquel partido en tiempos de 'Zapatones' Fraga.  

Lilith también debe algo a Pablo Iglesias y la prueba es que durante un tiempo la amistad de ambos hizo correr mucha tinta. Diluidas las habladurías, parece que cada cual ha vuelto por sus fueros.

José Antonio Griñán

José Antonio Griñán.

José Antonio Griñán. Guillermo Serrano Amat

Es una barbaridad creer que existen dos clases de corrupción, la buena y la mala, aunque a juzgar por las excusas que ha dado constantemente el PSOE para disculpar los EREs a 'Pepe' Griñán y 'Manolo' Chaves, presidentes autonómicos de Andalucía (1990-2013) condenados por la Audiencia de Sevilla (el Tribunal Supremo acaba de ratificar la sentencia), no hay perdón que valga.

Manolo y Pepe reinaron en dos momentos distintos de la historia de Andalucía.  Chaves llegó a San Telmo por decisión de Felipe González, que consideró a su amigo más adecuado para mandar en Sevilla que para seguir de ministro en Madrid. 

Puestos a encontrar idoneidades, a una siempre le pareció más idóneo Chaves que José Antonio Griñán, que además es madrileño y tiene cara de bueno. A Manolo le cayó enseguida el apodo de 'Netol' por una morfología facial que recordaba el escudo del Barça. Era un tipo de expresión amable, silencioso y buen padre, tanto que siempre aplicó a sus hijos la manga ancha, para que ni ellos ni sus respectivas empresas pasaran estrecheces. 

A Pepe le invadió la tristeza cuando, llegado el turno de suceder a Manolo, sintió que en San Telmo la tierra se movía bajo sus pies.  Toda la ilusión que había acumulado hasta ese momento, se vino abajo cuando los jueces metieron la nariz en los procedimientos ideados para distribuir en ayudas “sociolaborales” cantidades suficientes de euros “como para asar una vaca”, en frase de la madre de uno de los “pecadores” que arrastraron a dos “justos”, según la doctrina oficial de Moncloa.  Y pasó lo que pasó, que ahora Griñán va camino de la cárcel y Chaves camino de la inhabilitación, si el Tribunal Constitucional o un indulto del Gobierno no lo impiden.

Más en opinión

Blog del Suscriptor

Los Papas deberían ser elegidos por un tiempo limitado

Anterior
Laura Borràs

Bajando el listón

Siguiente