Orson Welles dirigió Ciudadano Kane a los 26 años. Con uno menos, Jimmy Hendrix ya había publicado los álbumes "Are You Experienced?" y "Axis: Bold as Love", ahí es nada. Las personas que pasamos ya (sobradamente) de ese rango de edad tendemos a preguntarnos qué hemos hecho con nuestra vida. Posiblemente no gran cosa. Hasta hace muy poco este asunto me tenía profundamente atormentado.
Pero tras una experiencia traumática que viví hace dos días, he llegado a la conclusión de que conviene no haber conseguido un gran logro, pues así todavía te queda la esperanza de poder mejorar. Por contra, debe ser un auténtico infierno tener la absoluta certeza de que ya has dado lo mejor de ti mismo y que estás para el arrastre.
¿Qué me ocurrió? Fui a un cine en decadencia, donde antaño se agolpaban las masas, en la época dorada de Hollywood (la prehistoria, pues dentro de 2.000 años considerarán que la historia comenzó con la invención de internet), y que ahora está totalmente desértico, necesita una mano de pintura y las butacas se caen a trozos. Proyectaban el último trabajo de Kevin Smith, aquel joven que tanto prometía con Clerks, y que se convirtió en el gran gurú de los friquis y guionista de comics. Posiblemente muchos de vosotros ni os habéis enterado del estreno de Tusk, su última incursión en el terror. Mejor. Olvidad ese título.
Al acomodador, un maduro individuo vestido con un uniforme que también había conocido tiempos mejores, debió dolerle que no le diera propina, como antaño se acostumbraba, pues yo era el único espectador de la sala y su única posibilidad. Así que se le notó mucho el tono de recochineo cuando me dijo “disfrute usted de esta estupenda película”. Empecé a pensar que si no hubiera sido un plan mejor quedarme en casa viendo a Jorge Javier... ¡No os digo más!
Empieza la proyección, y lo primero que pienso es que Tusk consigue su objetivo de provocar miedo, con la aparición del que hace mucho tiempo fue el encantador y carismático niño de El sexto sentido, o sería más apropiado decir que salía un señor gordo con cierto parecido a Kiko Rivera pero con pelo que se ha debido comer al pobre Haley Joel Osment. Sólo le ha faltado a Smith incluir en el reparto a Jorge Sanz o a Joselito, ya puestos.
A su lado tenía nada más y nada menos que a Justin Long. ¿Os acordáis del joven actor con tanta proyección que hizo de yerno de John McClane en La Jungla 4.0? Empecé a pensar que el problema radica en trabajar con Bruce Willis. ¿Os acordáis todavía de Bruce Willis?
La peli recordaba mucho a La piel que habito, sí, sí, la de ese director manchego que hace mucho filmó alguna peli interesante, donde el doctor loco que interpretaba Antonio Banderas secuestra a un tipo y le cambia de sexo. Aquí, un psicópata retiene en su caserón al personaje de Long, y mediante operaciones estéticas le convierte... ¡en una morsa! No, no, os juro que no había bebido nada antes de entrar a la sala. Smith no sé lo que se habría tomado.
Cuando vi al hombre-morsa en pantalla sólo pensaba “tengo que cambiar de oficio, éste no compensa”.
Pero lo más surrealista de todo fue cuando apareció en pantalla pasado de rosca tres pueblos y poniendo voz de tonto nada menos que Johnny Depp, sí, amigos, ese tipo que se ha estancado con el personaje de Jack Sparrow y que lleva once años rodando basura (es el único que he puesto en negrita en este post pues a los otros que menciono nadie les buscará en Google). Se ha transformado más que el hombre-morsa para dar vida al detective canadiense francófono que investiga el caso, Guy Lapointe, con boina y mostacho de morsa, con lo que se parece muchísimo a su amiguete Tim Burton. Seguro que habéis visto en alguna ocasión a un señor que ha pasado tanto tiempo con su perro que ambos se asemejan como dos gotas de agua. ¡Pues eso es lo que les ha pasado a Burton y Depp! Y eso que inicialmente a nivel físico eran bastante dispares.
En resumen, que estoy viejo para esto de comentar películas. Ya tengo que ir pensando en retirarme a tiempo.
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