La autocrítica de Ilkay Gündogan a la conclusión del partido ante el PSG, que supuso la eliminación del Barça en la Champions League, sigue causando revuelo. Los comentarios del internacional alemán sobre los errores cometidos se han interpretado, por un sector del entorno e incluso por algunos jugadores de la plantilla, como una feroz crítica dirigida a Ronald Araujo, expulsado a la media hora con roja directa. El propio central, este jueves en un acto solidario, ha destilado cierto malestar. "Yo tengo códigos y valores".
Gündogan no quiso ofender a nadie, tampoco señalar, ni mucho menos generar debate en torno a nadie. Con la misma intencionalidad que hizo con el Clásico de la primera vuelta, y en aquella ocasión tanto Xavi como el vestuario lo entendieron, el centrocampista sólo pretendía incidir en los errores cometidos sin ponerles nombres y apellidos. En aquella ocasión, Gündogan pidió la palabra en el vestuario y se explicó. El asunto no fue a más. El propio técnico lo aclaró.
Gündogan tratará de hablar con el uruguayo y aclarar el malentendido si de verdad considera que ha existido. Y si tiene la oportunidad, aprovechando el media-day de las televisiones con derechos del Clásico, hará alguna declaración para zanjar el asunto.
El alemán es consciente de que ha fichado por un equipo joven, que sale de una situación adversa de los últimos años y que, como sostiene Xavi, está en construcción. Sus declaraciones intentaban poner sobre la mesa unos fallos para que no se repitan. Por su veteranía, como Lewandowski, se siente uno de los líderes del vestuario y se postula para apoyar a los canteranos y a los más jóvenes- Sucede que no todos en el vestuario entienden
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Si entonces se quejó de un equipo autocomplaciente, esta vez volvió a mostrarse decepcionado porque "estaba en nuestra mano y se lo hemos regalado al PSG. Se lo hemos regalado de la forma más fácil. Esto es la Liga de Campeones. No importa el rival, es imposible remontar si uno de tus jugadores es expulsado. Estamos muy decepcionados. Sentíamos que teníamos el control del partido antes de la tarjeta roja. Si es falta, es tarjeta roja". Pretendía con su experiencia y veteranía poner sobre la mesa una lección que les debe servir para aprender. Si no se puede frenar al rival, es mejor encajar un gol, a quedarse con un jugador menos.