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El friki gracioso
Estamos acostumbrados a verle en películas alocadas, de humor surrealista, pero ha logrado cautivar a gran cantidad de público con sus personajes simpáticos y siempre estrafalarios.
Es uno de esos actores que están encasillados en un tipo concreto de papeles. Hoy por hoy es imposible que pensemos en Owen Wilson interpretando a un personaje serio y apenas ha trabajado en otros géneros distintos a la comedia. Quizá destaque entre ellos el de soldado en Tras la línea enemiga. Pero, pese a esa falta de variedad, los números y los resultados de taquilla hablan por sí mismos: Owen Wilson tiene un don para llegar al espectador, para hacerse querido y entrañable a su modo, porque hay algo en él que también le hace vulnerable... Aparte de su inconfundible físico –se ha roto la nariz en innumerables ocasiones–, sus roles rezuman una llamativa falta de dobles intenciones, de recovecos insanos: él siempre es simple, directo, se comporta con inocencia inaudita y suelta lo primero que se le viene a la cabeza (lo cual puede no ser muy satisfactorio para los otros personajes, al contrario que para el espectador). Y, por lo visto, esa franqueza la usa también en los rodajes, pues es famoso por dar rienda suelta a su inventiva mientras está delante de la cámara.
Owen Cunningham Wilson nació el 18 de noviembre de 1968, en Dallas, Texas. Es hijo de un ejecutivo publicitario y de una fotógrafa. Sus dos hermanos también son actores, Andrew Wilson (el mayor) y Luke Wilson (el menor). No fue un estudiante modelo, pues fue expulsado de la St. Mark Academy en Dallas en décimo grado. Tras acabar en otra escuela marchó a estudiar Literatura a la Universidad de Texas. Es ese un momento muy especial en su vida, pues allí conoció a Wes Anderson, quien ha sido desde entonces su amigo y mentor. De hecho Wilson ha participado en todas las películas de Anderson y el cine de éste está tan relacionado con el actor, que no se sabe muy bien quién configura a quién. En 1996 ambos escribieron el guión de Ladrón que roba a otro ladrón. El guión llegó por diversas peripecias hasta James L. Brooks, quien prestó dinero a los creadores para que hicieran el film. Aunque fracasó en taquilla, Anderson y los hermanos Wilson (Owen y Luke) decidieron mudarse a Hollywood y convertirse en cineastas.
En poco tiempo Owen empezó a trabajar como secundario en películas de cierto renombre pero de calidad más bien patética, títulos como Un loco a domicilio (1996), con Ben Stiller, Anaconda (1997), con Jennifer López, The Haunting (La guarida) (1999), con Catherine Zeta-Jones, o El desayuno de los campeones (1999). Pero en 1998 había coescrito junto con Wes Anderson la comedia Academia Rushmore, el debut de Anderson tras la cámaras. Las críticas fueron buenas y el film dio inicio a una serie de colaboraciones entre Anderson-Wilson que forjarían un peculiar sentido del humor, entre el absurdo y la tragicomedia, con personajes estrafalarios y tramas surrealistas. Así llegaron después Los Tenenbaums (2001) –cuyo guión fue nominado al Oscar–, Life Aquatic (2004) o Viaje a Darjeeling (2007). De todas maneras, aunque Owen Wilson ha participado como actor en todas las películas de Anderson, él se considera principalmente un escritor y ser guionista es lo que más le gusta. De hecho se sintió muy triste cuando por problemas de tiempo tuvo que renunciar a escribir con Anderson el guión de Life Aquatic, que hubiera sido su cuarta colaboración libresca.
En 2000, Wilson comenzó a aparecer en comedias de mejor calidad, como Shanghai Kid. Del este al oeste, aunque muchas veces trabajó como secundario, interpretando al amigo rarito. Tal era el caso de Los padres de ella, que ha conocido dos secuelas. En ese film volvió a coincidir con Ben Stiller, un actor que forma parte, digamos, de su cuadrilla de cómicos, una serie de tipos como Vince Vaughn, Will Ferrell o Jack Black, especializados en hacer el ganso. En concreto, sus trabajos con Stiller se extienden a diez películas, entre las que destacan Zoolander (2001), un film que cuenta con un elevado número de fans; Starsky & Hutch (2004), remake fallido de la célebre serie de televisión; y las dos partes de Noche en el museo (2006), agradable aventura fantástica con buenas dosis de risas y acción.
Sin embargo, pese al éxito profesional, parece que la felicidad no acababa de instalarse en la vida de Owen. El actor pasó por varias relaciones que terminaron en fracaso: con Demi Moore, Sheryl Crow y dos veces con Kate Hudson. Y la prueba terrible de que Wilson no era feliz es que tocó fondo en agosto de 2007. El actor estuvo a punto de morir después de un intento de suicidio. Él mismo ha hablado alguna vez de su inestabilidad: “Con la edad me doy cuenta de que la salud mental es tan frágil como la salud física. Soy definitivamente una persona subidones y bajones. Aprensivo. Ese tipo de optimistas que en el fondo saben que las cosas no van a salir bien”.
Pero tras ese momento crítico, la vida de Owen Wilson parece que ha adquirido poco a poco una nueva perspectiva. Ha participado en algunas películas más clásicas, románticas y optimistas, como Una pareja de tres (2008), con la simpática Jennifer Aniston, y se ha convertido en protagonista de la comedia de Woody Allen Midnight in Paris, junto a Rachel McAdams y Marion Cotillard. Y, por si eso fuera poco, el 14 de enero de 2011 nació su primer hijo, Robert, fruto de su relación con Joan Duell.