Críticas de Nashville (1975) - FilmAffinity
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Nashville

Drama. Musical Drama en torno a la industria discográfica de esta ciudad. En el fondo es una sátira de la sociedad americana a través de la música country. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
15 de julio de 2009
41 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
La mayoría de películas americanas suelen localizarse en la cosmopolita Nueva York, en la glamourosa California, en la pegajosa Florida. Sin embargo, existe en el corazón de Estados Unidos una enorme zona semidesierta, aislada, demasiado aburrida y paleta como para aparecer en el celuloide. Son esas personas las que deciden las elecciones, las que se dedican a perpetuar el retrógrado carácter del sur americano, su conservadurismo, su fanatismo religioso. Tienen sus propios iconos: lejos de modas y vanguardias, en el corazón de EEUU hay cantantes de country de los que no hemos oído hablar en la vida que venden más que Springsteen y los Stones juntos. El country es solo la punta de lanza de una sociedad desconocida, una minoría de cien millones de personas.

El objetivo de Robert Altman en Nashville fue crear un retrato certero de esta sociedad, de su cultura, de sus ambiciones, de sus obsesiones. Aprovechando la libertad que se vivía en Hollywood en aquellos años, Altman logró reunir suficiente presupuesto como para poder llevar a cabo un film descomunal, enorme, vasto, cuyo tamaño y su multitud de personajes e historias entrecruzadas por momentos hace que nos descolguemos de la trama pero que finalmente acaba consiguiendo su objetivo: olvidar los personajes y las historias individuales para crear un fresco colectivo de una sociedad y un momento donde estaban pasando tantas cosas que era difícil enterarse de todo. Nashville es una de las películas icónicas del cine americano de los setenta, un documento social impagable, una película que desarrolló un lenguaje innovador que, por suerte o por desgracia, ha sido copiado hasta la saciedad después, en esos dramas corales a veces brillantes (Magnolia, su propia Short Cuts) y a veces pretenciosos y sensibleros (¿alguien se ofende si cito Crash, y no me refiero a la de Cronnenberg?). Imprescindible para todo aquel interesado en la filmografía de Altman o en el cine de la auténtica era dorada de Hollywood.
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Mogwai
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17 de octubre de 2010
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
A primera vista, Nashville podría tomarse como un retrato de la ciudad capital del Country en Estados Unidos, pero no es para nada un relato realista y muestra muchos aspectos grotescos o directamente inventados de ella. Pero Altman no pretendía hacer una película sobre la música Country, por la que no demuestra más interés del puramente superficial, sino sobre una determinada forma de pensar, a veces política, a veces un puro retrato social, de la cultura y sociedad americana de su tiempo. Al estilo de la posterior y muy celebrada Vidas cruzadas (con la que guarda más de un punto en común, pero que en mi opinión se queda un escalón por detrás de esta película en cuanto a intención y contenido), Altman va tejiendo un entramado de personajes y situaciones, un tapiz cinematográfico lleno de intención y sentido, y de una manera casi satírica o caricaturesca, pero con un verdadero cariño por todos los personajes. El retrato del mundo de la música Country en Nashville es, en realidad, una alegoría de América entera.

El guión es denso, profundo, pero también bastante divertido y nunca se toma demasiado en serio a si mismo. El reparto es absolutamente colosal, como corresponde a una obra tan épica y coral como esta, y las interpretaciones son para enmarcar. La escena final con Bárbara Harris es conmovedora y asombrosa. Nashville fue nominada como mejor película pero ese año la competencia era dura, Tarde de perros, Barry Lindon, Tiburón y Alguien voló sobre el nido del cuco, ahí es nada, lo mejor del cine americano de los 70.

Nashville es en mi opinión la mejor película de Robert Altman, constituye un retrato de la sociedad americana de su tiempo, y una auténtica obra maestra en todos sus frentes.
Iñigo Montoya
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24 de septiembre de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizá resulte incompresible para algunos, pero el cine no es contar una historia, el cine es colocar una cámara y grabar una determinada realidad. El cine es realidad, realidades que no son la nuestra, y ahí radica lo fundamental, introducirnos por unos minutos en otras vidas. Robert Altman siempre ha sabido esto y siempre ha apostado por llevar al extremo estas ideas, en vez de centrarse en la realidad de un personaje, construye mosaicos de múltiples identidades para componer la realidad de un determinado lugar en un determinado momento, y a la vez ver como cada simple peón vive su propia realidad dentro de una realidad mas grande.
Nashville es eso, Nashville, la vida en esa pequeña ciudad un día cualquiera, múltiples personajes se mueven de un lado a otro, se cruzan entre ellos, viven la vida, su vida, una vida en la que participan los otros pero que es solo suya. La vida, representada como un gran teatro, eso es, las personas pasan delante de nuestros ojos y se van, cada uno a lo suyo, pero estamos todos en lo mismo, pero es distinto, uno nunca puede escapar de su propia percepción, nunca puede sumergirse de lleno en la vida de los demás, no sabemos como han llegado pero están aquí, igual que nosotros.
En definitiva, Altman aporta algo de luz sobre la oscuridad que supone la vida, estas historias cruzadas son pura realidad, la mayoría de personajes están rotos, viven esta insoportable levedad pues no hay alternativa, están muy metidos en su vida como para cambiarla, y eso que todos se mueven y mueven intentando encontrar algo, esperando un cambio o que se yo, pero Altman no hace concesiones, su empeño por filmar la realidad es serio, y por eso nos encontramos ante personajes tan poco atrayentes, la mayoría no tienen nada y no lo tendrán nunca, o si, no se sabe...
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Marcos 'La Joven Promesa'
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8 de febrero de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra clave en la filmografía de Robert Altman, e incluso en el cine USA de la década de los años 70, destaca por la fuerza de su drama coral -que hace palidecer a otros dramas corales más recientes del cine estadounidense-, por la fuerza y la calidad (y calidez) de sus abundantes canciones (escritas e interpretadas por los actores y actrices que las cantan en la película) y por la viveza de las descripciones sociales e individuales, así como de las interrelaciones entre los 24 personajes principales, que van formando una red o una trama muy creíbles. Los actores Elliott Gould y Julie Christie efectúan unos cameos.

El guión de Joan Tewkesbury se centra en la música y, de un modo más secundario, en la política, porque son asuntos que unen a la comunidad, que dan cohesión social a la sociedad y a la cultura del momento. Rodada en el verano de 1974 en la ciudad de Nashville, capital del estado de Tennessee, la película sigue la vida de estos personajes durante cinco días, con la música "country" y "gospel" de fondo, y una campaña electoral en marcha que da pie a una crítica política interesante.

"Nashville" tuvo un gran éxito comercial, obtuvo una buena recepción por parte de la crítica de cine, y consiguió unos cuantos premios. Esta película es un monumento colosal, como el gigantesco Partenón de la capital de Tennessee, que sirve como escenario a la parte final del film, y es una prueba de que Robert Altman es uno de los más grandes directores de cine de la historia.

Por último, he podido ver esta película no sólo en versión original subtitulada, sino además en una edición en la que todas las canciones están subtituladas en español; en fin, una edición en condiciones óptimas, sobre todo teniendo en cuenta que en España las canciones, por desgracia, no se suelen subtitular.
Pedro Triguero_Lizana
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5 de enero de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las facultades de dirección de Robert Altman brillan como nunca en esta comedia coral de análisis muy crítico de tipos peculiares de la América de la época. Todo elemento está aprovechado al máximo, como en los mejores ejemplos (Renoir, Berlanga) de esta especialidad cinematográfica que parece dirigida a consumar el milagro de abarcar mucho sin apretar poco. Y aunque el guion no es de los mejores de los que este autor ha podido disfrutar (faltan alicientes cómicos o dramáticos), cuenta con un precioso apoyo en el elemento musical (puesto al servicio de la narración y no al contrario como en el cine que suele llamarse musical), estrategia que Altman no volvió a adoptar en sus siguientes películas. La acción sigue a más de veinte personajes que participan en diversos festivales de música folk en la ciudad de Nashville, en el estado de Tennessee, coincidiendo con la campaña de un candidato a la presidencia de corte localista, populista y opuesto tanto a republicanos como a demócratas. Henry Gibson, Barbara Baxley y Karen Black son glorias del estilo country, a los que los enviados del candidato presidencial tratan de implicar en su campaña. Keith Carradine (que canta la estupenda I’m easy) es miembro de uno de los grupos y en sus horas libres un infatigable donjuán que se acuesta con la esposa de Beatty, Lily Tomlin, o la pesada y pedantilla reportera británica Geraldine Chaplin. Una jovencita Shelley Duvall ejerce de groopie excéntrica pero sin pasarse y un carnavalesco Jeff Goldblum de seguidor incondicional subido en una futurista moto-triciclo mientras que Tim Brown es un country negro pro-blanco denostado por sus “hermanos” más politizados. Gwen Welles, en el papel de una jovencita sin talento que se empeña en ser cantante, protagoniza uno de los números más logrados de la película: el patético strip tease al que es conducida por unos aprovechados que le prometen que gracias a él le darán la oportunidad que busca. Dos estrellas de la época, Elliot Gould y Julie Christie, realizan simpáticas apariciones interpretándose a sí mismos.
Capitan Ahab
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