Tras el 0-2 frente al Real Madrid de la primera jornada de Liga y la frustración arrastrada desde la campaña anterior al haber perdido el sitio en Europa y en la final de Copa en el duelo directo con Osasuna, el catastrofismo se instaló en Bilbao en pleno agosto. Valverde estaba desfasado, cómo habían dejado ir a Iñigo Martínez, no había delantero centro, la filosofía estaba obsoleta... Derrotismo puro y duro.
Meses después, el mismo Athletic con idéntico entrenador y similar plantilla se ha paseado ya por la Ría a bordo de la Gabarra gracias a derrotar en la final del torneo del KO al Mallorca a penaltis. Los leones se mostraron mucho más eficaces que los bermellones desde el punto fatídico, pero podría haber sucedido todo lo contrario. Los pequeños y no tan pequeños detalles marcaron la diferencia en este último cara o cruz copero.
¡Menudo triple cambio!
Valverde además hizo una maniobra que ahora se entiende, pero que en el preciso instante en que la llevó a cabo suscitó muchas protestas. Iñaki Williams, Sancet y Guruzeta fuera y Raúl García, Muniain y Berenguer dentro en la prórroga. Un triple cambio que vino a sumarse al de Vesga por Beñat Prados en el descanso. A todo ello se podría añadir además que el Athletic afrontó la tanda de penaltis con el portero suplente en Liga y el titular, especialista en este tipo de lances, en el banco.
Las apuestas le salieron a pedir de boca al ahora aclamado entrenador rojiblanco. Los cuatro leones que entraron en sustitución de sus respectivos compañeros acertaron desde el punto fatídico, Agirrezabala detuvo uno y no hizo falta tirar el quinto.
El Athletic salió campeón 40 años después. Con medio Sevilla de rojiblanco y Bizkaia entera de fiesta. El mismo equipo que empezó con tropiezo la Liga ganó la Copa y sigue peleando por una plaza en Champions y la institución se mantiene fiel a su esencia. La grandeza de este club no radica en la forma de celebrar en las buenas, sino en saber llevar siempre las malas. Algunos, eso sí, sólo se apuntan a las primeras.