Biografía de Miguel Francisco Barragán Ortiz – Militar y Presidente

Biografía de Miguel Barragán

Miguel Francisco Barragán Ortiz o también conocido solo como Miguel Barragán, militar y político mexicano, que se desempeñó como presidente de la República en el año 1835 hasta 1836 y quién luchó en varias oportunidades por la independencia de su país. Nació el 8 de marzo de 1789, en la ciudad del Maíz, una localidad bastante emblemática de San Luis Potosí, México. Sus padres fueron Miguel Barragán Jáuregui y Clara Josefa Ortiz de Zárate Moctezuma Andrada, ambos tenían raíces directas del emperador Moctezuma Xocoyotzin.

Biografía de Miguel Barragán

Años de estudio y formación

Barragán formó parte del ejército realista, ya que desde muy joven mostró mucho interés hacia las fuerzas armadas y a la carrera militar; gracias a sus habilidades, poco a poco fue ascendiendo su nivel y como alférez, llegó a estar muy cerca de Anastasio Bustamante. Al alcanzar el título de Coronel, lideró la caballería del ejército Trigarante, la cual entró a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1821.

Era un hombre de pensamientos y convicciones firmes, por tal motivo, se opuso a la designación de Agustín de Iturbide, en su nombramiento como emperador; esto le costó su libertad, pues inmediatamente fue encarcelado. Sin embargo, su liberación tardó aproximadamente dos años, luego del triunfo de la república. Se casó el 18 de noviembre de 1821, con Manuela Trebuesto y Casasola, condesa de Miravalle, convirtiéndose en el cuñado del Conde de Regla don Pedro Romero de Terreros, el hombre más adinerado de toda América.

Su trayectoria y experiencia

Después de haber conseguido su liberación, al poco tiempo fue nombrado comandante militar en el puerto de Veracruz. En el año 1824, fue designado por el Congreso local como Gobernador constitucional del mismo estado; que dio como resultado a los méritos y su entera capacidad demostrada durante los combates contra el ejército español, quienes se encontraban atrincherados en el castillo de San Juan de Ulúa. Además, defendió la plaza del puerto y como resultado, obtuvo la gran victoria junto a sus soldados. Estos hechos definitivamente sirvieron para otorgarle la confianza y el reconocimiento de todos los habitantes de esta ciudad y las ciudades más cercanas.

Su mandato dio inicio desde el 20 de mayo de 1824 hasta el 5 de enero de 1828. Durante este período se realizó el juramento a la Constitución de Veracruz y también ocurrieron diferentes acontecimientos de gran importancia, como lo fue la ocupación del último reducto español en México. Al finalizar su trayectoria gubernamental, al apoyar y participar en el plan montaño para atacar a las logias yorkinas, fue arrestado y encerrado en un calabozo en San Juan de Ulua. Este lugar, donde curiosamente logró destacarse, en uno de sus combates militares donde logró la victoria contra el último reducto español.

La razón por la que Barragán se mostró tan interesado y seguidamente, decidió formar parte del plan montaño, liderado por el coronel Manuel Montaño; fue que este se trataba de revocar el gabinete presidencial, disolver las sociedades conformadas en secreto y además, obligar a cumplir la constitución de 1824. Por esta razón, finalmente fue aprehendido y posteriormente en el año 1827 fue desterrado del lugar. Esto lo empujó rumbo a Guayaquil, recorriendo varios países durante este tiempo; dos años después, el presidente Vicente Guerrero le otorga la amnistía, lo que por suerte le permitió volver a México para comenzar de nuevo en el mundo de la política.

Al regresar a su país natal, fue secretario de Guerra y Marina desde 1833 hasta 1834, bajo los gobiernos de Antonio López de Santa Anna y Valentín Gómez Farías.

Su ascenso al máximo cargo como Presidente

Miguel Barragán, asumió la presidencia de la República, desde 1835 a 1836, ya que el presidente a cargo en el momento, Antonio López de Santa Anna, estaba cansado del poder y como consecuencia perdió el control de su cargo. Por esa razon pidió al Congreso otorgarle al general Barragán, la designación como presidente interino de la República.

Durante este período, Barragán ganó bastante reputación, pues desde el inicio mostró su lado más humano, con acciones de bondad hacia las personas más necesitadas. Ayudaba a muchas personas enfermas, hombres, mujeres y niños, con diferentes carencias, usando su sueldo únicamente para actos como estos. Su lealtad y honradez fueron la clave del éxito durante su gestión. A su vez, Barragán se mostró interesado en tomar las providencias, para lograr hacerle frente a la Revolución de Texas, quienes luchaban por conseguir su independencia; hecho que más adelante resultó una amenaza para su salud.

Últimos años y muerte

En marzo de 1836, justo cuando se encontraba ejerciendo su trabajo en Texas, Barragán contrajo una fiebre muy alta, producto de una terrible enfermedad que lo invadió de un momento a otro. Luego de esto, muchos mexicanos, quienes se encontraban muy agradecidos por todo lo que Barragán había hecho por su pueblo, comenzaron a asistir al palacio nacional preocupados y con la intención de recibir alguna información acerca del estado de salud de su mandatario.

El 1 de marzo de 1836, tras pasar varios días y al encontrarse ante la imposibilidad de controlar la fiebre, conocida como fiebre pútrida, Miguel Barragán lamentablemente falleció a sus 46 años de edad. Su última voluntad fue que su cuerpo estuviera dividido y colocado en los diferentes lugares que fueron emblemáticos para él, durante su vida y su trayectoria, donde sin duda alguna había hecho historia.

Es por esto que sus ojos fueron sepultados en la ciudad del Maíz, su ciudad natal; su corazón en Guadalajara, sus entrañas, una parte en la Colegiata de Guadalupe y otra en la capilla del señor de Santa Teresa; parte de su cuerpo también fue sepultada en la catedral de México y por último su lengua, que quedó en la fortaleza de San Juan de Ulúa.

Don Miguel Barragán, fue uno de los presidentes de México que ganó bastante popularidad durante su trayectoria. Aun cuando esta haya sido corta, muchos mexicanos sienten gran admiración y sobre todo, mucho respeto por quien durante toda su vida luchó por conseguir la libertad e independencia; y por quién definitivamente demostró un alma caritativa, ayudando a quienes necesitaban de él en ese momento.

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