«¡El Cielo Existe!» Historia de un ángel sin alas – Ejército Remanente🏹 Noticias

«¡El Cielo Existe!» Historia de un ángel sin alas

Davide Fiorillo es un niño muy especial, que dio su vida para llevar el mensaje de Dios a los hombres. Meses antes de subir al Cielo, Davide reveló su inimaginable secreto: «Los angelitos siempre están aquí conmigo». Nos habló de los Ángeles, de María y del corazón de Jesús, mostrando al mundo cómo la santidad significa acoger plenamente la misericordia de Dios, que quiere salvar a todos los hombres.

¿Qué hay después de la muerte? ¿Existe realmente el cielo? Y si hay vida eterna, ¿qué tiene que ver con esta vida mortal? En otras palabras: ¿de qué sirve vivir frente al sufrimiento y la muerte inevitable?

A veces sucede que la vida nos ofrece oportunidades extraordinarias para ver más allá. Como ventanas abiertas al Cielo, para comprender que existe una respuesta a lo que buscamos. Y que nada en nuestra vida sucede por casualidad, sino que todo tiene un sentido: nuestra felicidad. Aquí es donde comienza la verdadera historia del pequeño Davide.

DAVIDE SERÁ SU NOMBRE

«¡Aquí está tu hombrecito!», felicita la comadrona mostrando al bebé.
“¿Pero qué hombrecito?”, se preguntan los padres incrédulos y confundidos.
Evidentemente hubo un error: en los brazos de mamá y papá no hay una niña, como aseguraban los médicos desde hace nueve meses, sino un hermoso niño, varón, vivo y en perfecto estado de salud.

Mamá y papá tardarán unas horas en recuperarse de la sorpresa, la primera de muchas, y recuperar una canastilla azul entre tantos lazos rosas. Recién a la mañana siguiente se decidirá el nombre: se llamará Davide.

Es el 7 de octubre de 2012 y nace Davide Fiorillo en el hospital de Lamezia Terme, en Calabria. Elisa y Salvatore, los padres, están muy emocionados por la llegada de su segundo hijo, después del primer hijo Antonio que espera en casa impaciente por ver a su nuevo hermanito.

EN LA SOMBRA DE LA MUERTE


Davide crece y todo transcurre con regularidad, hasta el verano de 2017, cuando el niño tiene solo cuatro años. Mamá Elisa empieza a preocuparse porque nota que el cansancio primaveral, atribuido al cambio de estación, no da señales de disminuir y la situación empeora.

Los padres inician así una peregrinación entre los médicos: todos les aseguran que «Davide no tiene nada grave», pero la madre Elisa siente que algo anda mal e insiste mucho en hacerse exámenes más profundos, lo que finalmente consigue. Sin embargo, incluso los exámenes, según los médicos, dan resultados tranquilizadores, hasta el momento en que Davide sufre un colapso.

Es una tarde de septiembre: mamá y papá con el niño en brazos que lucha por respirar corren al hospital de Vibo Valentia, donde los médicos encuentran a Davide en condiciones verdaderamente dramáticas.

A partir de aquí comienza una repentina sucesión de acontecimientos: intervenciones de socorro para el pequeño y traslados entre diferentes hospitales hasta que la familia llega en helicóptero de rescate al Bambin Gesù de Roma, con un diagnóstico en toda regla y muy grave: leucemia linfoblástica aguda, con masa mediastínica tipo T. Es 26 de septiembre de 2017.

¿Cómo explicar en unas pocas líneas el dolor que embarga a este pequeño? A lo largo de cuatro años, Davide deberá afrontar tres recaídas y dos trasplantes de médula ósea. Pero no es sólo la parte clínica, cuando el niño no está en el hospital para ser atendido se ve obligado a vivir lejos de casa, en un apartamento diminuto, sin espacio para jugar, ni posibilidad de salir a la calle. Además, la cortisona que tiene que tomar en dosis gigantescas se convierte en una pesadilla para él porque crea efectos secundarios devastadores. Davide está realmente enojado y decepcionado: cuando no está llorando o gritando de desesperación, solo tiene fuerzas para pararse frente a una tableta, que se convierte en su mejor amigo.

Pero es precisamente en esta oscuridad, es exactamente en el punto más bajo  de la condición humana, que sucede algo verdaderamente extraordinario.

EL CAMINO AL PARAÍSO

Es el 19 de marzo de 2021. Davide, Elisa y Salvatore están los tres reunidos en la habitación del hospital, el clima es helado: unas horas antes, de hecho, los médicos anunciaron que no hay más tratamientos capaces de combatir la enfermedad del niño, ahora en una etapa terminal.

La Madre Elisa, que ya no sabe qué hacer para consolar a su bebé, de pronto viene a su mente para hablarle de los Ángeles. Le dice que los hombres no estamos solos, sino que cada uno de nosotros tiene un Ángel de la Guarda y, por primera vez, invita a su hijo a rezarle por ayuda y consuelo. Ella misma está asombrada por esas palabras que salieron de su boca, pero nada que se compare con el asombro que siente cuando escucha a David responder casualmente: «Pero cuando duermo, por ahora, veo tres y si cierras los ojos los ves y ellos a tí también».

El niño comienza así a hablar de estas presencias angélicas que siempre están a su lado y lo hace con mucha soltura, como si fuera algo completamente normal para él. Dice que a veces se sientan en su catre, que le sonríen, le hacen compañía y le hacen sentir muy bien. Los describe como seres transparentes, precisamente «hechos de hielo», que se desplazan sobre una nube. Le dice a papá que hay tres: uno a la derecha y otro a la izquierda de los brazos, mientras que el tercero está arriba de la cabeza y es «¡el más loco de todos y me da mucha risa!». También dice que luego se convertirán en cinco, como sucederá.

Los padres se sorprenden con estas historias  que se vuelven cada vez más precisas y detalladas, incluso en su simplicidad. Pero, ¿de dónde viene todo esto? ¿Quién le dijo esas cosas a su hijo? Los padres no dan explicaciones: de hecho, en ocho años de vida, las veces que el niño ha entrado en una iglesia son muy pocas, Davide nunca ha hecho catecismo y no sabe ni las oraciones más sencillas… Sin embargo, todo lo que el niño afirma es constantemente confirmado por pequeños o grandes signos que permiten a los padres creer plenamente en ello.

LA REINA DE LOS ÁNGELES

Madre Elisa, sin saber qué camino tomar, comienza a buscar en su teléfono móvil información sobre ángeles, oraciones… mientras Davide está junto a ella en la cama, con auriculares, todo inmerso en el juego de Play Station. De repente, Davide se vuelve hacia la pantalla de su madre y, sin siquiera desplazarse por las imágenes, hace clic rápidamente en una de ellas, con precisión: “¡Aquí! ¡Estos son los angelitos y esta es la Virgen!”. Elisa, asombrada, busca explicaciones y le muestra a su hijo otras imágenes de la Santísima Virgen, pero el niño no escucha razón: la Virgen que le espera es exactamente esa. También le explica que aún no puede hablar con la Virgencita, pero los angelitos se la han mostrado, diciéndole que Ella lo está esperando porque quiere conocerlo de cerca.


Así resulta que en una remota ermita de la campiña de Apulia hay un santuario dedicado a una Virgen milagrosa que corresponde exactamente a la Virgen indicada por David en la imagen. Grande es el asombro de Elisa y Salvatore cuando, tras cinco horas de viaje en coche, cruzando la puerta de aquel Santuario agustino de Cassano delle Murge, ven frente a ellos una gran estatua de la Virgen María, toda iluminada y rodeada por un profusión de Ángeles, que la consignan a la devoción popular con el nombre de Santa Maria degli Angeli.

TODO LLEVA A LA SALVACION


Con el tiempo, los padres notan un cambio en su hijo. De «caprichoso» y desconsolado que era, pasa a ser un niño dócil, en paz, que desborda alegría. Si antes parecía no soportar más su dramática condición, ahora es el mismo niño quien da fuerza, coraje y esperanza a quienes lo rodean. No lo hace con grandes palabras, sino con pequeños y muy sencillos gestos cotidianos: cocinar pasta fresca todos juntos, coger un bonito mantel para embellecer la estancia o cantar una canción que haga felices a todos, de hecho cantar ha sido su pasión desde que nació, desde que era un niño.

Davide es feliz ahora, ese niño sumido en el dolor y la desesperación es solo un recuerdo lejano. Parece dichoso, como si ya perteneciera a otro mundo, a pesar de estar feliz y agradecido por la poca vida terrenal que aún le queda por vivir.

Es él, pero ya no es él. Madre Elisa, en silencio, comprende muy bien que ese niño se transforma, ya no es suyo, o mejor dicho, quizás nunca lo fue. «Me dicen los angelitos que yo también soy un ángel, pero sin alas», lo repite cada vez más y, cuando los padres se turnan para «mantenerlo» aquí abajo, responde seráficamente: «Están esperando ¡a mí!». Dice que quiere ir con los angelitos a ese paraíso de luces y colores, juegos y arcoíris, que ya ha visto y que le hace sentir muy bien.

Pero, aparentemente, hay una jerarquía en el Cielo y a David todavía le falta un paso: el último, el decisivo. Si, en efecto, los Ángeles llevaron a David a Nuestra Señora, el Reino de María tiene como finalidad abrir las puertas al Reino de Jesús, que precede a la Bienaventuranza eterna.

Así, poco antes de su partida definitiva, David hace la Primera Comunión, junto a su hermano Antonio, y en esa ocasión, por primera vez, puede ver a Jesús que cándidamente describe con los rasgos de Cristo Rey: “¡Hermoso! Joven como San Miguel, sin barba, de pelo corto-largo, con túnica blanca y manto rojo”.


Es quizás la primera Misa en la que el niño participa íntegramente en su vida, pero a pesar de ello está seguro de sí mismo, sabe qué hacer y se comporta como si siempre hubiera asistido a ella. Durante el rezo del Padrenuestro, la madre lo ve mover los labios y lo escucha orar solo por primera vez en su vida; asombrada, se pregunta quién le enseñó esas oraciones.

Davide no duda en describir que la Santa Misa se desarrolla en presencia de los Ángeles alrededor del altar, de la Virgen que lo esperaba antes de su llegada y del mismo Jesús en la Eucaristía. Muy pocas veces David podrá participar en la Santa Misa.

Una noche, el niño reúne a todos los miembros de la familia, incluidos tíos y primos, y los arrastra a todos a la iglesia. Lo acercan al altar donde está expuesto el Santísimo Sacramento e insiste en que los familiares vayan al frente con él, reuniendo a todos cerca de Jesús, esos mismos familiares que quedarán profundamente cambiados y convertidos por ese angelito que pasó en sus vidas.

Unos días después, el 22 de junio de 2021, David llega ansiosamente al Cielo vestido con un traje de su elección, “como el de la Bella y la Bestia” y con “los colores de los Angelitos: blanco y plata” y antes de subirlo para siempre, anuncia en voz alta: “¡Están todos aquí, han venido a buscarme!”. 

Se va humanamente dejándonos ríos de dolor en el corazón de los que lo amaban, pero, dentro de cada uno de estos corazones rotos, David ha puesto una semilla muy profunda: la certeza del Cielo y el Amor de un Dios lleno de Misericordia por cada hombre.

Lanuovabq

Cielo y la Tierra serán sólo uno. Uno no existirá sin el otro

Mensaje del Libro de la Verdad 🏹

8 de abril de 2012

El tiempo para Mi Reinado en la Tierra se está acercando y hay solo suficiente tiempo para que la humanidad comprenda Mi misericordia y se arrepienta.

Es también importante, que Mi Iglesia prepare a su rebaño para la vida eterna y use cada oportunidad para alentar a la reconciliación.

Este es un tiempo importante del año y debéis volveros hacia Mí, vuestro Jesús, y rezar por las Gracias para asegurar que vosotros, Mi seguidores, tengáis la fuerza de convicción, para difundir la Verdad de Mi Segunda Venida.

El sufrimiento de la Humanidad y el de Mi Padre Eterno y el Mío, Su bienamado Hijo, finalmente están llegando a su fin.

El reinado de satanás en la Tierra cesará y Yo me haré cargo de Mi legítimo trono.

Mientras Mi Reino dentro de Mi Iglesia ha significado que Mi Espíritu ha estado presente, con grandes gracias, ofrecidas a almas merecedoras, no será hasta que satanás sea aprisionado que la Voluntad de Mi Padre podrá ser finalmente completa.

Ningún hombre comprende verdaderamente lo que es la Vida Eterna.

Ningún hombre comprende totalmente lo que pasará en Mi Segunda Venida.

Ningún hombre, por las limitaciones del entendimiento humano, puede saber de Mis planes para la reunificación de Mis doce naciones en la Tierra.

Muchísimos creen que Mi Segunda Venida es el fin del mundo.

Esto puede ser el Fin de los Tiempos tal y como lo conocéis, pero esto es solo el principio del Glorioso futuro, planeado por Mi Padre Eterno para todos sus hijos.

El cielo y la Tierra serán uno sólo.

Uno no existirá sin el otro. Los justos vivirán en Mi Nuevo Paraíso y ahí habrá gran abundancia de todas las cosas.

Tanta maravilla nunca podrá ser descrita en términos humanos. Gran paz y alegría se sentirán en cada alma que herede el derecho de ser parte de Mi Reino.

Mi corazón se rompe cuando veo miedo en vuestros ojos, hijos, cuando me refiero al Fin de los Tiempos.

En vez de esto, os pido que confiéis en Mi gran amor por todos vosotros y sabed que Mi promesa es que estaréis verdaderamente en casa Conmigo y vuestras penas serán desterradas por la eternidad.

El Nuevo Paraíso que prometo, está por ser revelado a la humanidad muy pronto.

No desperdiciéis ni un solo momento en el miedo. Regocijaros. Mirar adelante a vuestro futuro.

Confiad en Mí completamente, porque Yo os amo demasiado como para fallaros jamás.

Pedid que todos Mis hijos sean humildes de corazón para aceptar las llaves del Paraíso.

Vuestro Jesús

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