Marte: Dios romano de la guerra

Marte

Marte es el dios romano de la guerra, así que es interesante tomar en cuenta los dones de este Dios. Se trata de la más grande e importante representación de la guerra propiamente dicho. Su nombre en latín era Mars, de donde proviene el vocablo común “Marte”. Otra de las características que se le atribuían a este dios era la virilidad masculina, la violencia y la pasión. 

Del mismo modo, era conocido como protector de la sexualidad, del derramamiento de sangre, de la valentía y también como patrón de los romanos, del horror y sobre todo de las victorias en la guerra. Este era el dios responsable de dar las grandes victorias a los luchadores dentro de un campo de batalla. 

Marte dios romano de la guerra

Aunque en una época posterior se le ligó con el dios griego de la guerra, Ares; la verdad es que Marte es mucho más que las simples características que hacen referencia a Ares. Marte es la expresión más pura de la guerra, de la maldad y además es identificado como una deidad completamente itálica, siendo entonces el patrón de muchas ciudades. 

El nombre de este dios es tan longevo, que se cree que viene, más allá que de raíces indoeuropeas, se asocia más bien con los etruscos, siendo el vocablo base el de Maris, que habría sido instaurado incluso antes del surgimiento de Roma. 

Gracias al dios de la guerra tenemos un nombre para el cuarto planeta del sistema solar, Marte. También gracias a él nombramos un día de la semana como Martes, y reconocemos un tercer mes del año como Marzo. 

El nacimiento de Marte

Según narra la romántica mitología romana, el nacimiento de Marte ocurrió después de que su madre, Juno, fuera hasta un hermoso jardín en el templo de Flora, la diosa de las flores y de los jardines. Juno habría ido hasta ese lugar luego de haber huido del Olimpo por la envidia del nacimiento de la diosa de la sabiduría, Minerva

Una vez que estuvo en el jardín hermoso, dentro del templo de Flora, esta le indicó a la diosa Juno que se dirigiera a los jardines y buscara la flor más hermosa que hubiera visto alguna vez. Juno obedeció y, en efecto, pudo ver a la flor más bella en todo el jardín y sin dudarlo se acercó a ella. 

Cuando llegó a la flor, resultó ser Júpiter convertido en flor. De esta forma, cuando lo tomó, entonces nació Marte, el dios de la guerra. Una historia bastante romántica si se toma en cuenta el tinte de la mitología grecorromana. 

El culto a Marte

Una gran diferencia entre Marte y su homologo griego, Ares, este sí que gozaba de buena popularidad entre los pueblos romanos, por lo que su culto estaba bastante más extendido que el de Ares en Grecia. Vaya que su popularidad era grande y creciente, siendo que al ser el padre de Rómulo, ya era considerado el padre de todos los romanos, lo que le daba el poder de ser incluso más popular que su propio padre, Júpiter. 

Tenía, así como muchos otros dioses y deidades de Roma, diferentes sacerdotes que se encargaban de sus templos. Los sacerdotes de Marte se hacían llamar los salios, que estaban encabezados por el Flamen Martialis. Los sacerdotes de Marte estaban armados con escudos y lanzas que el propio dios de la guerra había entregado a Numa Pompilio. 

En compañía de estas armas, los sacerdotes del dios de la guerra se encargaban de hacer diferentes danzas guerreras arcaicas y primitivas, que consistían en saltos fuertes y pisotones en el suelo al mismo tiempo que entonaban diferentes canciones e himnos en honor a el dios Marte.