Si hubiera que dise�ar un escudo her�ldico para Mariano Rajoy, el lema que el ex presidente escoger�a ser�a Previsible y sensato. �l cree que son los dos adjetivos que mejor le definen aunque la pol�tica, al final, se los haya burlado. Nada en su ep�logo ha sido predecible, bien al contrario, los acontecimientos se han desatado como una tormenta perfecta que arrumb� a su paso todos los pron�sticos.
Rajoy se va habi�ndolo sido todo. Escal� en los andamios del Estado desde el subsuelo hasta la c�pula, sin protagonizar batallas �picas, analizando los movimientos del contrincante y sabiendo esperar. Aguardar con calma, somatizando la ansiedad y los nervios, sin levantar la voz, sorteando las escenas desagradables y los enfrentamientos cuerpo a cuerpo.
Empez� a rozar la cima del poder en 2009, tras haber superado el desgarrador Congreso de Valencia, cuando el Gobierno de Zapatero comenzaba a declinar v�ctima de una voraz crisis econ�mica. Quiz� fue entonces cuando tuvo la oportunidad de hacer limpieza profunda en el partido, e incluso de democratizarlo, y no la aprovech�. Probablemente era demasiado "l�o".
Su momento se aproximaba y cuando al final lleg� -tras dos derrotas electorales que aguant� con estoicismo-, lo hizo de manera fulgurante: con una mayor�a absoluta, aunque para hacerse cargo de un pa�s devastado.
En Rajoy resurgi� entonces el esp�ritu del opositor brillante que fue en su juventud. Tenacidad y esfuerzo, el principio del sacrifico en aras de un objetivo final. Cuentan los m�s pr�ximos al ex presidente la desolaci�n que le invadi� cuando tuvo conciencia de la ruina a la que se asomaba. Tambi�n explican que el v�rtigo se conjur� pronto con la decisi�n de afrontar el problema a costa de lo que fuera. Y as� fue: Rajoy aplic� medicina de caballo con dosis extra a los espa�oles. "Llamar� a las cosas por su nombre: al pan pan y al vino vino", dijo en el Congreso para que nadie se llamara a enga�o de lo que estaba por venir.
Salir de la recesi�n fue su obsesi�n. Se enclaustr� en La Moncloa rodeado de un equipo m�nimo que cerr� tanto las filas a su alrededor que lo alej� definitivamente de la calle. �se fue uno de sus principales problemas: gobernar para la gente pero sin la gente. Resultado: la incomprensi�n de los espa�oles y a su vez la sensaci�n creciente del propio Rajoy de ser tratado injustamente.
En G�nova percibieron pronto que el hilo con Moncloa se romp�a. El malestar crec�a soterrado y s�lo encontraba la espita de salida en las voces an�nimas del grupo parlamentario. Se echaba en falta coordinaci�n, sinton�a, melod�a com�n para convencer a los ciudadanos. Sin embargo, el muro de la Presidencia amortiguaba todos los sonidos.
A Rajoy nunca le gustaron las guerras internas: le robaban tiempo, le distra�an, le incomodaban. As� cerr� los ojos a la batalla entre sus dos lugartenientes: Dolores de Cospedal en el partido y Soraya S�enz de Santamar�a en el Gobierno. Siempre estuvo ah�; nunca fue una invenci�n de los medios, pero el presidente se empe�� en negarla y dejarla crecer, incapaz de reconvenir y poner orden en las dos mujeres que le flanqueaban.
Huir del "l�o" una vez m�s. Como con tantos otros problemas. El primero, el de la corrupci�n larvada durante a�os en el partido. Obviarla como si fuera algo del pasado no fue una buena idea. El fantasma acechaba detr�s de cada esquina y mostraba cada vez un rostro diferente. Cuando por fin Rajoy tuvo que asumirlo fue a rastras y sirvi� de poco.
Siempre pens� el presidente que todos sus desvelos y esfuerzos por salvar a los espa�oles de la debacle econ�mica ser�an reconocidos por encima de todo lo dem�s. Se equivoc�, porque nunca ni �l ni los que le rodeaban supieron descubrir detr�s de los n�meros los rostros de millones de personas sumidas en la desesperanza. El suyo fue un Gobierno que aplicaba cirug�a sin anestesia.
Brillante orador, de fina iron�a, elegante en las formas y excelente parlamentario, no supo o no quiso desplegar sus dotes de comunicador ante la ciudadan�a. Acert� muchas veces y se equivoc� otras tantas, pero ni con los aciertos ni con los errores supo transmitir calor. Y es parad�jico, porque Mariano Rajoy -Mariano a secas- no es un hombre fr�o.
Super� el precipicio de la quiebra, sorte� la intervenci�n de la econom�a, aguant� las protestas en las calles y consigui� encauzar la econom�a contra todo pron�stico. Afront� la abdicaci�n de un rey y la subida al trono de otro y, finalmente, se enfrent� al intento de ruptura del Estado. Es esta una batalla que deja a medias. �l mismo ha admitido que en este �ltimo lance cometi� equivocaciones. No ha precisado cu�les.
Su �ltimo gran error ha sido no calibrar la dureza con la que la vieja corrupci�n del PP, nunca atajada desde la ra�z, le iba a pasar factura. Supuso como en tantas otras ocasiones que permaneciendo inm�vil pasar�a de largo. Y no ha sido as�.
Mariano Rajoy ha sido desalojado del poder abruptamente, de un golpe seco. Asumirlo ha sido dur�simo. Este martes, haciendo gala de lucidez y del sentido com�n que tanto cita, decidi� poner fin a su larga carrera. "Como en tantas facetas de la vida", a veces la retirada es una victoria.
La econom�a, del rescate a brillar en la Eurozona
Por CARLOS SEGOVIA
Mariano Rajoy reivindic� este martes ante los suyos sobre todo la gesti�n econ�mica de sus m�s de seis a�os en el poder. "�Qui�n que no sea alguien cegado por su sectarismo puede decir que Espa�a est� peor que cuando llegamos al Gobierno?". Destac� como balance 2,7 millones de empleos creados desde febrero de 2014, el Cabo de Hornos de la recuperaci�n.
Tras no pocos errores como la subida de impuestos mal dise�ada, la amnist�a fiscal y la explosi�n de Bankia, el primer gran �xito de Rajoy fue su capacidad de aguante en 2012 para no solicitar el rescate total de Espa�a evitando as� el fracaso de Grecia o Portugal. Su resistencia, unida a la presi�n creciente de los mercados sobre Italia moviliz� finalmente al Banco Central Europeo en ayuda a las econom�as del Sur. Se abarat� la financiaci�n mientras las reformas de Rajoy generaban confianza y resucitaban el crecimiento.
En paralelo a la decisiva ayuda del BCE, Rajoy acometi� una reducci�n del d�ficit que logr�, en dif�cil negociaci�n con Bruselas, que fuera menos severa de lo previsto. Resultado: recort� el d�ficit en 70.000 millones desde el 9,6% heredado en 2011 al 3,1% de 2017. Lo que no pudo contener es la deuda, en parte porque Rajoy s� tuvo que solicitar en junio de 2012, el llamado programa de asistencia financiera, m�s conocido como rescate bancario, tras hacer aflorar la verdadera situaci�n de Bankia y el grueso de las antiguas cajas de ahorros que manten�an oculta el Banco de Espa�a y el Gobierno anterior.
Rajoy no logr� consenso para su reforma laboral, a la que se culpa de los bajos salarios y debilitamiento del sistema de pensiones, pero es generalmente elogiada por los organismos internacionales como necesaria para la creaci�n de empleo y, de momento, su sucesor en Moncloa ya habla de derogaci�n.
Quedan a�n grandes retos pendientes como el paro y, m�s a�n, las pensiones, pero la econom�a espa�ola puede crecer al 3% este a�o por cuarto consecutivo, brillando en la Eurozona.
La corrupci�n, aprobar la ley... y estrenar el banquillo
Por MANUEL MARRACO
Un Gobierno puede relacionarse con la corrupci�n de dos maneras: combati�ndola o protagoniz�ndola. Aunque la salida de Rajoy deja claro qu� opci�n ha tenido m�s peso, el ex presidente tiene, sobre el papel, alguna buena baza que exhibir.
En su primer a�o en el cargo se reform� la ley para que por primera vez los partidos pol�ticos pudieran ser condenados. Antes de que acabara la legislatura, otro cambio del C�digo Penal introdujo el delito de financiaci�n ilegal. Las condenas, antes administrativas, pod�an llegar a prisi�n.
Pese a ello, nadie asociar� la f�rmula corrupci�n-PP a esas reformas, sino a la otra cara de la moneda. El PP fue el primer partido imputado, por la destrucci�n de los ordenadores de B�rcenas.
Cuando accedi� a la Presidencia, Rajoy ten�a motivos para estar confiado. Hab�a ganado pese al caso G�rtel y parec�a que todo iba a acabar como una red de alcaldes corruptos, sin mayor trascendencia nacional. Eso cambi� a principios de 2013, con la aparici�n de los papeles de B�rcenas. Eran la caja B que la Justicia acaba de dar por acreditada.
Las cosas empeoraron y la corrupci�n se diversific�. Si G�rtel significaba Correa, al caso P�nica tambi�n le dio nombre su principal implicado, Francisco Granados (el nombre cient�fico del granado es Punica granatum). En 2014 el caso llev� a la c�rcel al ex responsable del PP de Madrid; y en 2017, a su casa al presidente de Murcia.
Este mismo a�o lleg� el caso Lezo contra la corrupci�n en el Canal de Isabel II. Comenz� con el arresto del ex presidente madrile�o Ignacio Gonz�lez y ma�ana lleva ante el juez como imputado a Alberto Ruiz-Gallard�n, ex presidente auton�mico, ex ministro y ex aspirante a ocupar el puesto del que la corrupci�n ha sacado a Rajoy.
Aunque de menor calado, la lista de casos de corrupci�n vinculados al PP es larga. La ley� Podemos en la anterior moci�n de censura. Sal�an 65, demasiados para lo que el CIS se�ala como segunda preocupaci�n de los espa�oles.
La crisis catalana, un misil contra los pilares del Estado
Por MARISA CRUZ
Mariano Rajoy se estren� en el Gobierno de Espa�a afrontando el reto grav�simo de la recesi�n y se ha despedido del poder plantando cara a otro desaf�o enorme, esta vez pol�tico. Un aut�ntico misil contra los pilares del Estado: la amenaza secesionista.
La batalla ha quedado inconclusa, en un terreno pantanoso en el que se mueven las fuerzas pol�ticas y judiciales sin encontrar todav�a un camino claro de salida.
El envite, que empez� a larvarse en 2013, se sustanci� en 2014. Artur Mas present� un plan para conseguir en 18 meses la independencia de Catalu�a. La respuesta de Rajoy fue n�tida: la soberan�a y la unidad nacional son innegociables. El presidente insist�a en que ni siquiera pod�a discutir sobre ello porque no estaba en su mano debatir sobre lo que no le pertenec�a.
Pese a su firmeza, el reto creci�. El independentismo lejos de sosegarse se lanz� al �rdago vulnerando todos los principios de una Constituci�n que ya no reconoc�an, fieles a un proc�s de desconexi�n cuyo final deber�a ser la declaraci�n unilateral de independencia con el sucesor de Mas al frente, Carles Puigdemont.
El Gobierno activ� contra la secesi�n todos los resortes judiciales bajo el principio de que s�lo se deb�a responder a los hechos consumados. S�lo cuando la situaci�n amenazaba con un estallido social, Rajoy decidi� aunar fuerzas para activar por primera vez el art�culo 155 de la Constituci�n por el cual el Gobierno central interven�a la autonom�a catalana. El presidente opt� por una intervenci�n corta convocando de inmediato elecciones en Catalu�a. Esta decisi�n ha suscitado muchas cr�ticas porque tras la llamada a urnas el problema lejos de resolverse se ha enquistado.
Ahora el dilema ha pasado a manos de su sucesor, Pedro S�nchez, que intenta abordarlo desde la perspectiva del di�logo. Ser� tambi�n para �l un quebradero de cabeza porque el misil est� lejos de ser desactivado.
El terrorismo, del fin de ETA al terror yihadista
Por FERNANDO L�ZARO
Antes que presidente fue ministro del Interior. Y le toc� asistir a entierros, porque entonces la actividad de ETA a�n era intensa y la m�xima preocupaci�n del pa�s. Finalmente, ha sido durante su Gobierno, bajo su mandato, cuando los etarras anunciaron, primero, el final del uso de las armas y, despu�s, su disoluci�n, hecho que las Fuerzas de Seguridad del Estado siguen verificando.
Por el camino tambi�n hubo sombras, como fue el caso de la excarcelaci�n del que fuera carcelero de Jos� Antonio Ortega Lara, el etarra Josu Uribetxebarria Bolinaga, por razones humanitarias. El terrorista muri� dos a�os despu�s de ser liberado. Las cr�ticas de las asociaciones de v�ctimas del terrorismo fueron contundentes.
Ahora le tocaba gestionar la situaci�n penitenciaria de los etarras despu�s de haber recibido presiones para que no concediera beneficios ni pusiera fin a la dispersi�n de los presos si antes no se resolv�an los cr�menes pendientes. Mientas, sus ahora ex socios del PNV presionaban para que acercara etarras. La moci�n de censura ha evitado que tuviera que tomar decisiones.
Pero s� tuvo que tomarlas y contundentes para hacer frente al otro fen�meno terrorista, al yihadista. Los atentados de Par�s pusieron en guardia a media Europa. Los especialistas estudiaron el estado de emergencia y la necesidad de activar alertas de m�xima intensidad. Sobre la mesa estuvo elevar la alarma al nivel 5, lo que hubiera supuesto la participaci�n de militares en la seguridad en Espa�a. Se opt� por un pelda�o inferior, el 4, que a�n est� vigente.
Pero este estado de alerta no impidi� el atentado perpetrado por el autodenominado Estado Isl�mico en Catalu�a, en Las Ramblas de Barcelona y en Cambrils, en medio ya de una enorme crisis pol�tica que salpic� a unas imposibles relaciones entre los Mossos y el resto de las Fuerzas de Seguridad del Estado. El agosto pasado hubo 17 muertos.