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Marcos Alonso, en el nombre del padre y del abuelo

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La genética en el fútbol no es una ciencia exacta. Que un padre sea un figura no garantiza que el hijo le pegue una patada un bote. Y si ese hijo tiene descendencia tampoco hay garantía alguna de que el nieto del que fue futbolista se dedique con éxito al balompié. La saga futbolística de los Marcos Alonso desmiente esta teoría. Marcos Alonso Imaz (Santander, 1933), de nombre deportivo Marquitos, fue una leyenda del Real Madrid (ganó sus primeras cinco copas de Europa) y fue internacional dos veces con España. Marcos Alonso Peña (Santander, 1959) debutó en el Racing, despuntó en el Atleti y fue el fichaje más caro del Barça hasta el de Maradona. También fue internacional con España.

Marcos Alonso Mendoza (Madrid, 1990) es el nieto de Marquitos y el hijo de Marcos. Del Castilla emigró a Italia y Reino Unido para triunfar y desde allí ha sido llamado a filas por la Selección completando la única familia española que ha tenido al abuelo, al hijo y al nieto como internacionales. Cuando estaba en la cantera del Madrid, su abuelo Marquitos era su mayor admirador, no se perdía un partido. Marquitos no vio a su nieto triunfar en el Calcio ni en la Premier porque falleció en 2012. Tampoco le vio debutar el 28 de marzo de 2018 con la Selección absoluta ante Argentina en el Metropolitano. Ni ganar la Champions con el Chelsea en 2021. Su padre si está disfrutando del carrerón de su hijo. Ahora, el hijo quiere superar al padre en internacionalidades (Marcos Alonso Peña fue 22 veces y Marcos Alonso Mendoza lleva 5). Y cuando se retire, los dos tienen un proyecto común: formar un cuerpo técnico invencible.

P. D. En España solo existe el caso de Marcos Alonso Mendoza como futbolistas de tercera generación que internacional con su selección de fútbol, Pero en el mundo hay seis casos más: Diego Forlán (Uruguay), Chicharito (México), Warren Feeney (Irlanda del Norte), Hazem Emam (Egipto), Vladimír Weiss (Eslovaquia) y André Schembri (Malta). En estos casos también funcionó la genética futbolística e igual que se hereda el color de los ojos, estos extraordinarios pelotares recibieron en los genes un perfecto manejo del esférico.