Qué ver en Marsella: 10 sitios que visitar en el gran puerto mediterráneo de Francia

Artística y costera

Marsella al completo: qué ver en el gran puerto mediterráneo de Francia

Un paseo desde el Vieux Port hasta Les Calanques, pasando por los museos, edificios históricos y barrios más sorprendentes de la ciudad.

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La brisa del mar emerge del puerto de Marsella, trepa por sus barrios encaramados sobre sinuosas colinas, se expande en las plazas y los balcones, colmando la ciudad de un aroma inconfundible: el aire del Mediterráneo. A este primer perfume se le suma una segunda fragancia, más sutil, pero ineludible, que Marsella ostenta junto al orgullo de ser la capital de la Provenza francesa: el olor a lavanda. 

 

Más allá del olfato, la ciudad despierta, a cada paso, los sentidos restantes. Con su exquisita gastronomía, el bullicio del centro histórico, la suavidad de la arena blanca de Les Calanques o la luz que enamoró a pintores como Cézzane, Turner o Signac y que sigue cautivando a quienes atracan en el gran puerto del sur de Francia, dispuestos a descubrir Marsella. Partiendo de este punto, recorremos los lugares imprescindibles de la ciudad. 

 

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Marsella
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Contemplar Marsella desde el Vieux Port

Presente desde la época griega, el Vieux Port o Puerto Viejo destaca por ser uno de los rincones más emblemáticos de Marsella. En sus aguas todavía ondean barcos de antiguos pescadores que contrastan con los navíos más modernos, ordenados alrededor de este espacio en el que también se encuentra el Faro de Santa María y el Ayuntamiento de Marsella. El puerto es un lugar ideal para pasear, detenerse en alguno de los restaurantes que preparan bouillabaisse (una sopa de pescado típica de la ciudad) o contemplar atardeceres espectaculares a última hora del día.

Le panier
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Le panier, el barrio de los artistas

A pocos pasos del puerto se encuentra Le Pannier, un artístico barrio repleto de casas de colores, plantas, pequeñas tiendas y cafeterías, conocido por ser el rincón más bohemio de Marsella. La mejor manera de descubrir la esencia de este antiguo barrio es adentrarse en sus estrechas calles, perderse en sus placitas y locales de artesanía, fotografiar su arte urbano y, ante todo, dejarse llevar por su ritmo alegre y relajado a partes iguales.

Notre Dame de la GArde
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La Basílica de Notre Dame de la Garde

Los amantes de la arquitectura no tardarán en advertir el edificio que corona una de las colinas más visibles de Marsella: la Basílica de Notre Dame de la Garde (o Nuestra Señora de la Guarda). Construida a mediados del siglo XIX, este impresionante templo de estilo neo-bizantino destaca por su fachada de mármol blanco con detalles azules, su alto torreón y la estatua dorada de 11 metros de la Virgen Maria que reposa sobre este. El interior de la basílica alberga una bellísima estructura construida en base a columnas de mármol blanco y rosado, mosaicos de reflejos dorados que decoran las bóvedas y unas sorprendentes maquetas de barco que cuelgan del techo, recordando el origen pescador de la ciudad.

MuCEM
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Del Museo de las Civilizaciones al fuerte de Saint Jean

Uno de los museos más interesantes de Marsella es el Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo (o MuCEM), un centro dedicado a conservar y divulgar la cultura de las civilizaciones de la región mediterránea que contiene más de un millón de obras. Desde el museo se puede acceder a través de una pasarela al Fuerte de Saint Jean, una fortaleza del siglo XII de crucial importancia histórica, que bien merece una visita.

Catedral de Marsella
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La Catedral de la Major Marsella

La Catedral de Santa María la Mayor, comúnmente llamada La Mayor a secas, es otra de las joyas arquitectónicas que esconde Marsella. Construida en la segunda mitad del siglo XIX, al igual que la Basílica de Notre Dame de la Garde, presenta un estilo neo románico-bizantino completamente único. La fachada marmórea, de líneas verde sobre blanco, cautiva la mirada de los visitantes, animándoles a entrar en su espacio interior, también impresionante.

Le corbusier
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L'Unité d'Habitation de Le Corbusier

Dando un salto temporal (y espacial, ya que este lugar se encuentra un poco alejado del centro), se llega a L’Unité d’Habitation de Marsella, un sorprendente edificio construido por Le Corbusier entre 1947 y 1952. Esta tosca estructura de hormigón, también conocida como “La Ciudad Radiante”, cobija en su interior 337 apartamentos, distribuidos en 12 plantas, entre los que se incluyen tiendas, áreas deportivas, centros educativos e incluso un hotel. En la planta superior del edificio se puede disfrutar de una amplia terraza en la que relajarse junto a un pequeño estanque o hacer ejercicio en una pista de atletismo.

Palais Longhamp
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Las sorpresas del Palais Longchamp

Pasear por el Boulevard Longchamp es otro de los planes imprescindibles que se deben tener en cuenta durante un viaje a Marsella. Sus lujosos edificios del siglo XIX culminan con el Palais Longchamp, construido en 1869 para celebrar la inauguración de una estructura que solventaba los problemas de abastecimiento de agua en la ciudad. Este palacio, rodeado por un hermoso parque en el que destaca una fuente de estilo barroco, es en la actualidad la sede de dos grandes museos: el de Historia Natural y el de Bellas Artes.

Castillo If
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If, el castillo sobre la isla

Situado en una pequeña isla frente a la bahía de Marsella, el Castillo de If es una visita ideal para los amantes de la literatura y la historia. Edificada entre los años 1527 y 1529, esta pequeña fortaleza sirvió primero como un punto de vigilancia desde el que proteger la costa de Marsella y, a partir del siglo XIX, como prisión, dada su ubicación estratégica que impedía la fuga de prisioneros. Cautivado por la singularidad de este castillo, Alejandro Dumas lo utilizó cómo inspiración para la cárcel en la que pasa varios años el personaje Edmond Dantès de su novela El conde de Montecristo.

Abadía San Victor
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La imponente Abadía de San Víctor

Otro edificio histórico que merece la pena visitar es la Abadía de San Víctor, uno de los edificios más antiguos de Marsella, datado del siglo V. Este centro religioso destaca por su imponente muralla y sus torres, que contrastan con las galerías interiores en las que se encuentra la iglesia, una cripta con sarcófagos del siglo V y reliquias que atraen a los peregrinos durante las fiestas de la Candelaria, cada 2 de febrero. Cerca de la Abadía de San Víctor está la panadería Four des Navettes, que tiene fama de ser la más antigua de Marsella y de vender las mejores navettes, unas galletas típicas de la ciudad con forma de barca.

Calanques
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Les Calanques, el paraíso mediterráneo

La manera ideal de completar un viaje a Marsella es haciendo una excursión a Les Calanques, un maravilloso parque nacional situado a pocos kilómetros de la ciudad, repleto de pequeñas calas de aguas turquesas y finísima arena blanca, escondidas entre acantilados. Este paradisíaco enclave es la joya natural más preciada de Marsella, reflejo de su carácter mediterráneo y su incuestionable belleza.