OPINION: Con la naturaleza a favor

Opinión

Con la naturaleza a favor

El reencuentro con la naturaleza es un espejo de nosotros mismos.

El reencuentro con la naturaleza es un espejo de nosotros mismos. / Marina Kurkow

Puede parecer una antigualla tonta y romántica lo que hace el protagonista de la reciente película Perfect days, que se despierta con la luz natural del nuevo día y llega puntual a su trabajo. Sentimos como signo superior de sapiens que la tecnología dirija nuestras vidas y las pantallas nos dicten nuestros tiempos: cuando nos levantamos y cuando nos acostamos. Ya no confiamos en aquellos ritmos naturales.

Pero hace años suena un moscardón que altera ese paraíso digital. Se le viene llamando ritmo circadiano, y nos coloca en la naturaleza como una especie más del montón (meros primates, según Frans de Waal en El mono que llevamos dentro). El triunfalismo humano desde Édison con la luz eléctrica es de un premio agridulce, como aquel mito de Prometeo. Nos cuesta asimilar que somos un producto natural engendrado por dos partes temporales inseparables: la luz y la oscuridad y sus ambientes evolutivos. Los ritmos circadianos están en nuestra genética y fisiología, al determinar nuestro funcionamiento vital diurno-nocturno, cada ciclo de 24 horas. Una disciplina científica que viene estudiando ese binomio de nuestra biología biopsicosocial y el tiempo es la cronobiología, título del libro del Dr. Juan Antonio Madrid Pérez (2022) y el tema central en la obra Los relojes de tu vida (2017) de la Dra. Marta Garaulet Aza.

Recolocarnos con la naturaleza a favor supone aceptar un poco más que somos un diseño genético de miles de años para vivir de día y descansar de noche. Y la ciencia no para de encontrar ventajas físicas y psicológicas en seguir ese doble hábito natural. Ya sabemos lo bien que se siente uno cuando ha descansado bien. Pero nuestros hábitos responden cada vez más a unos fines industriales-tecnológicos que a los de salud. Por ejemplo, se suele priorizar más ver ese programa en la tele hasta las tantas que a irse a la cama para estar bien descansado al día siguiente... Cuando pensamos si los programadores televisivos están teniendo en cuenta nuestro bienestar y salud laboral, lo vemos claro y empezamos a elegir más y más la tecla record y el disfrute audiovisual diferido, en nuestros tiempos disponibles, y manejando la publicidad.

De nuevo la ciencia puede rescatarnos con la mencionada cronobiología, a través de 2 relojes claves de nuestro cuerpo –el cerebro y el sistema metabólico– donde podemos entender y recuperar ese apareamiento biología-tiempo. El sistema cerebral tiene su mejor aliado circadiano en la melatonina pineal. Se trata de una hormona amiga que controla con su nivel alto nocturno el buen dormir y con su nivel bajo diurno la vigilia, y es muy sensible a la luz brillante de noche, especialmente la azul de nuestros aparatos electrónicos, que hace que se desoriente y disminuya su síntesis, afectando al sueño y a la salud implacablemente.

También el sistema metabólico viene diseñado para funcionar óptimamente en la primera mitad del día (hasta las 15:00 h.) al digerir y asimilar mejor los nutrientes, y producir menos obesidad. No hay que olvidar que nuestra cultura ha entronizado, por un lado, las cenas y por el otro, nos ha legado una sabiduría ancestral en refranes como: … cenar como un mendigo. También, a través del Quijote cervantino: «matan más cenas que guerras». Se trataría de reaprender a usar nuestro mando psicológico para conectar cada día más con el reloj biológico natural y desconectar cada noche del tecnológico, según sea nuestro cronotipo personal: matutino (alondra), vespertino (búho) o intermedio (colibrí). Cuánto se podría mejorar la España cansada, la insomne…, la medicada.