Mary de Dinamarca, del pub al palacio: la vida de cuento de hadas de la abogada australiana

Su romántica e improbable historia de amor y la familia que han formado juntos llevan más de dos décadas siendo calificadas como un auténtico cuento de hadas en la vida real. Pero el aparentemente perfecto matrimonio entre los futuros reyes de Dinamarca, Federico y Mary, se encuentra estos días bajo la sombra de la duda. La publicación de unas fotografías en las que aparece el royal escandinavo paseando por Madrid junto a la mexicana Genoveva Casanova ha disparado las especulaciones de que la relación sentimental entre los príncipes daneses podría estar atravesando por algún problema.

De nada ha valido que la ex de Cayetano Martínez de Irujo haya negado que sean algo más que amigos y que incluso haya publicado un duro comunicado exigiendo que se rectifique esa información. Los titulares tanto en España como en el resto del planeta se suceden a ritmo vertiginoso, por mucho que los dos protagonistas hayan firmado un supuesto pacto de silencio al respecto.

Pero mientras todas las miradas confluyen en Federico y Genoveva, ¿qué ocurre con el tercer vértice de este triángulo? La princesa Mary aparecía con gesto serio en sus primeras apariciones públicas después de que las imágenes vieran la luz y su lenguaje corporal parecía demostrar su preocupación por lo que estaba sucediendo, por mucho que ambos tratasen de presentar un frente unido. Esta ha sido sin duda una distracción no deseada por la australiana, que apenas ha dado un paso en falso en sus casi dos décadas como miembro activo de la realeza danesa.

Pero la vida de la princesa comenzaba a miles de kilómetros del que ahora es su país de adopción. Mary Elizabeth Donaldson nació el 5 de febrero de 1972 en Hobart, Australia, como la tercera hija de John Donaldson y Henrietta Horne. Los padres de Mary eran escoceses y tras casarse en 1963, ese mismo año emigraron a Australia. El padre de Mary es profesor de matemáticas aplicadas y su madre trabajaba como asistente ejecutiva del vicerrector de la Universidad de Tasmania.

En la escuela, la protagonista de nuestra historia destacó como deportista antes de matricularse en la Universidad de Tasmania en 1989. La entonces todavía Mary Donaldson se licenció en 1994 en Comercio y Derecho. Para ampliar su formación, obtuvo un Certificado en Publicidad y otro en Marketing Directo. Armada con ellos bajo el brazo, se trasladó de Hobart a Melbourne, donde empezó a trabajar en la agencia de publicidad DDB Needham.

Pero poco tiempo después, la australiana recibiría un durísimo golpe con la muerte de su madre. Henrietta Clark Donaldson murió repentinamente tras una operación de corazón en 1997. Antes de su boda real, en 2004, Mary se sinceró sobre el impacto de perder a su madre tan joven. "De vez en cuando siento que está muy cerca, que está a mi lado", dijo a un periodista danés. "Espero que cuando tenga hijos sea como ella".

Tras este duro trance, Mary renunció a su trabajo para pasar el año siguiente viajando por América y Europa, deteniéndose especialmente en Escocia, la tierra natal de sus padres. Durante este periodo trabajó tres meses en Edimburgo. Mary regresó a Australia a principios de 1999, cuando empezó a trabajar en Sídney. Allí era una anónima ejecutiva de publicidad de 28 años cuando conoció a un tal Federico en un pub, el Slip Inn.

Ahora, casada y orgullosa madre de cuatro hijos, Mary está a punto de convertirse en la primera reina del mundo nacida en Australia y se ha ganado a su país de adopción por su dedicación al deber real y su dominio del idioma. Pero entonces, Mary no tenía ni idea de que el apuesto turista europeo con el que llevaba horas charlando era en realidad el príncipe heredero y futuro monarca de Dinamarca.

Tras aquel encuentro en el pub, el joven danés, que entonces tenía 32 años y estaba en Australia para apoyar al equipo de vela en los Juegos Olímpicos de 2000, le pidió a Mary su número de teléfono y surgió el romance. Ambos mantuvieron una relación a distancia durante un año y Federico realizó varios viajes secretos a Australia antes de que Mary se trasladara a Dinamarca para estudiar danés en el Studieskolen de Copenhague en 2001.

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P. Izquierdo

A principios de 2003, la madre de Federico, la reina Margarita, reconoció públicamente la relación y la pareja anunció su compromiso en el castillo de Amalienborg el 8 de octubre de ese mismo año. Federico y Mary se casaron el 14 de mayo de 2004 en la catedral de Copenhague. La novia optó por un precioso vestido del diseñador danés Uffer Frank y un velo utilizado por primera vez por la princesa Heredera Margarita de Suecia en 1905.

Como guiño a su herencia australiana, Mary llevó un ramo de eucalipto intercalado con flores del jardín del palacio. En el altar, su flamante esposo anunció: "A partir de hoy, Mary es mía y yo soy suyo. La amo y la protegeré con todo mi amor".

Su primer hijo, el príncipe Christian Valdemar Henri John, nació el 15 de octubre de 2005 y acaba de celebrar su mayoría de edad; la princesa Isabella Henrietta Ingrid Margrethe le siguió el 21 de abril de 2007. Casi cuatro años después, Mary y Federico dieron la bienvenida a sus gemelos, la princesa Josephine Sophia Ivalo Mathilda y el príncipe Vincent Frederik Minik Alexander, en el Rigshospitalet de Copenhague el 8 de enero de 2011. En la escalinata del hospital, el príncipe, radiante, declaró: "Es un milagro".

La familia ha regresado a la Australia natal de Mary en numerosas ocasiones, visitando las zonas más turísticas de Sídney, Canberra y el Territorio del Norte, e incluso pasando algunas Navidades allí.

El acontecimiento deportivo que les unió sigue ocupando un lugar especial en sus corazones: la pareja asistió a los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004, Pekín en 2008, Vancouver en 2010, Londres en 2012 y Río de Janeiro en 2016. En 2009, Federico fue nombrado miembro del Comité Olímpico Internacional, cargo que ocupa desde entonces.

Alabada por su belleza y siendo aparentemente inmune al paso del tiempo, el brillo radiante de la princesa Mary se atribuye a su dieta danesa a base de pan de centeno, pescado fresco y mucha fruta y verdura, así como a su pasión por el cuidado de la piel. Se dice que es una gran admiradora del esteticista danés Ole Henriksen y que utiliza religiosamente sus cremas para los ojos desde que le consultó por primera vez sobre el envejecimiento cuando estaba embarazada de su primer hijo. También es conocida por ser muy activa, participar en carreras reales con fines benéficos y ejercitarse con un entrenador personal varias veces por semana.

Consolidada también como un icono de estilo, sus elegantes elecciones de moda la han convertido en una de las mujeres más fotografiadas de Europa. Su interés personal por el diseño la ha llevado a promover la sostenibilidad en el sector como patrocinadora de la Global Fashion Agenda. También defiende la igualdad de derechos para todos los seres humanos y ha participado en campañas contra el acoso escolar, la violencia doméstica y la soledad de los mayores al frente de la Fundación Mary.

Pese a esta inesperada crisis, es evidente que Mary ha encontrado su voz en la escena mundial y que está forjando su propio camino con la misma curiosidad y encanto que cautivaron a un príncipe extranjero hace más de veinte años.