Archidiócesis de Sevilla

Jesús en su  vida tuvo muchos “encuentros personales”. Los Evangelios nos hablan  de ellos: María Magdalena y Simón Pedro, Zaqueo y la mujer adúltera, el ciego Bartimeo, Jairo y su hija, Lázaro, Marta y María, Mateo, el joven rico… y todos los hombres y mujeres que se cruzaron en su camino.

 En sus apariciones, después de la resurrección, Jesús se sigue haciendo presente y cercano para acompañar en esos momentos de dudas e incertidumbre que vivían sus discípulos/as.

 Hoy, leyendo la aparición a la pareja de Emaús, vi que era todo un ejemplo paradigmático de lo que es “salir al encuentro”. Es un “Acompañante” desconocido que se acerca, que intervine en la conversación, que lee en sus corazones su desilusión, su tambalearse la fe y su esperanza.  Y poco a poco van sintiendo  la presencia estimulante del que les acompaña y que les provoca salir de su pesadumbre.

En los  “encuentros” con Jesús, que nos relata los evangelios, se ve cómo marcó, para cada uno de ellos, y de manera definitiva, sus vidas. Jesús los liberó de su pecado, de sus miedos, de su cobardía, de su soledad, de sus ambiciones, de sus debilidades…, y llenó su corazón de alegría, de paz, de amor.

 También nosotros estamos invitados a vivir la mística del encuentro. Hay que  salir, buscar, escuchar y  caminar al lado, juntos. Hay que estar vigilantes para sentirlos, para darnos cuenta que no vamos solos en esta vida.

 Y de nuevo Jesús nos invita a ir a Galilea para encontrarnos con Él. (Es nuestro blog). El encuentro con Jesús nos hace sentirnos enviados  al mundo entero a proclamar el Evangelio, a anunciar la Buena Noticia: La alegría del Evangelio.

 Hoy te invito a buscar  a Jesús Resucitado  y dejarte encontrar por Él. Oír tu nombre, como María en el huerto. Que arda tu corazón como los de Emaús.  Que siente la alegría y la paz de su presencia como los Apóstoles reunidos.