Los cañones de Navarone (1961), de J. Lee Thompson

La acción transcurre en 1943. La Segunda Guerra Mundial se extiende por varias zonas del planeta. En el Mar Egeo, la lucha entre los soldados nazis y los aliados es encarnizada, tanto por mar como por tierra, en territorio griego. Los nazis se han apoderado de un importante punto estratégico, situado sobre la imponente roca de un acantilado. Allí han construido una fortaleza inexpugnable, y han instalado unos potentes cañones, capaces de acertar en el blanco a gran distancia. Esta artillería controla el paso del canal, y trae en jaque a los barcos aliados. Es indispensable destruir los cañones si se quiere recuperar el control marítimo del Mediterráneo. Esta es la misión de un comando especializado formado por Keith Mallory (Gregory Peck), Corporal Miller (David Niven), y Andrea Stauros (Anthony Quinn), un valiente guerrillero de la resistencia griega. El primero, experto comandante del ejército inglés, dirige la misión. Disfrazados de pescadores griegos que viajan en un barco destartalado, navegarán por el Mar Egeo, hasta que llegan a la isla. Tras escalar el acantilado donde están instalados los cañones, se encontrarán con María de Spyros y Anna, dos valientes mujeres de la resistencia griega.

Lograda película bélica que cuenta con un impresionante plantel de actores. Adapta de la novela de Alistair MacLean, que tras haber sido un éxito de ventas entusiasmó a Mike Frankovich, jefe de Columbia Pictures, que se apresuró a comprar los derechos, pese a que era consciente de que la adaptación precisaba de una potente inversión. Carl Foreman (El ídolo de barro) se ocupó del guión adaptado, que realizó importantes cambios con respecto al original. Se estrenó en 1961, cuando Hollywood explotaba más que nunca el filón de las películas bélicas de gran presupuesto sobre el conflicto, como El puente sobre el río Kwai (1957), La gran evasión (1963) o El día más largo (1962).

La emoción se mantiene de principio a fin, y tiene los mejores elementos del cine bélico de calidad. La acción es constante. Recomendable para los amantes del género y para cualquier aficionado al buen cine. Obtuvo siete candidaturas a los Oscar en 1962, incluida la relativa a la mejor película, aunque finalmente se hizo sólo con uno, en la categoría de efectos especiales. Se hizo también con los Globos de Oro en los aprtados de película dramática y banda sonora, para la inspirada partitura de Dimitri Tiomkin, uno de los puntos fuertes del film.

No sólo cuenta con estupendas interpretaciones de los protagonistas, los insuperables Gregory Peck, David Niven y Anthony Quinn, sino que también destacan varios de los secundarios. Por ejemplo, el todoterreno Richard Harris, como un teniente de aviación, o Irene Papas (María).

Dio lugar a una desmejorada pero amena secuela, Fuerza 10 de Navarone, de 1978. Allí, los personajes están interpretados por otros actores.