Line of Duty (4ª temporada) (2017), de Jed Mercurio

Cuarta entrega de la magnífica serie policíaca con ribetes de conspiración de proporciones colosales creada por Jed Mercurio Line of Duty. En esta ocasión seguimos a la inspectora de policía Roz Huntley, muy presionada por sus superiores para que resuelva un caso de un asesino en serie de mujeres a las que viola previamente. De modo que inculpa a Michael Farmer, alguien asocial y con problemas obvios, lo que no convence al investigador forense Tim Ifield, que cree que se están orillando pruebas que podría exonerarle. Una noche Roz va a ver Ifield a su casa, y saltan las diferencias. Algo ocurre con el resultado de la muerte de Ifield, cuya muerte no se va a saber hasta varios días después, tiempo en que la inspectora ha podido pensar cómo eludir acusaciones de homicidio. Su marido Nicholas nota a su esposa esquiva, y la división 12 de AntiCorrupción comienza a investigar si Roz ha podido actuar con mala praxis al detener a Farmer, para lo cual infiltra en su división a la subinspectora Kate Fleming, mientras Steve Arnott actúa al descubierto siguiendo las órdenes del superintendente Ted Hastings.

En sus seis capítulos, dirigidos por John Strickland y el propio Mercurio, la trama va in crescendo a la hora de alcanzar máxima tensión y entender los motivos por los que actúan unos y otros, ocultando actuaciones, encontrando pistas o dejándose llevar por motivos primarios. Se logra encontrar el modo de enlazar lo que se cuenta con lo que se ha visto en temporadas anteriores, sugiriendo que la corrupción campa en los niveles más altos, con gente sin escrúpulos que no duda en minar moralmente a las personas más válidas. La narración introduce elementos novedosos, tiene fuerza por ejemplo la escena del interrogatorio de Roz en que ella da la vuelta a la tortilla acusando al que le pregunta de sexismo. Y es que se habla de las dificultades para conciliar vida familiar y trabajo para labrarse una carrera.

Siguen componiendo muy bien los personajes recurrentes Martin Compston, Vicky McClure y Adrian Dunbar, mientras que los nuevos lo hacen bien, especialmente Thandie Newton como la cerebral policía, controladora y manipuladora, que mueve todas las fichas con precisión para manejar el escenario que le conviene, aunque ello suponga poner en el disparadero a personas inocentes. Se juega también con el concepto de personajes algo ingenuos, como el esposo o la agente Jodie, que son fácilmente utilizables por Roz. Hay muchas situaciones muy bien definidas, pequeños detalles que hacen que la serie sea muy sólida. Es cierto que en algún momento hay que suspender la incredulidad, Roz se mueve demasiadas veces en el filo de la navaja sin “pilladas” que en la vida real habrían ocurrido sin duda, pero esto no le quita un ápice de cualidades adictivas a una serie muy bien urdida.