Después de tres décadas en la primera línea de Hollywood, Leonardo DiCaprio (Los Ángeles, 1974) sabe muy bien que su leyenda se acabará midiendo por la fuerza icónica y la dimensión artística de sus grandes papeles. Así, tras coronarse como ‘rey del mundo’ con 'Titanic' (1997), convertirse en ‘chico Scorsese’ con 'Gangs of New York' (2002) y ganar el Premio Oscar por 'El renacido' (2015), DiCaprio quiere más, ¿quizá su segunda estatuilla de la Academia?

No cabe duda de que, con 'Los asesinos de la luna', el actor se acerca aún más al estatuto de mito viviente de la gran pantalla, una condición que el actor de 48 años luce con un fuerte sentido de la responsabilidad. Consciente de que América pasa por un periodo de cuestionamiento de su origen, marcado por la violencia racial, DiCaprio propone, con su último trabajo, una punzante reflexión sobre las heridas históricas de la nación americana y su posible curación a manos del diálogo entre pueblos.

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Gareth Cattermole//Getty Images

En el pasado Festival de Cannes, antes de que los actores se añadieran a la huelga que ha paralizado Hollywood, FOTOGRAMAS tuvo la oportunidad de conversar en exclusiva con DiCaprio acerca de su sexta colaboración con Martin Scorsese.

¿Siente que 'Los asesinos de la luna', en su denuncia de la avaricia generada por los intereses económicos generados por el petróleo, conecta con su sensibilidad como activista medioambiental?

Por desgracia, este tipo de avaricia no es un fenómeno únicamente americano. Los lugares bendecidos con la mayor belleza y recursos naturales suelen ser aquellos que sufren con mayor ahínco delitos de sangre. En este sentido, 'Los asesinos de la luna' no solo recrea un episodio esencial de la historia no contada de los Estados Unidos, sino que también construye un microcosmos en el que resuenan grandes temas universales, como el respeto a la naturaleza y a los pueblos originarios. Son cuestiones todavía vigentes no solo en América, sino también en Brasil, en los países asiáticos… En cuanto a la realización de la película, para nosotros era crucial incorporar la voz de la comunidad Osage, para así llegar hasta la verdad de los acontecimientos. El libro de David Grann en el que se basa la película es increíble, ya que disecciona de forma incisiva el nacimiento del FBI y el Reino de Terror que sufrieron los Osage, pero la película no terminó de florecer hasta que no fuimos a Oklahoma y escuchamos, de parte de los Osage, cómo el dolor de aquella época pervive hasta nuestros días.

La película encapsula la intolerancia que recorre la historia del pueblo estadounidense en una extraña historia de amor y muertes.

Marty (Scorsese) tiene un talento particular para hacer aflorar la humanidad de los personajes más retorcidos y siniestros que uno pueda imaginar. Su maestría reside en la ferocidad con la que persigue la verdad, por muy incómoda o grotesca que sea. Sus películas son un testimonio valiosísimo de la condición humana. Durante la preparación para 'Los asesinos de la luna', Marty me sugirió que viésemos juntos varias películas con Montgomery Clift: 'La heredera' (William Wyler, 1949), 'Un lugar en el sol' (George Stevens, 1951) y 'Río Rojo' (Howard Hawks, 1948). Aquellos films históricos, marcados por la presencia quebradiza de Clift, nos animaron a mirar al pasado de los Estados Unidos con valentía. El Reino de Terror que sufrió la comunidad Osage, al igual que la Matanza de Tulsa, son hechos que han despertado un gran interés en los últimos años y que nos obligan a revisar nuestra historia y nuestra cultura. Todo esto nos llevó a intentar realizar una película heredera de aquellos films épicos de la década de 1940, películas que, en su centro dramático, albergaban historias de amor bastante retorcidas.

"Martin Scorsese tiene un talento particular para hacer aflorar la humanidad de los personajes más retorcidos y siniestros".
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Gareth Cattermole//Getty Images

Pese a su larga trayectoria, llena de grandes logros, ¿tiene la impresión de que su encarnación de Ernest Burkhart puede ser uno de esos papeles que marcan toda una carrera?

Me resulta difícil aislar mi trabajo en 'Los asesinos de la luna' de la experiencia que supuso preparar y filmar la película. Los hechos retratados en el film ocurrieron hace unos 100 años, pero tuvimos la oportunidad de hablar con personas que podían dar cuenta, de primera mano, del extraño vínculo que unió a Ernest y Mollie Burkhart, un matrimonio unido por el amor y destruido por una cultura de violencia. Recrear esa relación, de un modo realista, verosímil, suponía un desafío mayúsculo. Resulta difícil entender que pudiese existir una conexión tan profunda entre Ernest y Mollie, y que a la vez Ernest pudiese intoxicar tanto esa relación. No deja de asombrarme el modo en que Mollie se mantuvo fiel a Ernest durante su tragedia familiar, que supuso la muerte por asesinato de sus tres hermanas. Fue así, ocurrió de verdad, pero no tenía claro cómo podíamos hacer que esta historia pareciera creíble. Por fortuna, en mi trabajo conjunto con Lily Gladstone (que interpreta a Mollie), fuimos encontrando la esencia de la relación entre Mollie y Ernest.

Su trabajo en la película combina el drama de un hombre señalado por la violencia social con un halo de humor absurdo, dada la escasa inteligencia de Ernest. ¿Cómo abordó ese difícil equilibrio?

En este punto debo dar gracias al guion de la película [coescrito por Eric Roth y Martin Scorsese], que utiliza las pocas luces de Ernest para plantearle al espectador la duda de hasta qué punto él era cómplice de los asesinatos que estaba sufriendo la comunidad Osage. De hecho, trabajamos sobre una línea tan ambigua que, cuando acabamos el rodaje, yo no tenía del todo claro cómo Marty iba a enfocar la cuestión de la inocencia o culpabilidad de Ernest. Eso tomó forma en la sala de montaje. Por mi parte, puedo decir que, pese a la evidente cobardía de Ernest, nadie duda de que él amaba a su esposa de un modo genuino. Es la dualidad de la naturaleza humana.

¿Y es difícil hacer creíble la estupidez?

(DiCaprio ríe y se toma su tiempo) ¡Pues no! (más risas). La verdad es que, cuando me acerco a un personaje, siempre intento buscar los límites de su personalidad. En este caso, en mi acercamiento a Ernest, hubo momentos en los que tuve la tentación de verlo como un tipo simplón. Había cartas que demostraban que apenas sabía escribir. Pero, por suerte, me dije: 'No, Leo, no vayas tan al límite'. Eso habría puesto en peligro la integridad de la historia. Decidimos que Ernest debía ser consciente de lo que hacía, aunque también tenía una habilidad particular para dejarse manipular, algo de lo que sacó mucho partido William Hale.

"Que Robert De Niro me recomendara a Martin Scorsese me abrió la puerta a lo que soy ahora, 30 años después."
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De hecho, hay un momento increíble en el film cuando el personaje de Hale, interpretado por Robert De Niro, intenta persuadir a Ernest de algo y le repite varias veces: "¿Entiendes lo que quiero decir?" Y usted se queda, frente a De Niro, con una mirada inexpresiva, vacía, muy ridícula y graciosa. Es impagable.

(DiCaprio sonríe y bromea) Sí, creo que esa escena encapsula a la perfección la relación que tengo con Bob (De Niro).

Más allá de la manipulación que el personaje de Hale ejerce sobre Ernest, ¿hay algo en esa relación de mentor y aprendiz que refleje la relación que usted ha mantenido con Robert De Niro a lo largo de los años?

Es curioso, ahora que lo comentas, pienso que podría establecerse un paralelismo entre las tóxicas relaciones de nuestros personajes en 'Los asesinos de la luna' y en 'Vida de este chico' (1993). Aquella película significó un cambio profundo en mi carrera y mi vida. Yo venía del mundo de la televisión y no tenía un marco de referencia claro de lo que era la interpretación cinematográfica. Había ido a clases de actuación, había leído libros sobre la materia, pero nada podía compararse con la experiencia iniciática que supuso ver a ese hombre entrando en el set de rodaje y, siendo ya una leyenda del cine, demostrar un compromiso absoluto con su oficio y su arte. Y, luego, que Bob (Robert de Niro) me recomendara a Martin Scorsese me abrió la puerta a lo que soy ahora, 30 años después. Pienso en la suerte que tuve al descartar la posibilidad de interpretar a Tom White (el agente del FBI que terminó encarnando Jesse Plemons en Los asesinos de la luna). Me habría perdido la oportunidad de construir, junto a Bob, una relación complejísima, marcada por una forma de dominación muy oscura.

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Manu Yáñez

Manu Yáñez es periodista y crítico de cine y está especializado en cine de autor, en su acepción más amplia. De chaval, tenía las paredes de su habitación engalanadas con pósteres de ‘Star Wars: Una nueva esperanza’ de George Lucas y ‘Regreso a Howards End’ de James Ivory, mientras que hoy decora su apartamento con afiches de los festivales de Cannes y Venecia, a los que acude desde 2003. De hecho, su pasión por la crónica de festivales le cambió la vida cuando, en 2005, recibió el encargo de cubrir la Mostra italiana para la revista Fotogramas. Desde entonces, ha podido entrevistar, siempre para “La primera revista de cine”, a mitos como Clint Eastwood, Martin Scorsese, Angelina Jolie, Quentin Tarantino y Timotheé Chalamet, entre otros.

Manu es Ingeniero Industrial por la Universitat Politécnica de Catalunya, además de Máster en Estudios de Cine y doctorando en Comunicación por la Universitat Pompeu Fabra. Además de sus críticas, crónicas y entrevistas para Fotogramas, publica en El Cultural, el Diari Ara, Otros Cines Europa (escribiendo y conduciendo el podcast de la web), la revista neoyorkina Film Comment y la colombiana Kinetoscopio, entre otros medios. En 2012, publicó la antología crítica ‘La mirada americana: 50 años de Film Comment’ y ha participado en monografías sobre Claire Denis, Paul Schrader o R.W. Fassbinder, entre otros. Además de escribir, comparte su pasión cinéfila con los alumnos y alumnas de las asignaturas de Análisis Fílmico de la ESCAC, la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña. Es miembro de la ACCEC (Asociación Catalana de la Crítica y la Escritura Cinematográfica) y de FIPRESCI (Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica), y ha sido jurado en los festivales de Mar del Plata, Linz, Gijón, Sitges y el DocsBarcelona, entre otros. 

En el ámbito de la crítica, sus dioses son Manny Farber, Jonathan Rosenbaum y Kent Jones. Sus directores favoritos, de entre los vivos, son Richard Linklater, Terence Davies y Apichatpong Weerasethakul, y su pudiera revivir a otros tres serían Yasujirō Ozu, John Cassavetes y Pier Paolo Pasolini. Es un culé empedernido, está enamorado de Laura desde los seis años, y es el padre de Gala y Pau.